/REPETICION/ TURQUIA: Solitario desafío de un enemigo de la guerra

Osman Murat Ulke, el más famoso objetante de conciencia de Turquía, continúa su lucha individual contra el militarismo de su país desde la prisión militar de Eskisehir, donde aguarda sentencia por desacato.

Ulke se negó a obedecer las órdenes de sus superiores, a usar uniforme y a portar armas tras ser llamado al servicio por orden de un tribunal militar de Ankara y enviado a las barracas del Regimiento de Gendarmes en Entrenamiento de Bilecik, en el noroeste de Turquía, el pasado 24 de diciembre.

Faltándole nueve meses para cumplir el año y medio de servicio militar en Bilecik, el conscripto fue finalmente enviado el mes último a la tristemente famosa cárcel de Eskisehir por un frustrado comando del ejército.

La protesta de Osman "Ossi" Murat Ulke le valió el respaldo de grupos pacifistas de todo el mundo y un lugar en la lista de "Prisioneros de Paz" del grupo War Resisters International. En Alemania, España, Finlandia y Suiza se realizaron manifestaciones en su apoyo.

La madre de Ulke y otras activistas de Estambul e Izmir fueron impedidas de visitarlo en Eskisehir el fin de semana pasado, aunque miembros de la familia pudieron verlo el lunes.

Ulke, residente en la ciudad occidental de Izmir, se rehusó a realizar el servicio militar por primera vez en septiembre de 1995 y fue detenido un mes después por orden directa del fiscal militar del Estado Mayor.

El fiscal lo acusó de disponer al público contra el ejército luego de desobedecer y quemar la orden de presentarse a cumplir el servicio.

En la prisión de Mamak, en Ankara, Ulke se negó a usar el uniforme de los presos militares e inició una huelga de hambre que duró 20 días. El 24 de diciembre fue liberado, sólo para ser enviado inmediatamente a Bilecik.

"En este mundo, el lugar de la gente honesta es la cárcel", escribió en una carta a sus defensores.

Nacido en Alemania, donde trabajaba su padre, Ulke llegó a Turquía en 1985 a los 15 años para completar su educación y eventualmente comenzar a trabajar en la industria turística de Izmir.

"Ossi' persigue una causa difícil y arriesgada", manifestó la activista de los derechos humanos Fatos Kanar, miembro del comité de apoyo a Ulke.

"Además de oponerse a la guerra, se resiste al militarismo y los valores masculinos dominantes, pero está solo en su lucha", destacó.

"Aun los oponentes de la guerra contra los separatistas kurdos mantienen distancia y evitan expresar su apoyo a Ulke. Las mujeres somos las que apoyamos su lucha contra el militarismo", agregó Kanar.

La activista destacó que en Turquía el servicio militar se considera un verdadero deber cívico, en guerra o paz. En tiempos antiguos, la sociedad se construía en base a las necesidades militares, y se esperaba que los hombres musulmanes estuvieran listos para servir en el ejército del Sultán en cualquier momento.

"No obstante", expresó, "si la mayoría de la población se despojara de sus prejuicios, sacaría las mismas conclusiones que él".

Existe, sin embargo, una creciente oposición al servicio militar obligatorio y al juzgamiento de objetantes de conciencia por tribunales militares, y la intensidad del conflicto en el sudeste del país endureció las críticas al tradicional militarismo turco.

Pero los pacifistas realizan una clara distinción entre aquellos que desafían las actitudes militaristas mediante la desobediencia civil y los "desertores comunes", que huyen de los peligros de la línea de frente.

"Elegí mi camino a conciencia y lo seguiré con determinación", dijo Ossi a sus familiares.

"Los que están fuera de la cárcel la pasan peor, y no me siento solo, sino feliz por ser un ejemplo para otros que me puedan seguir tarde o temprano", expresó. (FIN/IPS/tra-en/nm/rj/ml/hd/96

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