La agricultura de todo el mundo se vuelca cada vez más a los piretroides como supuesta alternativa "segura" a los pesticidas basados en organofosfatos, mientras aumentan las evidencias de que su toxicidad en el agua es mayor que la prevista inicialmente y puede envenenar especies de peces.
Según sus productores, los piretroides son menos dañinos al hombre y los mamíferos. Pero son altamente tóxicos para los peces y algunos insectos benéficos como las abejas, y más altas las posibilidades de que el envenenamiento de los recursos naturales por los pesticidas esté más extendido que lo imaginado.
La Agencia Ambiental de Gran Bretaña y la Agencia de Protección Ambiental Escocesa (SEPA) hicieron un llamado al gobierno para que revise las disposiciones que permiten a los agricultores verter desechos en hoyos o tierras en que se biodegradarán.
Agricultores británicos han utilizado piretroides como baño para ovejas, en preferencia ante los supuestamente más dañinos organofosfatos.
Pero los piretroides son tan tóxicos que "si ovejas bañadas gotean cerca de cursos de agua, la pequeñísima cantidad de la sustancia vertida alcanza para matar los camarones", sostuvo Ray Prigg, ecologista de la Agencia Ambiental, y afirmó que la vida de los ríos está siendo decimada por el creciente uso de los piretroides.
Se cree que hasta la mitad de los criadores de ovejas en Gran Bretaña dejaron de usar organofosfatos en los últimos dos años, temiendo efectos adversos en la salud de los trabajadores expuestos a los productos químicos.
Los piretroides sintéticos, menos dañinos para los humanos, están matando a miles de invertebrados en los ríos y lagos.
Según Donny Morrison, de SEPA, "los piretroides son más seguros para los granjeros que los organofosfatos convencionales. Pero nosotros estimamos que al menos son cien veces más tóxicos en el ambiente acuático de los organofosfatos, especialmente para los invertebrados".
Los piretroides son el tercer tipo de pesticida utilizado extensivamente en la agricultura desde la Segunda Guerra Mundial. En las décadas de 1950 y 1960, dominaban los organocloruros como DDT, aldrin y dieldrin.
Pero en los años '70 fueron retirados y muchos prohibidos, a la vez que aumentaban las evidencias de que se acumulaban en el ambiente y la cadena alimenticia.
Aún se usan en algunos países en desarrollo ex comunistas donde también hay grandes cantidades que aguardan un tratamiento de desecho seguro.
Los organocloruros fueron reemplazados por los organofosfatos, menos persistentes en el ambiente.
Los organofloruros fueron desarrollados como consecuencia de investigaciones militares sobre gases nerviosos. Quizás no sorprendentemente, ahora quedó demostrado que pueden causar daños permanentes al sistema nervioso como resultado de una única exposición a una alta dosis o una larga exposición a bajas dosis.
Muchos productores de ganado en Gran Bretaña que fueron legalmente obligados a bañar su ganado dos veces al año denunciaron que su riqueza fue perjudicada, y ahora reclaman compensaciones del gobierno.
Los baños obligatorios al ganado fueron suspendidos en 1995, tras crecientes amenazas sobre serios efectos sobre la salud.
Los organofloruros también son los principales sospechosos de causar el llamado síndrome de la guerra del golfo, un grupo de síntomas registrados por miles de tropas en Gran Bretaña y Estados Unidos que sirvieron en la guerra del Golfo contra Iraq en 1991.
Con evidencias de los productores de ganado británicos y los veteranos de la guerra del Golfo, todo indica que los organofloruros podrían correr el mismo destino que los organocloruros. Ahora le toca el turno a los piretroides. Pero estos también tienen sus problemas.
"Esto no deja ningún insecticida que pueda considerarse seguro", dijo Peter Beaumont, del Pesticides Trust, con sede en Londres. "Podría pasar poco tiempo antes de que el tratamiento integrado de las pestes y la agricultura orgánica produzcan los propios", añadió. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/lp/en/97
