Los turistas que se internan en la selva del Parque Nacional Royal Chitwan a lomo de elefante pronto encuentran huellas de tigre en el camino, pero la mayoría se desilusiona al regresar del safari sin haber visto al felino.
A pesar del éxito logrado por Nepal en la conservación de tigres, aún es raro verlos en Chitwan, una de las más famosas reservas de esos animales en el mundo.
En el parque solían atarse crías de búfalos de agua, para que los turistas miraran al tigre cazando a plena luz del día. Pero la práctica fue detenida por temor de que los tigres, habituados al alimento fácil durante la estación turística, se convirtieran en consumidores de carne humana fuera de la estación.
"Los tigres no son como los leones. Son solitarios, y cazan durante la noche", explica Bishal Gurung, guía del parque nacional.
A comienzos de este siglo, los tigres fueron cazados casi hasta el exterminio por la nobleza de Nepal durante los tradicionales safaris de invierno.
Además, durante la década de 1970, la población de tigres se redujo de 500 a menos de 100, debido a los asentamientos humanos en el valle de Chitwan.
Tras sobrevivir a la caza y la pérdida de su hábitat, la población de Tigres de Nepal está revitalizada. Una encuesta se lleva a cabo este mes en los parques nacionales de Chitwan y Royal Bardia, en el oeste, para estudiar las huellas de los individuos y contarlos.
Se cree que en Chitwan viven 38 tigres adultos y alrededor de 117 crías. Pero en todo Nepal la estimación se ubica entre 150 y 250 ejemplares.
Pero este éxito "no debe adormecernos en la complacencia. Debemos vigilar la caza ilegal", advierte el ecologista experto en tigres Charles McDougal
India, donde viven unos 3.000 tigres, se ha convertido en un centro de caza ilegal.
En un reciente informe, la organización ambientalista Tiger Trust, con sede en Gran Bretaña, denunció la muerte de 500 tigres en 1995, para extraer sus huesos, dientes, piel y pene, apreciados en el este de Asia por sus supuestas propiedades medicinales.
Otros grupos creen que la cifra es inapropiada, ya que la caza ilegal mató a 95 individuos en 1995. No obstante, la mayoría de los conservacionistas indios admite tener un serio problema entre las manos.
El crecimiento de las economías de los llamados "tigres" del este de Asia y la extinción de las especies del el sur de China en las últimas tres décadas llevaron a los traficantes al sur del continente, donde campesinos empobrecidos pueden ser fácilmente reclutados para tender trampas y matar a los felinos.
Entre 1989 y 1992, hubo un resurgimiento de la caza ilegal en Nepal, con rutas de tráfico hacia Tibet y luego China y Hong Kong o Japón.
Alarmado, el Departamento de Parques Nacionales y Vida Silvestre de Nepal instaló unidades contra la caza ilegal, y reforzó la protección militar en las reservas.
Tirtha Man Maskey, director general del departamento de vida silvestre, ya anunció que el programa dio excelentes resultados, y afirma que el parque de Chitwan no perdió ni un solo tigre en los últimos dos años.
Pero el éxito podría tener un alto precio, ya que Chitwan pronto alcanzará el punto de saturación para los tigres. Un tigre adulto delimita un territorio de 60 kilómetros cuadrados, y aunque los territorios se superponen, hay un límite.
Cuando las 117 crías de Chitwan lleguen a la madurez, necesitarán terreno propio. La superpoblación de tigres también aumenta el riesgo de que los animales deambulen fuera de las fronteras del parque para matar ganado, distorsionando el delicado equilibrio entre el parque y las comunidades locales.
Defensores del medio ambiente afirman que sólo logrando el interés de la población local en la conservación y reduciendo la demanda de partes de tigre del este de Asia podrá salvarse el animal, que se ubica en el extremo de la cadena alimenticia. (FIN/IPS/tra-en/kd/an/lp/en/97