BRASIL: Agricultura también genera masivo desempleo

El aumento del desempleo que asusta al mundo es básicamente industrial y urbano, pero en países como Brasil también la agricultura, que ocupa mucha gente por ser menos mecanizada, sigue expulsando mano de obra en forma masiva.

Estados Unidos ya redujo a menos de tres millones sus trabajadores rurales, tras un éxodo de 21 millones para las ciudades en las cinco últimas décadas, según un estudio de la Bolsa de Chicago.

Hoy emplea sólo 2,7 por ciento de su población activa en la agricultura. Aunque nuevos avances tecnológicos, como informática e ingenieria genética, están reduciendo más aún el trabajo humano, los despidos son insignificantes en cantidad.

Es distinto la situación en los países en desarrollo. La agricultura brasileña produce mucho menos, pero sigue ocupando 18,4 millones de trabajadores, calcula José Eli da Veiga, profesor de la Universidad de Sao Paulo, lo que representa cerca de 25 por ciento de la mano de obra nacional.

Los empleos rurales aumentaron 13 por ciento en los últimos 15 años, según el experto en cuestiones agrícolas y ambientales. Mientras, la población urbana creció más de 40 por ciento y la rural cayó siete por ciento, indicando menos inactivos en el campo y más trabajadores agrícolas viviendo en las ciudades.

Esa realidad apunta a un gran potencial de disminución de ocupados en la agricultura, por la mecanización y el abandono de cultivos que emplean mano de obra masiva, como el algodón y el café, que es lo que está ocurriendo.

La cosecha de algodón cayó a menos de la mitad desde la década pasada. De exportador, Brasil pasó a importador de la mitad de su consumo y el principal factor es la importación, favorecida por financiación a largo plazo e interés mucho más bajo que el nacional.

El costo de la mano de obra es otra causa, que se agravó en los últimos años, al subir los salarios por la estabilización de la moneda desde 1994, diagnosticó Flavio Turra, analista económico de la Organización de las Cooperativas de Paraná.

En el sureño estado de Paraná, principal productor brasileño, el área destinada al algodón bajó de 705.000 hectáreas en el año agrícola 1991-92 a sólo 182.000 el año pasado.

El café, que emplea a unos tres millones de personas en todo Brasil, según los caficultores, sufrió una migración del cultivo hacia el norte, huyendo de las heladas del sur. Uno de sus destinos fueron las tierras del "cerrado", en el centro del país.

La nueva área ya produce tres millones de sacos al año, 12 por ciento de la cosecha nacional. La calidad del café local es favorecida por la regularidad de las lluvias, pero la baja fertilidad y acidez de las tierras exige mayor cantidad de fertilizantes.

El costo, sin embargo es más bajo, porque las tierras llanas permiten la mecanización y ahorro de mano de obra, según Ana Arakaki, directora de las cooperativas de la región de Patrocinio, uno de los nuevos centros cafeteros.

En otros importantes cultivos el proceso de mecanización se intensificó. Es del caso de la caña de azúcar, que ofrece 400.000 empleos directos en el estado de Sao Paulo, donde se concentra la mitad de la producción nacional.

En los últimos 22 años la mecanización eliminó 863 empleos como promedio anual para cortadores de caña. En la actual cosecha serán 1.500, estimó la Asociación de las Industrias de Azúcar y Alcohol de Sao Paulo.

En 10 años, mitad de la caña será cosechada por máquinas, previó el secretario de Agricultura del estado, Francisco Graziano. Ese proceso se aceleró por exigencias ambientales, contra la quema de cañaverales, necesaria para el corte manual, pero que provoca problemas respiratorios en la población cercana.

Esa situación, sumado a una mayor concentración de la propiedad de la tierra registrado en el censo agropecuario iniciado el año pasado, produce la creciente cantidad de campesinos sin tierra en lucha por reforma agraria.

El bien organizado Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra ya cuenta 41.000 familias en sus campamentos instalados en predios ocupados o orillas de carreteras. Hace un año eran menos de la mitad.

La desocupación rural no entra en las estadísticas oficiales de desempleo, cuyos datos se basan sólo en áreas metropolitanas.

Pero es visible en la migración interna, en los barrios marginales en las periferias de las ciudades y en la economía informal, que ya ocupa a más de la mitad de la población economicamente activa. (FIN/IPS/mo/ag/dv-if/97

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