La paz llegó a los países de Africa meridional tras varias décadas de guerras civiles, pero sobrevive en la subregión una enorme existencia de armas ligeras, lo cual supone una nueva amenaza, según los últimos estudios.
Aunque esa proliferación de armas pequeñas va siendo de a poco reconocida como un desafío y una desgracia potencial para la prosperidad económica, el hecho ha sido generalmente desestimado por los gobiernos del sur de Africa.
"Años de conflictos y guerras transformaron a la región en un bazar de armas ligeras", señala el investigador Glenn Oosthuysen en un estudio recientemente concluido.
"Muchas de las armas, si no la mayoría de ellas, que fueron usadas en las guerras de liberación y en las guerras posteriores a la independencia en Angola, Mozambique, Namibia y Sudáfrica ya no están en manos de las autoridades", afirma el estudio.
Los malos controles fronterizos y policiales facilitan el movimiento de estas armas por toda la región, con Sudáfrica como destino preferido.
Se estima que existen unos seis millones de metralletas AK 47 en Mozambique. Durante la guerra civil que estalló en 1975 y duró 17 años, las grandes potencias de la guerra fría, y también Sudáfrica, llenaron de armas a ese país.
La guerra terminó oficialmente en 1992, pero debido a defectos comprobados en el proceso de desarme los civiles retuvieron una gran cantidad de armas, de acuerdo con la investigación realizada por Oosthuysen en su trabajo titulado "Proliferación y Control de Armas Ligeras en Africa Meridional".
Oosthuysen es investigador del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales de la Universidad de Witwatersrand, sita en Johannesburgo.
La contribución de Angola a esta situación consiste en millones de minas terrestres y de rifles automáticos, pistolas y municiones que están en manos clandestinas, lo cual ha alimentado el floreciente mercado negro de armas en la subregión. La guerra civil duró 20 años en Angola, a partir de 1975.
Estudios especializados estiman en nueve millones la cantidad de minas terrestres esparcidas en el territorio de Angola.
La policía fronteriza angoleña calcula que 90 por ciento de la población está en posesión de armas, pero las cifras de Naciones Unidas indican que existe un millón de armas entre los 11 millones de habitantes.
"El aumento de la criminalidad incrementa la demanda de armas, tanto por parte de los delincuentes como de la población civil, que desea protegerse", señaló Bill Sass, del Instituto de Estudios de Seguridad.
"La proliferación de armas contribuye al auge de delitos como el homicidio, el secuestro de automóviles y el tráfico de drogas", apuntó Sass.
La empresa financiera sudafricana Nedcor patrocinó el año pasado un proyecto sobre Delito, Violencia e Inversión, el cual reveló que el delito costó a Sudáfrica 31.300 millones de rand en 1995, una cifra igual a 5,6 por ciento del producto interior bruto estimado para 1996 en aquel momento.
Hasta ahora no ha sido posible conocer cuántas armas en situación ilegal circulan por Sudáfrica, pero existen diversas estimaciones que van desde 400.000 a ocho millones.
Sudáfrica sigue siendo un país con numerosas empresas dedicadas a la fabricación y comercialización de armas. La Asociación Sudafricana de Propietarios de Armas difunde una pegatina que expresa: "Mejor tener un arma y no necesitarla, que necesitar un arma y no tenerla".
La creciente criminalidad en Sudáfrica ha hecho nacer la avidez por armas en la gente. Este país tiene la cifra más alta de violaciones en el mundo, y se encuentra entre los primeros en episodios de homicidio.
El control de armas no ha podido ser acordado por los países que forman la Comunidad para el Desarrollo de Africa Austral – Angola, Botswana, Lesotho, Malawi, Mozambique, Mauricio, Namibia, Tanzania, Sudáfrica, Swazilandia, Zambia y Zimbabwe- por falta de políticas coherentes entre ellos. (FIN/IPS/tra-en/gm/pm/arl/ip/97
