BRASIL: Mucha agua y pocos peces en el país de las playas

Brasil tiene una atividad pesquera muy reducida y en grave crisis actualmente, pese a disponer de 8.400 kilómetros de litoral y numerosos grandes ríos.

En los diez últimos años el país pasó de exporta 250 millones de dólares en pescado a importar la misma suma.

Su producción actual no supera las 650.000 toneladas anuales, casi nada comparado a los seis a ocho millones de toneladas de anchoas y sardinas que Perú destina a la producción de harina para exportar como alimento para el ganado cada año.

La precariedad pesquera de Brasil empieza por sus propias cifras. El instituto oficial de estadísticas registró en 1985 una producción récord de 7,65 millones de toneladas. Las mismas autoridades del sector sospechan de ese volumen, 12 veces superior al actual.

Probablemente muchas toneladas fueron sumadas dos veces, una vez al desembarcar y otra al ser vendido el pescado, por vicios estadísticos que persistieron hasta 1989, cree el jefe del Departamento de Pesca y Acuacultura del Instituto Brasileño de Medio Ambiente, Carlos Fisher.

De todas formas todos reconocen que la oferta de pescado se redujo fuertemente desde 1985, aunque sea difícil admitir una caída tan espectacular en solo diez años. El Consejo Nacional de Entidades de Pesca estimó en un millón de toneladas la producción de 1985.

La pesca depredadora, sin control y respeto a los períodos de veda, fue una de las principales causas del desastre, según Fisher. La excesiva captura de la década pasada se está sintiendo actualmennte.

Para la organización de los pescadores, uno de los problemas básicos es la política pesquera regida por el órgano oficial de medio ambiente, volcado a la conservación de los recursos naturales y no al desarrollo de la actividad.

Hasta los años 80 existía una Superintendencia del Desarrollo de la Pesca, vinculada al Ministerio de Agricultura, cuya reapertura reclaman las empresas y asociaciones del sector.

El Departamento de Pesca estima en 80.000 las personas directamente ocupadas por la pesca en Brasil. Itras cuatro millones dependen indirectamente de la actividad.

La mayor cantidad de trabajadores se dedica a la llamada pesca artesanal, familiar o individual, que cuenta con 25.000 pequeñas embarcaciones dispersas por todo el país. La captura en escala industrial involucra a 1.600 buques y 300 empresas.

En Mucurí, en el litoral sur del Estado de Bahia, noreste de Brasil, una comunidad de pescadores sufre la crisis. Algunos la atribuyen a la instalación, en 1994, de una fábrica de celulosa y papel, la Bahia Sul, cuyos desechos líquidos son lanzados al río.

La caída de la pesca se debe en realidad a problemas climáticos y a "irracionalidades" locales, declaró a IPS Marilio Martins Mafra, presidente de la Colonia de Pescadores de Mucurí.

No se cumplen los períodos de veda, no hay frigoríficos para conservación y las embarcaciones empleadas son muy precarias, evaluó Mafra.

Además grandes buques extranjeros practican la pesca de arrastre, con grandes redes, e invaden la franja costera de tres millas (5.500 kilómetros) reservada a la pesca artesanal. Con eso desaparecen los peces, lamentó el dirigente.

La Colonia tiene 300 afiliados, pero Mafra estima en 2.000 las personas vinculadas a la pesca en la región. La existencia de muchos manglares bien conservados en el litoral asegura la reproducción de los peces y una abundancia de cangrejos y otros crustáceos que alimentan a la población local.

La industria de celulosa cumple todas las normas y por eso obtuvo un certificado internacional de buena gestión ambiental.

Sus desechos líquidos son tratados con rigor y las aguas del río Mucuri son permanentemente analizadas para evitar su contaminación, aseguró Renato Carneiro, asesor de comunicación de la empresa.

Brasil, de todas formas, no tendrá una producción pesquera correspondiente a la extensión de sus mares. Predominan cerca de sus costas corrientes que elevan la temperatura y la salinidad de sus aguas, que presentan escasos nutrientes, lo que no favorece a la población ictícola, explicó Fisher.

Además, la situación se agrava por la invasión de grandes barcos pesqueros de otros países que llevan las especies más cotizadas en el mercado mundial y la rezagada tecnología de la pesca brasileña. (FIN/IPS/mo/dg/if/97

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