/REPETICION/ (Artes y Espectáculos) ARGENTINA: Los jóvenes y el tango en un abrazo elocuente

Hasta hace dos años, el tango, símbolo identificatorio de Argentina en el mundo, era rechazado por la gran mayoría de los jóvenes del país. Hoy, cada vez son mas los que se abrazan a esa danza sensual en busca de una identidad perdida.

Todos los días se inauguran nuevas escuelas para enseñar las artes de la danza a los recién llegados. Los salones nocturnos se multiplican y ahora abren también los días de semana, porque cuando un "porteño" (habitante de Buenos Aires) permite que emerja su pasión tanguera, el torrente es imparable.

Así lo explica a IPS el profesor Ricardo Barrios.

"El tango late adentro de la gente de Buenos Aires, está vivo allí, en estado potencial, lo lleva en su estructura genética, corre por sus venas", asegura Barrios con retórica entre científica y poética.

El mismo tiene la pasión de un converso. "Tuve que aprender tango para conseguir un trabajo, y ya no lo pude dejar", dice.

Barrios asegura que es muy emocionante asistir a un primer día de clase de tango de un grupo de jóvenes argentinos.

"Se sienten movilizados porque se acercan por curiosidad, y terminan sintiendo algo muy compulsivo, que no pueden dejar. Es una experiencia afectiva que los transporta a sus ancestros, a su historia".

En este sentido, el tango parece ser el insólito refugio de jóvenes nihilistas. Con jeans gastados y borceguíes, adolescentes varones bailan abrazados en los salones. Según una investigación de la Universidad de Buenos Aires, son los "punks" argentinos que reivindican el barrio, la familia… y el tango.

Los protagonistas no creen que sea una moda. "Es la búsqueda de una identidad", explica a IPS Mario Cejas, director de la Academia Nacional del Tango. "Es probable que muchos se acerquen después que Madonna lo hizo, como si siguieran copiando lo extranjero, pero inmediatamente descubren algo grande".

La cantante Adriana Varela -exponente de la nueva cultura del tango- tiene otra explicación. "Los jóvenes necesitan abrazarse, tener contacto físico, y eso no se ve en las discotecas donde las parejas bailan sueltas, no se tocan, no se miran, no se hablan, ni entienden las letras de las canciones que escuchan".

Sandra es una bella profesora de italiano. Tiene 21 años y espera que la inviten a bailar, acodada en una mesa del club Almagro, el mismo salón de tango que eligió Madonna para una escapada nocturna cuando viajó a Buenos Aires para rodar la película "Evita".

"Petaca" es el apodo de un jubilado de 68 años, devenido maestro de la milonga. Hace 48 años que taconea los salones de Buenos Aires. Su estilo se conoce en Berlín, Bruselas y Barcelona. Ahora frecuenta el salón Almagro de martes a domingo, "por vicio", según confiesa a IPS.

Petaca hace una seña con la cabeza y Sandra decodifica. Las parejas de tango no necesitan hablar. El hombre mira a la mujer, le hace un movimiento de cabeza y ella acepta o no el convite.

Sandra aceptó: a pesar de la diferencia de edad, será un honor ser conducida por un milonguero de los de antes, un mito viviente.

Se abrazan y bailan, van haciendo los típicos movimientos que nunca son iguales.

"En la milonga, las parejas se largan a hacer sus propios dibujos, es muy distinto al tango de los profesionales que hacen coreografías y las repiten. Acá hay que dejarse llevar por el sentimiento, que siempre cambia", explica Cejas.

El tango profesional es el que más se conoce en el extranjero. Es el que brilla en los espectáculos musicales que giran por los teatros del mundo y el que adorna las tarjetas postales de Buenos Aires. La pareja en un quiebre, la mujer casi acostada y el hombre inclinado sobre ella casi en un ángulo de 90 grados.

Pero la milonga, el típico tango que se danzaba en Buenos Aires desde los años 30 y que se ganó la condena de la Iglesia Católica, ese sólo se encuentra en los salones de barrio.

Allí, cada pareja baila algo diferente, "sus propios dibujos", diría Cejas, aunque todo es tango.

Petaca cree que Sandra baila bien, pero podría hacerlo mejor. "Los jóvenes tienen entusiasmo pero no quieren trabajar, ellos copian, no crean. Se sientan a mirar, copian y después quieren ser maestros y ganar plata, y el tango no es para eso, yo si tuviera que vivir del tango me mato".

Muchos de los jóvenes que van al club Almagro y a los demás salones de tango son bailarines o actores. Pero también hay profesionales, estudiantes o empleados que simplemente tuvieron alguna experiencia que los decidió, sobre todo los que salieron de viaje al exterior.

"Estuve viviendo en Europa y cada vez que decía que era argentina me pedían que baile el tango. Yo decía que no sabía y se sorprendían muchísimo. Otros me pedían que cante, y tampoco. No sabía ni una sola letra", confiesa a IPS Constanza, una diseñadora gráfica de 26 años que ahora sí se inició.

Los jóvenes de hoy tienen a su favor el desprejuicio. Llegaron al tango por propia decisión y no porque se dejaron vencer por sus padres en la guerra generacional. Para los de 35-40, en cambio, el tango era cosa de viejos conservadores. Quedaron enrrolados en el bando del rock y ahora les cuesta acercarse.

Las mujeres más jóvenes tampoco cargan con prejuicios de género.

"No hay nada más lindo que dejarse llevar por un hombre", dice Sandra. Eso sí, reconoce que en los años 50 una mujer como ella no podía salir sola a bailar el tango sin ser tildada de prostituta. En cambio ella viene sola todos los días de la semana.

No se trata de que el tango haya revivido o sobrevivido. Tampoco que esté de moda.

"El tango nunca murió", asegura Petaca. Sólo que ahora lo descubrieron muchos extranjeros y muchos jóvenes y se sintieron imantados por la danza, por eso es que la oferta de mercado se incrementó en forma paralela a la demanda.

Desde hace dos años existe una radio de frecuencia modulada, "FM Tango", que transmite exclusivamente este tipo de música.

La audiencia tiene un promedio de edad que ronda los 35. Pero desde hace un año y medio hay además un canal de cable de televisión, "Sólo tango", que transmite las 24 horas del día, los siete días de la semana.

Sin embargo, ni la lírica ni la música se renuevan con los nuevos seguidores. Las letras escritas por jóvenes están aún muy lejos de la calidad de la poesía de los años 30'. La música para bailar apenas se modernizó con nuevos arreglos sobre lo ya existente.

Algunos creen que faltan temas de inspiración. Pero Barrios no suscribe a esa teoría.

El amor, la traición, la soledad, el alcohol, el exilio, el regreso o la desilusión no son temas de antes. Son precisamente loss mismos temas que se expresan en este fenómeno de los jóvenes y el tango: la búsqueda de la identidad perdida, la alienación y el vértigo que causa una nerviosa Buenos Aires de fin de siglo. (FIN/IPS/mv/dg/cr/96

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