CUBA: El gran desafío de la producción azucarera.

La industria azucarera de Cuba se enfrenta este año al desafío de demostrar que la recuperación del sector, tabla salvadora de la economía nacional, no es un espejismo.

"El comienzo de la actual campaña es positivo", afirmó Nelson Torres, ministro de la Industria del Azúcar, quien reconoció que esta zafra constituye "un soberbio reto".

Muchos ojos dentro y fuera de Cuba están puestos sobre la industria del azúcar, que en la zafra 1995-1996 alcanzó las 4.445.700 toneladas, tras una agotadora campaña de más de seis meses y un dramático esfuerzo final por lograr los 4,5 millones de toneladas previstos.

La producción obtenida significó un crecimiento de 33,6 por ciento respecto de la zafra anterior, catalogada oficialmente como la más baja de los últimos 50 años, al registrar sólo 3,3 millones de toneladas.

Las autoridades parecen decididas a recuperar los volúmenes de los años 80, cuando Cuba era uno de los 10 mayores productores de azúcar del mundo y el primer exportador.

Por ello, consideran los expertos, se arriesgaron a financiar la producción del pasado año con créditos a corto plazo que alcanzaron los 300 millones de dólares y cuyos intereses superan los 50 millones.

Algunos analistas señalan que esta inyección financiera aportó importantes recursos como fertilizantes, piezas de recambio y combustible a una industria que estuvo al borde del naufragio debido a la falta de insumos y a problemas para la reposición de equipos.

Oficialmente prevalece la reserva en cuanto al financiamiento de la actual zafra, pero fuentes académicas calculan que el crédito suma 330 millones de dólares, con tasas de interés hasta 14 por ciento, inferiores a las que debieron aceptarse en la campaña anterior.

Tampoco son mencionados los acreedores y sólo se conoce extraoficialmente que el banco holandés ING, que invirtió 120 millones de dólares en la pasada campaña, no renovó su participación para no ver afectado sus intereses en Estados Unidos por la Helms-Burton.

También permanecen en reserva las proyecciones del gobierno sobre el volumen de la producción, cuyo crecimiento previsto, al decir de José Luis Rodríguez, ministro de Economía y Planificación, "será inevitablamente discreto".

Expertos locales calculan que, de comportarse el financiamiento al mismo nivel de la pasada cosecha, este año podría obtenerse un crecimiento de la producción de más de un millón de toneladas.

La estrategia declarada por las autoridades desde la última cosecha consiste en estabilizar la producción de azúcar en unos siete millones de toneladas antes del 2000.

Para alcanzar ese objetivo, el gobierno aceptó por primera vez abrir paso a la autogestión empresarial sobre la excesiva centralización y la concesión de estímulos materiales a los más de 300.000 trabajadores que se desempeñan en las 156 fábricas de azúcar del país.

Una condición indispensable para el éxito de los planes oficiales, señalan los especialistas, es lograr

El mejoramiento de la eficiencia global de la industria y la reducción significativa del consumo de combustible, debido al aumento del precio internacional del petróleo, son condiciones indispensables para el éxito de los planes oficiales, señalan los comentaristas.

La disminución del consumo de petróleo resulta crucial. Según el ministro Rodríguez, Cuba pagó en 1996 unos 108 millones de dólares adicionales para adquirir combustibles, a causa del alza de precios.

Académicos locales apuntan que es posible recuperar los resultados de los años 80, cuando cuando en la producción de azúcar sin refinar no se utilizaba petróleo, sino combustible obtenido del bagazo de la caña.

Los analistas destacan la necesidad de mantener a la baja el costo en divisas de la producción azucarera, que fue de 120 dólares la tonelada en la pasada cosecha, frente a 160 en 1994- 1995.

La reducción del costo por tonelada es prioritaria para el futuro de un sector, que de acuerdo con cifras oficiales, es fuente de empleo directo de 350.000 trabajadores, entre obreros de la industria y del campo, e indirecta para unos tres millones de personas.

El gobierno también intenta en la actual cosecha aproximarse como promedio a un rendimiento de cinco toneladas de azúcar por hectárea, superior a las 4,3 toneladas de la zafra anterior, pero todavía distante de la producción de seis toneladas por hectárea lograda históricamente.

De acuerdo con algunos expertos, esa meta está condicionada al estado de las plantaciones, que es considerado positivo, por su madurez, buena fertilización y las favorables lluvias registradas.

En cuanto al talón de Aquiles de la actual cosecha, reside en la disponibilidad de caña y en la composición de las cepas, problemas que las fuentes atribuyen a la práctica nociva de moler cañas de la zafra venidera.

Esto se verifica, según los especialistas, al final de cada recolección, cuando la presión por lograr los volúmenes de azúcar pactados en los convenios de comercialización obliga a recurrir a las plantaciones más jóvenes.

Los analistas afirman que esa situación se hace más dramática teniendo en cuenta que la isla no puede renunciar a esos volúmenes de azúcar decisivos para obtener las divisas que necesita la deprimida economía nacional.

En cuanto a los precios, no se anuncia mejoramiento en el mercado internacional, y esa perspectiva ensombrece en cierta medida el futuro de la producción azucarera cubana. (FIN/IPS/rn/ff/dv if/96

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