El sida se está convertiendo rápidamente en otra enfermedad de la pobreza y multiplicando sus costos, lo que llevó al gobierno de Brasil a intensificar la prevención de la enfermedad.
El Ministerio de Salud comenzó este año con planes ambiciosos: distribución de 250 millones de condones entre la población más pobre, información y otras medidas preventivas en áreas y sectores de riesgo, como niños y adolescentes, población de las calles y "garimpeiros" (mineros informales).
Un estudio del propio Ministerio de Salud concluyó que hay entre 338.000 y 448.000 brasileños portadores del virus HIV. Los casos notificados -94.997 hasta principios de diciembre- corresponden a la minoría, los demás son ocultados o tardan años ser recogidos por las estadísticas oficiales.
Cuando la enfermedad se manifieste en todos, los gastos que ocasionará el sida en el país ascenderían a 3.600 millones de dólares anuales. En 10 años, esa cifra podría multiplicarse por 20 en la peor hipótesis, de una epidemia sin control.
El gasto público crecen por variados factores, dijo a IPS Marcio Ruiz Schiavo, director de Comunicarte y representante de otras organizaciones no gubernamentales internacionales especializadas en población, salud y comunicación.
En primer lugar, porque el sida se expande cada vez más entre los pobres, que dependen exclusivamente del sistema público de salud, señaló.
Los datos del Ministerio de Salud indican que hasta 1984, una amplia mayoría de enfermos (83 por ciento) tenían título universitario. En 1994 el cuadro se invirtió y 69 por ciento habían concluido como máximo la enseñanza básica o eran analfabetos.
Las poblaciones ya marginadas, que sufren "las patologias que resultan del hambre y falta de saneamiento", son también las que "cada día más se contaminan con el HIV", señaló el documento final del Congreso Nacional de Prevención de Enfermedades Sexualmente Transmisibles y Sida, realizado en diciembre.
Los nuevos medicamentos llegan al mercado más caros. El "cóctel" que se reveló más eficiente últimamente cuesta entre mil y 1.200 dólares mensuales para cada enfermo, estimó Ruiz Schiavo. Medidas legales obligan al gobierno a ofrecer esa combinación de drogas a las personas infectadas.
Con una sobrevida de cinco años, un enfermo puede costar así más de 60.000 dólares, pero la mayor eficacia del medicamento amplía la posibilidad de sobrevivencia y consecuentemente los gastos.
Pero lo más grave es la creciente incidencia del HIV entre niños, señaló el experto en comunicación y salud. Un niño con sida cuesta cerca de 20.000 dólares al año y presenta expectativas de sobrevida mayores.
Un estudio realizado por el Ministerio de Salud y la ONG internacional Global Orphans estimó que Brasil cuenta actualmente con 183.000 "huérfanos del sida", contaminados o hijos de padres muertos o enfermos.
El Programa de Sida del Ministerio de Salud busca atacar en ese frente con un manual de orientación sexual y prevención para niños de cuatro a 12 años.
Se trata de 1,4 millones de ejemplares destinados a escuelas, con historietas para los menores de seis años e información sobre sida, sexo y drogas inyectables para los mayores.
Pedro Chequer, coordinador del Programa, destacó que se intensificará la campaña preventiva en áreas de gran riesgo, como los "garimpos", lugares donde viven muchos minerosque buscan oro.
La prostitución que acompaña esa concentración masculina representa un riesgo explosivo.
Un estudio en esas áreas, en la región amazónica, reveló que 40 por ciento de las mujeres que viven en zonas mineras usan drogas inyectables o tienen relaciones sexuales con "garimpeiros" que lo hacen.
La distribución de 250 millones de condones este año representaría un avance, ya que multiplica por cinco la cantidad distribuida en años anteriores.
Pero significa todavía una cobertura pequeña, según Ruiz Schiavo, quien estima entre 980 millones y 2.700 millones el número de relaciones sexuales anuales en Brasil.
La capacidad total de producción de condones de Brasil es de 120 millones, por lo que cerca de dos tercios deberán ser importados, dificultando el control de calidad y del transporte adecuado.
El principal problema es como hacer llegar el preservativo a la población que efectivamente lo necesita, observó Ruiz Schiavo. No hay experiencia de esa magnitud y falta una estrategia, un estudio previo de qué segmentos y áreas se debe atender para un máximo de eficacia.
Lo ideal, recomendó el experto, es que los preservativos "estén fácilmente a mano" de personas que tienen hábitos sexuales más promiscuos, por lo que recomendó distribuirlos en las gasolineras.
La venta de cigarrillos, que alcanza los rincones más alejados del país sin aumento de precios, puede ser otro camino, concluyó Ruiz Schiavo. (FIN/IPS/mo/ag/he/97