El líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Felipe González, inició hoy el camino hacia el control absoluto de su grupo, el principal de oposición, en el que todavía hay dirigentes críticos al frente de importantes federaciones provinciales.
Con vistas a asegurarse ese liderazgo absoluto, el ex presidente del gobierno movilizó a sus más directos colaboradores para lograr, entre otros objetivos, que la dirección ejecutiva quede reducida de 36 a una decena de miembros.
En esa ejecutiva, según los planes de González, secretario general del PSOE, sólo tendrían lugar sus incondicionales, quedando fuera los "barones". Se trata de dirigentes provinciales y regionales con poder propio dentro del partido.
La Comisión Ejecutiva del PSOE decidió este lunes convocar para el 8 de febrero a su XXXIV Comité Confederal, el máximo organismo de dirección entre congresos.
El Comité, a su vez, deberá aprobar la convocatoria para junio del congreso general ordinario del PSOE, el que tendrá como objetivos fundamentales la elección de una nueva directiva y la aprobación del programa partidario para los cuatro años siguientes.
Otra de la metas para ese congreso (adelantado de noviembre a junio, a pesar de la oposición de algunos de los "barones"), según los más directos colaboradores de González, es evitar la reelección de Alfonso Guerra como vice-secretario general del partido.
El propósito consiste en lograr que Guerra pierda su ya debilitada posición como número dos del PSOE.
Si esos planes se cumplieran, González lograría el total alineamiento del aparato partidario con sus posiciones, sin discrepancias ni voces críticas.
Guerra y sus seguidores controlaron el aparato partidario hasta fines de la década pasada y en más de una ocasión objetaron las decisiones políticas de González generando intensos debates, para terminar aceptando, en la mayoría de los casos, la posición del secretario general.
Así ocurrió al confirmarse la incorporación de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con el uso militar por Estados Unidos de bases españolas, con la privatización de empresas, con la legislación laboral y con la relación con los sindicatos, entre otras cuestiones.
Como es habitual en él, Gonazález inició la maniobra para excluir a Guerra de manera indirecta. Una semana atrás, estando en Roma en una reunión de la Internacional Socialista y al preguntarle un periodista por el futuro del todavía vicesecretario general, contestó de forma evasiva: "Nadie, ni yo, es imprescindible".
Días después, su fiel colaborador y secretario de organización del PSOE, Cipriá Ciscar, declaró a Radio Nacional de España que la presencia de Guerra en la ejecutiva "es irrelevante".
Finalmente, la decisión de adelantar el congreso fue adoptada en una reunión secreta, el 13 de enero, en la que participaron ocho dirigentes socialistas y de la que fueron excluidos el mismo Guerra y dos "guerristas" notorios.
Se trata del presidente de la comunidad autónoma de Extremadura y líder indiscutido del PSOE en esa región, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y Luis Martínez Noval, secretario general del partido en Asturias.
La mitad de los asistentes dicen que González participó en esa reunión y la otra mitad lo niega, en tanto que el aludido calla. Al enterarse Guerra de ese encuentro, comentó a la prensa que se había iniciado una operación para quitarlo de la ejecutiva y responsabilizó de ello al presidente de la comunidad autónoma de Andalucía, Manuel Cháves.
Aunque por motivos distintos, varios dirigentes regionales o sectoriales del PSOE se pronunciaron contra la exclusión de Guerra.
Rodríguez Ibarra, quien se caracteriza por su posición progresista y por hablar claro, declaró que excluir al actual vicesecretario general sería "una cabronada" (infamia). El secretario de finanzas, Francisco Fernández Marugán, apoyó lo dicho por Ibarra.
La opinión más significativa llega, sin embargo, de un ex guerrista, el presidente de la región de Castilla-La Mancha y líder socialista en ella, José Bono.
Bono no apoya a Guerra, pero sostiene que González debe abstenerse de nombrar la ejecutiva y dejar que lo haga el congreso partidario, democráticamente.
Pero el "felipismo" se ha propuesto, según dejan trascender los colaboradores de González, contar con un partido monolítico y dispuesto a trabajar duro para recuperar el gobierno, convencidos de que las elecciones generales se adelantarán para finales de 1998.
Para ello, también deben actualizar su programa, en lo que trabajarán el ex ministro Joaquín Almunia, el ex secretario de estado Enrique Guerrero y el ex director de estudios de la presidencia del gobierno Carlos Alonso Zaldívar, un teórico del Partido Comunista hasta que ingresó al PSOE en 1983.
El PSOE, desplazado del gobierno por el centroderechista Partido Popular, necesita recomponer su imagen de izquierda progresista.
El nuevo programa intentará responder a esa necesidad, sin abjurar de la política económica neoliberal que el partido aplicó desde que ganó sus primeras elecciones, en octubre de 1982, hasta mayo de 1996, cuando cedió el poder a José María Aznar. (FIN/IPS/td/ff/ip/97