El presidente de Perú, Alberto Fujimori, pidió a la prensa no especular sobre el inesperado desplazamiento de tanques del ejército por calles de Lima, aseguró que no tiene vinculación con la crisis entre su gobierno y las Fuerzas Armadas y descartó una amenaza de golpe de Estado.
La hasta ahora sólida alianza política entre el mandatario y las Fuerzas Armadas parece a punto de concluir, como resultado de una serie de incidentes que envuelven a los servicios de inteligencia, los tribunales militares y por lo menos un sector de la cúpula del Ejército.
Por primera vez desde que en abril de 1992 perpetró un auto golpe de Estado para disolver ilegalmente el Parlamento con ayuda del Ejército, Fujimori se encuentra enfrentado con los institutos militares.
La situación es delicada para el presidente porque acontece cuando su popularidad se encuentra en fase declinante. Según una encuesta efectuada los últimos días de noviembre, sólo 41 por ciento de la población aprobaba su gestion, una caída de casi 30 puntos respecto del nivel de enero pasado.
Fujimori criticó el pasado fin de semana la detención del general retirado Rodolfo Robles e hizo notar que no tenía nada que ver con dicho arresto, que fue ordenado por un Tribunal Militar.
Robles es adversario político de Fujimori y de su principal asesor, Vladimiro Montesinos, supuesto "cerebro" del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y en 1993 se asiló en Argentina, después de acusar a un grupo militar de haber cometido dos asesinatos masivos de sospechos de ser terroristas.
Robles retornó a Perú en 1995, alcanzado por una amnistía que comprendió también a guerrilleros arrepentidos y se convirtió en una figura muy próxima a los partidos opositores.
La semana antepasada, Robles denunció que el "grupo Colina", organización paramilitar supuestamente controlada por el SIN, había cometido en octubre un inexplicable atentado dinamitero contra las instalaciones del canal 13 de TV en la ciudad de Puno.
Pese a que por su condición de retirado la justicia militar no tiene jurisdición sobre él, fue enjuiciado por ultraje a la institución militar e insulto a sus superiores y arrestado.
Fujimori anunció que de no enmendar su decisión el Tribunal Militar indultaría a Robles.
La reacción del Tribunal castrense fue endurecer las condiciones de reclusión del general Robles.
Simultáneamente, alrededor de 60 tanques y carros blindados salieron de los dos cuarteles más importantes del Ejército en Lima, se desplazaron durante 25 minutos por algunas avenidas y retornaron a sus bases, creando en la ciudad una ola de rumores.
"Supongo que los tanques salieron para hacer alguna práctica de rutina, no creo que haya que interpretar ese ensayo de desfile como un gesto politico", comentó Fujimori.
Pero en las tradiciones locales, las salidas de tanques a la calle en momentos de crisis son uno de los procedimientos favoritos de intimidación política castrense.
La situación de Fujimori es difícil, pues los partidos opositores y las organizaciones defensoras de los derechos humanos lo responsabilizan de la captura del general Robles. Por otro lado, el presidente no tiene base legal para intervenir contra una decisión de un tribunal, sea civil o militar. (FIN/IPS/al/dg/ip/96