Los cubanos iniciaron 1997 entre la esperanza de que el repunte económico del 96 sea el fin de la crisis económica y la advertencia oficial de que los próximos 12 meses serán tensos y difíciles.
La cautelosa euforia del gobierno por el aumento de 7,8 por ciento del producto interno bruto (PIB) el pasado año, fue acompañada por el mensaje de que las fuertes tensiones financieras persistirán en 1997.
La advertencia parecen confirmarlas el proyectado crecimiento del PIB -entre cuatro y cinco por ciento para el presente año- y la prioridad otorgada por La Habana al logro de un mejor balance financiero en divisas.
"El principal freno para un sostenido crecimiento de la economía cubana es la situación financiera externa", aseguró José Luis Rodríguez, ministro de Economía y Planificación.
Según Rodríguez, "la economía cubana se ha visto obligada en los últimos años a enfrentar sus necesidades con créditos a corto plazo con muy altos intereses".
Académicos locales consideran que estos préstamos refuerzan también la presión que ejerce sobre las cuentas públicas cubanas la deuda externa, valorada oficialmente en algo más de 11.000 millones de dólares en 1996.
Fuentes del Banco Nacional de Cuba estiman que este año podrían definirse algunos acuerdos para iniciar conversaciones sobre una renegociación de esta deuda, sobre todo con el Club de París, principal acreedor de la isla.
Sin embargo, la estrategia oficial para atenuar este déficit financiero parece dirigirse fundamentalmente hacia lo que la propia economía nacional pueda obtener en moneda dura.
"La solución a nuestro déficit de divisas estará en los ingresos que seamos capaces de generar o en los gastos en que dejemos de incurrir en nuestra propia economía", afirmó Rodríguez.
Entre sus prioridades, el gobierno señala la búsqueda de una mayor eficiencia energética, pues el crecimiento del consumo de combustible, que alcanzó 24 por ciento en 1996, tres veces más que el PIB, pone en riesgo la reactivación económica del país.
Los planes gubernamentales otorgan un protagonismo creciente al turismo, cuyos aportes netos para 1997, según el presupuesto estatal, deberán incrementarse como el pasado año, 50 por ciento.
La actual locomotora de la economía cubana cerró 1996, de acuerdo con datos del Ministerio de Turismo, con más de 1.300 millones de dólares en ingresos brutos y de ellos, se estima que una tercera parte fueron ganancias netas.
Cálculos presupuestales esperan para 1997 el crecimiento de 20 por ciento de la producción de níquel, sector que el pasado año alcanzó una cifra récord, superior a las 55.000 toneladas, que no tuvo una repercusión directa en las ganancias debido a la baja del precio de este metal en el mercado mundial.
El gobierno cubano cifra también sus esperanzas en el repunte de la industria azucarera, que en 1996 detuvo su abrupta caída y creció 30 por ciento en relación con las 3.300.000 toneladas de 1995, la más baja de los últimos 30 años.
Para el titular de Economía y Planificación, este incremento será discreto, mientras que para especialistas locales podría ser superior a las 4.446.000 de 1996 en unas 200.000 toneladas.
En su cruzada para reforzar el control sobre los recursos y lograr una mayor disciplina tributaria, La Habana se propone para 1997 reducir su déficit presupuestal a no más de dos por ciento del PIB, equivalente a unos 470.000.000 de pesos, una disminución espectacular si se la compara con los 5.050 millones de 1993.
De la reactivación económica de la isla dependerá también la recuperación de los niveles de empleo en la isla, según Salvador Valdés, Ministro de Trabajo y Seguridad Social.
"La carencia de fuentes de financiamiento, entre otras limitaciones, nos impiden avanzar con la rapidez deseada en el fomento de nuevos puestos de trabajo", indicó Valdés.
Estadísticas oficiales aseguran que el desempleo en la isla afectaba a fines del pasado año a ocho por ciento de la población económicamente activa (PEA), estimada en un poco más de 4.000.000 de trabajadores.
Sin embargo, Valdés afirmó que la reanimación económica en 1996 permitió "detener el decrecimiento de la ocupación en el sector estatal civil".
Precisó que actualmente existen más 18.780 trabajadores de los llamados "disponibles', personas que fueron reubicadas temporalmente en otros trabajos o reciben un subsidio temporal por el Estado mientras se les busca algún puesto laboral.
Las autoridades cubanas parecen dispuestas además a llevar el proceso de reformas "hasta donde sea necesario" pero siempre para "perfeccionar su socialismo y no transitar hacia el capitalismo", apuntó el titular de Economía y Planificación.
Rodríguez agregó que Cuba abrirá "un espacio tan grande como sea necesario a la iniciativa privada pero concebida como un complemento del Estado".
En declaraciones al diario El País, señaló que el número de trabajadores por cuenta propia en la isla se estabilizará en las 350.000 personas, frente a los 180.000 actuales.
Aunque no precisó en qué año será, Rodríguez dijo que en Cuba "habrá pequeña y mediana empresa", sin que éstas, dijo, suplan el protagonismo de las grandes instalaciones industriales "en la solución de los problemas fundamentales del país".
El fantasma de la ley Helms-Burton y la postura de la Unión Europea de condicionar su apoyo a Cuba a la realización de reformas políticas en la isla parecen sin embargo oscurecer el futuro de la inversión extranjera en el país, del que La Habana espera un moderado incremento.
Los próximos 12 meses, a juicio de expertos locales, serán un gran dilema para los cubanos deseosos de que las tensiones financieras que se avecinan no frenen el repunte de su economía ni agraven aún más el deterioro de su nivel de vida. (FIN/IPS/rn/jc/if/97