Doscientos metros bajo la tierra, esculpido en el granito de la estepa siberiana y accesible sólo mediante un túnel de cinco kilómetros, el Complejo Minero y Químico de Zheleznogorsk era uno de los mayores secretos de la guerra fría.
Diez mil funcionarios trabajaban secretamente en el complejo, obtenían la energía de sus propios reactores nucleares y salían a la superficie sólo para volver a sus hogares en la "ciudad secreta" de Krasnoyarsk-26, construida por orden de Stalin.
Ahora que la guerra fría pasó, los trabajadores de Krasnoyarsk- 26, rebautizada "Zheleznogorsk", debe convertir la producción militar en civil, en un proceso lento, costoso y no siempre practicable.
La construcción de la ciudad de 93.000 habitantes sobre las márgenes del río Yenisei, en Siberia, comenzó en 1950. Originalmente fue establecida para la producción de plutonio para armas nucleares, pero ahora se realizan en ella diferentes procesos industriales.
Actualmente, la conversión de la producción militar en civil avanza "a un ritmo satisfactorio", según Viktor Mijailov, ministro de Energía Atómica.
No obstante, el gobierno aún debe a Zheleznogorsk unos 32.000 millones de rublos (5,8 millones de dólares) del presupuesto federal de 1994 como compensación por el cierre de algunas de sus instalaciones nucleares, y hasta ahora sólo recibió 60 por ciento de su asignación presupuestal para la conversión.
En 1994, las protestas del personal por el atraso en el pago de sus salarios obligaron a Mijailov y al presidente ruso Boris Yeltsin a visitar el complejo y prometer mejores condiciones.
Pero los problemas persistieron y la tensión continúa en aumento, en parte debido a la reducción del personal de la planta entre cinco y siete por ciento durante los últimos tres años.
Sin embargo, se lanzaron más de 20 proyectos de conversión, entre ellos un programa para la construcción de la mayor fábrica de silicona semiconductora de Rusia.
Así mismo, los proyectos incluyen la producción de germanio de cristal de máxima pureza, usado también para semiconductores, así como la fabricación de 80.000 televisores por año para la compañía coreana Samsung y de muchos otros productos, desde tanques para transporte de alimentos a equipos de lechería.
La nueva fábrica de silicona semiconductora, una sociedad anónima, forma parte de la asociación minera y química establecida originalmente para la producción de plutonio.
El director general del complejo, Valery Lebedev, informó que ya se invirtieron 15 millones de dólares en la primera fase de la construcción de la planta, de la cual India participa activamente como forma de reembolso de su deuda con Rusia.
"Además, India está interesada en comprar silicona", y "para fines de diciembre se presentará en ese país el diseño de la nueva planta, cuya construcción costará unos 150 millones de dólares", señaló Lebedev.
El complejo dejará de producir plutonio de uso militar para el año 2000, de acuerdo con el decreto presidencial de conversión de la planta a la producción civil. (FIN/IPS/tra-en/ai/rj/ml/if-ip/96