Canadá enfrenta una embestida comercial de Estados Unidos, al intentar proteger su industria de información contra los competidores estadounidenses, tras una decisión provisional de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que podría tener consecuencias para otros países.
Un panel de la OMC, en una disposición interina, se pronunció a favor de una queja de Estados Unidos según la cual medidas tomadas por Canadá para mantener la producción y distribución de revistas, libros, películas, música, vídeos y programas de televisión y radio canadienses equivalen a protección desleal.
La decisión final deberá tomarse el mes próximo. La disposición de la OMC toca una serie de requisitos impuestos por las leyes canadienses desde hace 30 años, con el fin de mantener viva la industria de información y entretenimiento del país.
Pero las ramificaciones de la disposición van más allá del tema del dominio de Estados Unidos sobre su vecino del norte.
Países de todo el mundo, incluidos Francia y Australia, adoptaron medidas para mantener el respaldo a varios sectores, entre ellos filmes y música, y también serían vulnerables a los desafíos comerciales de Estados Unidos.
Paul Audley, presidente de Paul Audley & Associates y ex asesor del gobierno de Canadá, destaca que la mayoría de los países tienen políticas culturales, inclusive Estados Unidos, cuyos políticos han denunciado la compra de estudios de filmación en Hollywood por parte de empresas japonesas.
Otros países como China, Malasia y Singapur expresaron su preocupación ante la penetración de programas televisivos estadounidenses via satélite en sus sociedades.
La diferencia es que en países como Canadá, Francia y Australia, la política gubernamental implica la mejor distribución de trabajos creativos locales, en lugar de una censura directa del flujo de la cultura popular estadounidense.
Pero los esfuerzos de Canadá han enfrentado la hostilidad de sucesivos gobiernos de Estados Unidos, los cuales tradicionalmente adoptan la posición de que libros, revistas, programas de televisón o películas son productos que deberían pasar por la prueba completa del libre mercado.
Estados Unidos no aprecia que la democracia de una sociedad queda comprometida si sus ciudadanos carecen de acceso a información que refleje puntos de vista locales, afirma Dennis Brown, ex funcionario de comercio de Canadá que ahora preside el Centro de Política Comercial y Leyes de Ottawa.
"Una cultura es un sistema de valores compartido. Y si no hay, la democracia no puede funcionar", reflexiona Browne.
La disputa por la política de revistas de Canadá ha sido de las más largas, con un mercado canadiense con puestos de venta de revistas en las zonas anglófonas atestados con publicaciones estadounidenses.
Ottawa, bajo gobiernos liberales y conservadores, ha intentado evitar que empresas estadounidenses publiquen parte de sus revistas en las llamadas "ediciones canadienses" para un mercado menor de 30 millones de personas, mientras las producen para uno gigantesco de 200 millones.
Estas "ediciones canadienses" contienen los mismos artículos que las estadounidenses, pero con cierto contenido candiense, y son diseñadas para atraer dólares de publicidad con tarifas más baratas que las de editores canadienses.
En un intento por proteger la industria de revistas canadiense, el gobierno liberal del primer ministro Jean Chretien impuso un impuesto de 80 por ciento a las "ediciones canadienses".
El impuesto se fijó en momentos en que la prohibición de Ottawa sobre estas ediciones era socavada por la tecnología electrónica informática por el gigante estadounidenses Time Warner Inc. y su revista Sports Illustrated.
Además, el gobierno ofreció tarifas de correo favorables a las revistas canadienses, en un esfuerzo por cortar la fuga de dólares de publicidad canadienses.
Pero el panel de la OMC, en una decisión provisional, se confirmó la queja de Estados Unidos según la cual las regulaciones de Canadá, incluyendo la prohibición de las "ediciones canadienses" y las tarifas postales, constituyen restricciones al comercio y violan acuerdos internacionales.
Seguramente Canadá cite este punto como base de su apelación, cuando la OMC anuncie su decisión final en un mes. Se espera que la decisión final se haga eco de la provisional, dijo Browne, y señaló que se dispone de 60 días para apelar ante el organismo mundial.
Probablemente Canadá alegará que las revistas, como categoría, constituyen un "servicio" y no un bien, y por lo tanto están cubiertas por el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (GATS).
Browne cree que Canadá tiene buenas posibilidades ante el panel de apelaciones de la OMC, el cual deberá dar un veredicto final antes del verano boreal.
El panel, integrado por "personas altamente calificadas, como jueces retirados", aprecia más las sutilezas de la política canadiense que un panel de disputas, integrado por ex diplomáticos y académicos del comercio, señaló Browne.
Las medidas culturales canadienses han sido en general conservadoras, y no tan amplias como sugieren los críticos de Estados Unidos, indica Sandy Crawley, presidente de la Alianza de Actores de Cine, Televisión y Radio.
Mientras las películas canadienses, por ejemplo, reciben asistencia financiera pública, su disponibilidad en salas locales es aún limitada debido al dominio ejercido en la producción y la distribución del negocio del cine por los grandes estudios de Hollywood, agregó.
Los mayores estudios lograron eliminar sugerencias para establecer una cuota canadiense en la distribución de películas, añade Crawley, debido a que "socavaría sus esfuerzos de promoción, en los que gastan más dinero que en la producción". (FIN/IPS/tra-en/pw/yjc/lp/if-cr/97