ARGENTINA: Malestar social persiste pese al repunte económico

La producción y el consumo comenzaron a mostrar en Argentina claros signos de recuperación a fines de 1996. Pero el malestar social y político por el alto desempleo podría neutralizar en las urnas el efecto favorable al gobierno de ese repunte económico.

En un año signado por las elecciones legislativas de octubre, la reactivación económica contrasta con una caída persistente de la popularidad del presidente Carlos Menem, que no logra superar el techo de 20 por ciento.

Según una encuesta de la consultora Graciela Romer, 58 por ciento de la población cree que el gobierno (y no el contexto mundial) es responsable de la desocupación, que asciende a 17,4 por ciento. Además, apenas nueve por ciento admitió que su situación económica personal "es mejor" que en 1991.

La cantidad de personas que aceptan que la política económica se mantenga sin cambios viene bajando sistemáticamente, según Romer. Solo 11 por ciento de la población se resiste a que el plan económico se altere.

En cambio, pasó de 14 a 38 por ciento el porcentaje de quienes quieren "cambiar totalmente" el rumbo de la economía.

La reactivación se recupera y el consumo crece a niveles cercanos a los de 1994, el mejor año desde que comenzó el plan de convertibilidad en 1991. Pero la adhesión popular al presidente y su modelo económico está lejos de la que había alcanzado en los primeros años.

Ante esta perspectiva, la estrategia oficialista apunta a impulsar la construcción para atender la demanda de empleo y vivienda, y obtener así un rédito político de cara a las elecciones en las que el gobierno se juega el mantenimiento de la primera minoría en el Congreso.

Pablo Rojo, el presidente del Banco Hipotecario Nacional, debió aclarar que el uso de los 1.200 millones de dólares de los que la entidad dispondrá este año para financiar la compra de viviendas "no persigue fines electorialistas".

El funcionario salió así al cruce de los informes periodísticos sobre el plan de construcción que analizaron el presidente y sus ministros esta semana. El financiamiento previsto será 40 por ciento superior al de 1996.

Según las cifras oficiales divulgadas en enero, 1996 finalizó con un crecimiento del producto interno bruto de 4,4 por ciento. Pero al comenzar el año aún persistía la tendencia recesiva de 1995.

En el primer trimestre, la producción cayó 3,2 por ciento. Recién en el segundo trimestre creció 4,8 por ciento, en el tercero 7,9 y en el cuarto ocho por ciento, por lo que el resultado de los tres últimos trimestres determinaron la recuperación.

El gobierno prevé que el producto interno bruto crecerá más de cinco por ciento en 1997. Los empresarios de la industria automotriz pronostican que el sector, que comenzó a recuperarse en 1996, tendrá un nuevo impulso de seis por ciento de crecimiento este año.

El consumo también manifestó un alza que cambió de signo en el segundo trimestre de 1996 y se mantuvo positivo durante todo el año. Analistas privados observan que, si bien aún se está lejos de un auge como en 1994, la gente compra más de lo más barato.

La Federación Argentina de Comercios de Artefactos para el Hogar informó que en 1995 se vendieron 950.000 televisores y 1,1 millones en 1996. Pero la venta había alcanzado 1,4 millones de unidades en 1994.

Los propietarios de grandes supermercados también observan un aumento de la demanda, sobre todo a partir de diciembre de 1996, pero aclaran que la mayor afluencia de público está vinculada al aumento de las ofertas.

Los consumidores se vuelcan a las segundas marcas y el auge tiene su principal ingrediente en las ofertas de dos productos al precio de uno, según revela la Fundación Senda, en base al análisis de los desperdicios que arroja la población de Buenos Aires.

A su vez, la Secretaría de Turismo y las cámaras empresariales señalaron que el turismo interno creció 20 por ciento respecto de 1996, de acuerdo con los datos de enero. Si bien parte del flujo se debe a la menor cantidad de viajeros a Brasil, el dato no deja de ser alentador.

A pesar de todo, el consumo privado podría tener un techo ocasionado por el índice de desempleo, que llegó a 17,4 por ciento en 1996, y no solo por el retroceso de la demanda interna por parte de quienes carecen de ingresos.

El malestar social y político con el gobierno, que se refleja en la baja popularidad de Menem, ya está señalando un límite.

El Ministerio de Economía pronosticó que la desocupación podría bajar dos puntos este año, pero solo si se aprueba un proyecto de flexibilización laboral concebido por el gobierno y que no cuenta con el aval de los sindicatos ni de la mayoría del Congreso.

"Hay un divorcio entre el repunte en los niveles de consumo interno que reflejan las estadísticas y la sensación térmica de la gente", explicaba esta semana un editorial del diario especializado en negocios El Cronista, de Buenos Aires.

"Esto se debe, en parte, a que la reactivación no llega a todos por igual y en parte por el malhumor político de la sociedad, que le hace percibir como muy negro el futuro inmediato de la economía", concluyó el periódico. (FIN/IPS/mv/mj/ip if/97

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