El interés por captar inversiones extranjeras, especialmente de Brasil y Argentina, se mantiene como el talón de Aquiles del Mercosur, generando tensiones que también persistieron este año en el comercio, aunque limitadas a pocos productos.
La decisión del gobierno brasileño de ampliar los incentivos fiscales para atraer montadoras de automóviles y fábricas de autopartes a las regiones más pobres del país desató otra ola de protestas y amenazas por parte de Argentina, obligando a nuevas negociaciones.
Están en juego más de 35.000 millones de dólares en inversiones que la industria automovilística anunció para Brasil y Argentina hasta el año 2000. Exenciones o reducción de tributos, como las ofrecidas por Brasilia, pueden determinar la ubicación de las nuevas plantas.
La disputa de capitales se extiende por la industria en general, pero es más intensa en el sector automotor. El Mercosur está atrayendo a las montadoras como el mercado de mayor potencial de expansión, con una demanda que se duplicará a tres millones de vehículos anuales en pocos años.
En junio del año pasado Brasil adoptó un régimen automotor que incluía cuotas de importación y vários estímulos a las montadoras instaladas en el país, como reducción a casi cero hasta 1999 del arancel para la importación de equipos, insumos y componentes.
Además, establecía un arancel de 70 por ciento para la importación de vehículos completos, pero lo reducía a la mitad para las montadoras con un plan de exportaciones. La discriminación provocó cuestionamientos aún no resueltos de Japón, la Unión Europea, Corea del Sur y Estados Unidos.
Con el decreto publicado el 19 de diciembre por el gobierno brasileño, se amplían los incentivos para los fabricantes de todo tipo de vehículos y componentes que se instalen en el noreste, norte y centrooeste del país.
La medida sonó como un desafío a Argentina, cuyo presidente, Carlos Menem, había amenazado con tomar represalias.
"Habrá compensaciones para las montadoras también de nuestro lado", si Brasil adopta los incentivos fiscales, advirtió Menem el día 17, durante la Cumbre del Mercosur en Fortaleza.
El embajador argentino en Brasil, Diego Guelar, anunció que su gobierno protestará e intentará negociar con el de Brasil a principios de enero, tras evaluar el impacto de la medida.
El ministro brasileño de Industria y Comercio, Francisco Dornelles, aseguró que habrá diálogo y el asunto no afectará al Mercosur, y justificó los incentivos como instrumento necesario para la "desconcentración industrial", compensando desventajas competitivas de las regiones menos desarrolladas.
Si se comprueban consecuencias negativas, "la medida podrá ser revisada", admitió José Alfredo Lima, jefe del Departamento Económico de la cancillería brasileña.
Los nuevos incentivos contribuyeron a que la empresa coreana Asia Motors decidiera instalar una planta en el noreste de Brasil, que costará 500 millones de dólares y producirá 60.000 vehículos utilitarios al año, generando 2.500 empleos directos. Otras montadoras estudian seguir el ejemplo.
El gobierno estableció un plazo corto -hasta 31 de marzo próximo- para habilitación de los proyectos de montadoras que se beneficiarán de los incentivos fiscales, y un año más para las empresas de autopartes, lo que podría neutralizar reacciones argentinas.
Pero un artículo permite prolongar parte de los incentivos hasta el 2010, contrariando el acuerdo del Mercosur que establece el año 2000 para la entrada en vigor de un régimen automotor común, poniendo fin a las reglas nacionales autónomas.
Además, los estímulos fueron fijados por una "Medida Provisional", una iniciativa del Poder Ejecutivo con vigencia de 30 días, que puede ser prorrogada, pero para esto debe ser aprobada por el Congreso.
Como se trata de una respuesta del gobierno a presiones políticas, especialmente del noreste, es posible que los parlamentarios modifiquen la medida, pudiendo por ejemplo ampliar el plazo para habilitación de los proyectos beneficiados.
La medida deberá provocar nuevos problemas para Brasil en la Organización Mundial de Comercio, donde aún se requieren explicaciones sobre los incentivos a las montadoras adoptadas en junio de 1995.
Argentina, que se considera repetidamente afectada por las numerosas medidas de protección o estímulo de Brasil, insiste en establecer reglas comunes para las políticas públicas. La intención es poner fin a las "ayudas gubernamentales" que desvían inversiones y flujos comerciales.
En realidad, Brasil ya vive desde el año pasado un clima de "guerra"interna, con municipios y estados disputando inversiones a golpes de incentivos, que van desde la renuncia fiscal a ofertas de infraestrctura a costo cero.
Con el fin de las fronteras económicas en el Mercosur, esa guerra se extendió al bloque subregional. (FIN/IPS/mo/ag/if/96