La toma de la residencia del embajador de Japón en Perú por un comando del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) ha alterado la faz de esta ciudad, que se preparaba con entusiasmo para las fiestas de fin de año.
La trasmisión en directo por parte de los principales canales de televisión desde los primeros minutos de la incursión, la noche del martes, ha trasladado al interior de los hogares la tensión y el dramatismo propio de estos acontecimientos.
Igualmente, la decisión de embanderar la ciudad hasta que todos los rehenes sean liberados le confiere un ambiente cívico que ha opacado a las tradicionales lucecitas de Navidad, en tanto que el miedo a un desenlace fatal se palpa en el ambiente.
Una rápida encuesta realizada por IPS en los alrededores de la embajada de Japón entre periodistas y familiares de los rehenes constató que el temor principal es la posibilidad de una incursión armada de las fuerzas de seguridad, y también que la solución se prolongue demasiado tiempo.
La movilización policial en las cercanías de la residencia es impresionante: cerca de un millar de policías de diversas unidades especializadas con armas de diverso calibre, radios y vehículos de todo tipo acrecientan el temor de una solución violenta.
Allí también convergen bomberos, equipos médicos, personal de defensa civil, familiares de los rehenes, los infaltables curiosos y más de medio millar de periodistas nacionales y extranjeros, que han convertido a esa lujosa zona de Lima en intransitable.
Los vecinos son los más afectados: sus movimientos están restringidos, sus azoteas invadidas por equipos de televisión, sus hijos presas del pánico. Muchos han optado por buscar refugio en casas de amigos y familiares, previendo la eventualidad de un cruento desenlace.
Esa posibilidad se hizo más evidente la noche del jueves, cuando súbitamente se cortó la energía eléctrica en las casas que rodean a la embajada. De inmediato se congregaron familiares y amigos de los rehenes con cirios encendidos.
Sin embargo, el fluido retornó horas después aunque no se dio ninguna explicación del desperfecto, lo que dio pie a todo tipo de especulaciones. Los familiares decidieron pasar la noche en el lugar orando acompañados de sacerdotes.
Poco después, un vocero de la Cruz Roja anunció que a partir de este viernes los sediciosos permitirán que los rehenes dirijan mensajes escritos a sus familiares, lque les podrán responder, siempre a través de ese organismo internacional.
Esa actitud se suma a otros gestos que tuvieron los insurgentes desde que tomaron por asalto la residencia del embajador, como la liberación de mujeres, personas de avanzada edad y delicadas de salud y el permitir la comunicación de los rehenes con sus familiares mediante teléfonos celulares.
De otro lado, los periodistas también enfrentan agotadoras jornadas, que en algunos casos se prolongan por más de 60 horas porque están parapetados en techos de viviendas ubicadas dentro del cordón policial y no pueden retirarse, a riesgo de que la policía no los deje reingresar.
A ellos, colegas de otros medios de comunicación les alcanzan sus alimentos mediantes bolsas de lona que cuelgan de sogas corredizas que las deslizan a lo largo de varios metros.
La solidaridad también se ha hecho presente: particulares y empresas privadas de comida proporcionan a los periodistas sánguches y bebidas calientes para hacer más llevaderas las frías madrugadas limeñas.
Improvisados campamentos de prensa se levantan en los jardines aledaños y hombres y mujeres de prensa, especialmente los enviados especiales que no cuentan con reemplazo, aprovechan la tensa calma para dormir un rato.
Sally Bowen, corresponsal de la cadena británica BBC y del diario Financial Times de Londres, y presidenta de la Asociación de Prensa Extranjera en Perú, fue designada por los insurgentes como mediadora entre el MRTA y el gobierno, pero las autoridades peruanas no la recibieron.
Otra periodista, Nicole Bonnet, corresponsal del diario francés Le Monde, que se encontraba entre las invitadas a la recepción, pidió no ser liberada como las demás mujeres a fin de cumplir con su misión periodística pero los sediciosos no se lo permitieron.
Hasta el jueves habían arribado a Lima más de un centenar de periodistas del exterior. Todas las cadenas noticiosas han reforzado su personal destacado en este país.
El canal de televisión estadounidense CNN, por ejemplo, ha enviado a 18 personas, pero la mayor cantidad de enviados especiales procede de Asia, especialmente Japón, Corea y Malasia, cuyo embajador se encuentra entre los rehenes.
Siguiendo el consejo de los especialistas, los canales de televisión están retornando a su programación habitual, a sabiendas que la solución definitiva puede demorar varios días y tratando de no alarmar aún más a una población que de pronto se ha reencontrado con el fantasma de la violencia política. (FIN/IPS/zp/dg/ip/96