Las instituciones microfinancieras tienen un impacto decisivo en la potenciación de la mujer en todo el mundo, pese a dudas respecto al control que ella ejerce sobre los ingresos generados por los pequeños préstamos.
Los programas de alivio de la pobreza destinados a la mujer y la infancia son prioritarios para la comunidad internacional, con una buena razón: las mujeres ganan sólo 10 por ciento del ingreso mundial, y poseen menos de 10 por ciento de la propiedad.
De los 1.300 millones de personas en el mundo que viven con menos de un dólar diario en todo el planeta -en condición de "pobreza absoluta"-, más de 900 millones son mujeres y niñas.
La situación es particularmente crítica en el sur de Asia, región con el mayor número de pobres del mundo, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero hay otra cara de la historia. Recientes estudios de varios académicos del desarrollo afirman que los préstamos tomados por mujeres terminan bajo el control de los hombres de su familia.
Un estudio de programas microfinancieros en el mundo reveló que ninguno de ellos generó ingresos suficientes para que más de un puñado de beneficiarios pobres lograran crear una base de activos capaz de generar una pensión para la vejez. La falta de pensiones es un factor que resta poder a las mujeres.
Las mujeres ejercen sólo un control limitado sobre 53 por ciento de los préstamos que les fueron entregados por Grameen Bank, otra institución microfinanciera llamada BRAC y organizaciones no gubernamentales (ONG) de mujeres, reveló otro estudio en Bangladesh.
Estos resultados llevaron a expertos a afirmar que las instituciones microfinancieras podrían estar aumentando la carga de trabajo y responsabilidades de la mujer, sin estimular su control sobre los gastos e ingresos.
"Las ONG que entregan créditos simplemente descargaron su tarea de cobro de deudas en la espalda de las mujeres", afirman Anne Marie Goetz y Rina Sen Gupt en un informe publicado por el Instituto de Estudios de Desarrollo en Sussex, Gran Bretaña.
Incluso cuando las mujeres mantienen el control sobre sus préstamos, a menudo los utilizan para las actividades tradicionales del género, como agricultura y cría de ganando y aves, en lugar de destinarlos a nuevos usos.
A esto se suma el hecho de que la mayoría de los 12.500 empleados administrativos y de campo de Grameen son hombres, y ellos realizan la tarea de supervisión puerta a puerta para asegurar que el dinero sea utilizado de acuerdo a las reglas del banco.
No obstante, otros expertos afirman que determinar quién controla el uso de los préstamos es una tarea compleja. Las microfinanzas deben ser analizadas en un contexto socioeconómico y cultural dado, afirman.
Teniendo en cuenta las particularidades culturales, la participación en un programa de pequeños créditos puede potenciar a las mujeres de formas que ellas consideran relevantes, incluso en casos en que entregan la totalidad del préstamo a sus maridos.
Las mujeres bengalíes que pusieron el dinero del crédito en manos de sus maridos tienen un "indice de potenciación" de 36 por ciento, comparado con sólo nueve por ciento de las mujeres no involucradas con instituciones microfinancieras o que no disponen de un programa de crédito en sus villas.
Salma, residente de la villa Chandkhali, a 85 kilómetros de Dhaka, dijo "controlo el dinero que tomé prestado. Mi marido conduce una jinrikisha que compré con el dinero del crédito. Ya no vivo medio hambrienta e insegura. Cuido al bebé y administro el dinero mientras mi marido traslada pasajeros en la jinrikisha".
Los trabajadores por el desarrollo están de acuerdo en que el grado en que las mujeres pueden mejorar su calidad de vida a través de los pequeños créditos está limitada por la política macroecómica.
La falta de seguros sociales aumenta la cantidad de horas que las mujeres invierten en trabajo doméstico no pago. De modo similar, la falta de educación puede hacer fallar los programas de capacitación.
Algunas instituciones microfinancieras adoptan un enfoque de género. "Todas nuestras gerentas son mujeres. Somos lideradas por mujeres", destacó Ela Bhatt, de la Asociación de Mujeres Autoempleadas (SEWA) de India.
Las mujeres que recuperan tierras de prestamistas mediante préstamos para saldo de deudas de SEWA deben registrar la tierra a su nombre, y en segundo lugar se registra el de sus maridos.
El programa de pequeños créditos es sólo uno de los muchos de SEWA, otros incluyen salud, atención a la primera infancia, vivienda, asesoría legal, capacitación y sindicalización de mujeres.
"Adoptamos un enfoque integrador. La demanda del cumplimiento de los derechos de la mujer es nuestro objetivo principal", dijo Bhatt.
A pesar de sus enfoques distintos, Bhatt cree que, en su conjunto, las instituciones microfinancieras del sur de Asia han hecho una contribución destacable. (FIN/PANOS/tra-en/ta/dds/lp/dv-pr/97)
(*) IPS pone a disposición de sus suscriptores este material, por un acuerdo de distribución con la institución internacional de comunicaciones PANOS