La desidia ciudadana y el olvido oficial han convertido a la bahía de Panamá en una gran cloaca que amenaza la salud del millón de personas que residen en sus inmediacioes, advirtieron expertos.
Constituida en el balneario por excelencia de los prósperos residentes de la antigua barriada burguesa de Bella Vista en la década de los cuarenta, la actual bahía de Panamá se asemeja más a una tumba marina que a un sitio de reproducción de peces y lugar de recreo y esparcimiento de las personas.
Estudios realizados en el lugar revelan que la contaminación con heces fecales supera en 150.000 veces el máximo permitido.
Además de la basura doméstica y los desechos industriales que arrastran los cuatro ríos existentes en la ciudad hacia la bahía, los expertos aducen que la falta de tratamiento de aguas servidas contribuyó a agravar el problema.
El arquitecto David Samudio, presidente de la no gubernamental Fundación Techo, afirmó que hace diez años se dañó una planta de bombeo que transportaba las aguas negras mar adentro y que la misma nunca fue reparada debido a la desidia del Ministerio de Salud.
Ello provocó que la red de alcantarillas de la capital descargue directamente las aguas servidas en la bahía, señaló.
Entre otras consecuencias derivadas de ese problema, Samudio destacó la gran acumulación de "lodo sanitario" en la costa, "que en algunos puntos llega a tener más de dos metros de profundidad", así como el reflujo de los desechos sólidos que transportan los ríos hacia la ciudad cuando sube la marea.
Inversionistas privados solicitaron permiso para limpiar una parte de la costa a cambio de una concesión para explotar un parque recreativo contiguo al malecón que bordea el área más céntrica de la bahía.
Sin embargo, Samudio indicó que "no se trata de limpiar la bahía para atraer turismo sino que es un grave problema sanitario cuya solucíon los gobiernos han ido postergando irresponsablemente".
Las futuras generaciones "heredarán una zona insalubre, con malos olores, donde existirá un peligro latente", advirtió.
Desde inicios de 1980, cuando el gobierno clausuró un enorme vertedero de basura en un extremo de la bahía, existe un plan elaborado por expertos locales y japoneses para el saneamiento y recuperación del lugar.
Pero la crisis política que afectó al país entre 1987 y 1994 y la falta de recursos financieros han pospuesto la aplicación del proyecto.
El plan incluye el dragado de la bahía, la canalización de los cuatro ríos urbanos, la reconstrucción de los sistemas de alcantarillado, la instalación de plantas de tratamiento de aguas servidas en tierra firme y el bombeo de las aguas tratadas mar adentro.
El ecologista Jorge Matsufuyi, presidente de la Fundación Shinmatsu de Panamá, exhortó a las autoridades a tomar una decisión inmediata para evitar que los costos de limpieza de la bahía se vuelvan prohibitivos.
A mediados de la década pasada el costo de las obras fue estimado en unos 300 millones de dólares, pero "hoy andan por los 500 millones, mañana serán de 750 y luego de mil millones", según dijo.
Expertos del estatal Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables (Inrenare), del Ministerio de Salud y de la Universidad de Panamá aducen que antes de acometer la obra hay que educar a la comunidad y frenar los abusos contra el medio ambiente.
Los ríos Matasnillo, Río Abajo, Matías Hernández y Juan Díaz son los que más sufren la contaminación por basura doméstica, letrinas y vertido de desechos industriales.
La ingeniera Génova Cárdenas, del Inrenare, conduce un proyecto apoyado por otras entidades estatales y organizaciones no gubernamentales destinado a educar y generar conciencia entre la población sobre la necesidad de no contaminar los ríos y quebradas de la capital.
En el marco de ese plan, se está reuniendo a vecinos y dueños de empresas localizadas en la ribera del Río Abajo "para darles charlas y pasarles películas sobre la realidad del medio ambiente, a fin de que tomen conciencia del daño que se está causando a ese río con la deposición de la basura", señaló Cárdenas.
Si los industriales y comerciantes continúan contaminando esa vía fluvial pese a las advertencias el Estado deberá castigarlos, indicó. (FIN/IPS/sh/dg/en/97