La presidenta saliente de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro, concluirá esta semana su mandato presidencial de seis años con el índice de popularidad más alto desde que asumió el cargo, el 25 de abril de 1990, pese a que deja sin resolver el drama de la pobreza y el desempleo.
La firma encuestadora CID-Gallup, en su última encuesta de opinión, realizada en diciembre, concluyó que 71 por ciento de los nicaragüenses tiene una opinión favorable de Chamorro, en vísperas de la asunción del presidente electo, Arnoldo Alemán.
En 1990, CID-Gallup registraba 56 por ciento de opinión favorable a la mandataria.
"Es una opinión emocional, un mensaje donde se le dice (a Chamorro) que es una dama excelente y como ya se va, se le perdona por simpatías personales más que por una evaluación positiva de su gestión", comentó a IPS Carlos Denton, Director de la firma encuestadora.
Chamorro, un ama de casa que saltó a la vida política como viuda del dirigente antisomocista Pedro Joaquín Chamorro, condujo al país exitosamente por una triple transición: de la guerra a la paz, de una economía centralizada a una de libre mercado y de un régimen autoritario a un gobierno democrático.
Lo hizo imprimiéndole su sello muy personal, de excelente anfitriona, mujer jocosa, madre tolerante y gobernante honesta.
"Doña Violeta logró colocarse por encima de los mecanismos y artimañas del poder, con gracia, con mucho de picardía, con más inteligencia de lo que muchos le quisieron suponer", apuntó Sergio Ramírez, escritor y ex candidato presidencial de un sector escindido del sandinismo.
"Su papel fue diferente, discrecional, más de jefe de Estado que de jefe de gobierno. Y demostró que para gobernar no se necesita arrogancia, sino sencillez", añadió.
En su gestión de gobierno, los nicaragüenses reconocen su papel trascendental en la pacificación del país, al lograr la desmovilización de más de 20.000 contras, y posteriormente, el retiro de 85.000 efectivos de las fuerzas armadas.
También le reconocen haber puesto fin a la hiperinflación, al pasar el crecimiento anual de los precios de 13.490,3 por ciento en 1990 a 12,1 por ciento en 1996.
Asimismo, que la economía nacional registre una tasa de crecimiento anual de cinco por ciento en 1996, y que la deuda externa disminuyera de 11.000 millones de dólares a 3.500 millones de dólares, gracias a una exitosa política de condonación y renegociación.
No obstante, el endeudamiento continúa siendo una pesada carga para la economía nacional. El pago del servicio de la deuda representa anualmente un desembolso de 250 millones de dólares.
"Yo me siento tranquila de dejar un país en unidad, reconciliado. Un país diferente al otro", dijo Chamorro en una entrevista al periódico "El Semanario".
"Gracias a Dios entrego un país distinto al que recibí, aquel nacatamal, como digo yo, lleno de chile, odio y rencores", añadió.
De acuerdo a la encuesta de CID-Gallup, hecha en base a una muestra de 1.200 personas en todo el país, casi cinco de cada 10 nicaragüenses calificó de "buena" o "muy buena" la gestión presidencial de su mandataria.
Entre sus logros señalan haber logrado la paz, la eliminación del servicio militar obligatorio, la mejora de la economía, y haber dejado un país democrático, en el que no hubo presos políticos ni censura de prensa.
También le anotan como mérito haber asegurado elecciones democráticas y un traspaso transparente de un gobierno electo a otro. No obstante, la mayoría considera que hizo "poco" o "nada" por resolver dos problemas cruciales: el desempleo y la pobreza.
De acuerdo a datos oficiales, cuando Chamorro asumió la Presidencia, 44,3 por ciento de los nicaragüeneses estaban desempleados, porcentaje que actualmente es de 52,8 por ciento.
Y en relación a la pobreza, extraoficialmente se estima que más de 60 por ciento de la población urbana vive entre la pobreza y la miseria. En el campo supera el 70 por ciento.
La mandataria saliente minimiza sin embargo la gravedad de estos problemas sociales.
"Pobreza y desempleo había en el tiempo de Somoza y en el tiempo del sandinismo, lo que pasa es que ahora se nota más", afirmó.
Además de estos problemas que dejará al gobierno del derechista Arnoldo Alemán, el pueblo nicaragüense cuestiona la corrupción gubernamental, el débil sistema de justicia y el escaso avance en la solución del problema de la propiedad.
Asimismo, hay sectores que critican la cuota de poder que entregó a su yerno, Antonio Lacayo, cuando éste fungió como ministro de la Presidencia, así como el cogobierno con el sandinismo.
No obstante, a través de placas de reconocimiento y de despedidas emotivas, la gran mayoría de los sectores del país y de la comunidad internacional han destacado el papel histórico que jugó esta mujer que llamaba "mis muchachos" a sus colegas centroamericanos.
"El gobierno que está por concluir bajo la presidencia de Violeta de Chamorro pasará a ser uno de los más singulares en la historia de este siglo; y la figura de la presidenta, una figura para recordar", concluyó Ramírez. (FIN/IPS/rf/jc/ip/97