Fayez Qawasmeh es palestino y oriundo de esta ciudad dividida. David Bedein es un colono judío nacido en Estados Unidos que vive en Efrat, cerca de aquí. Ambos son enemigos por historia, pero también son socios.
A través de una compañía canadiense llamada HabCom, este peculiar dúo brinda servicios a los turistas que se animan a incursionar en Cisjordania.
Esta sociedad parece una locura a cualquiera que esté al tanto del conflicto entre palestinos e israelíes. Los asentamientos judíos son el motivo de la furia de los palestinos. Y los colonos, perdedores netos de cualquier acuerdo a que se llegue, son sus más encarnizados rivales.
Pero Bedein y Qawasmeh consideran que, al margen de la política, pueden beneficiarse de un acuerdo.
Bedein ha organizado excursiones por Cisjordania para diplomáticos, periodistas y turistas curiosos desde 1987, con una empresa a la que llamó Israel Resource. Y Qawasmeh es propietario de una compañía de ómnibus y un hotel en Hebrón.
A través de HebCom, Bedein procura la afluencia de turistas y Qawasmeh les ofrece transporte y un lugar para que se queden. Se trata de una firma con sede en Canadá que promueve todo tipo de contactos de negocios entre israelíes y palestinos, incluso un espacio en la red informática Internet.
Docenas de palestinos y colonos judíos se han estado reuniendo en secreto durante varios meses para estudiar posibilidades de negocios, y no solo de turismo. Muchos pretenden poner un pie en el sector de la tecnología de avanzada, con conocimiento israelí y mano de obra palestina.
Pero la mayoría se niega a hablar y dicen no estar prontos para hacer públicos sus emprendimientos, pues generarían controversias en los radicales de ambos bandos.
Un grupo de colonos se reunió a principios de mes con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, para discutir posibles emprendimientos empresariales, lo cual impulsó los contactos.
Algunos palestinos condenan las reuniones, pues, dicen, dan legitimidad a la permanencia de los colonos en territorio bajo control de la ANP. "Se inclinaron frente a quien nos deseaba el mal", acusó, mientras tanto, el líder de los asentamientos judíos Yechiel Leiter al enterarse de la reunión con Arafat.
Pero los involucrados confían en que hallarán un terreno común que contribuirá a la coexistencia pacífica entre las dos comunidades y enviará un mensaja al mundo de que, a pesar de las altas y bajas del proceso de paz, Medio Oriente se abre a los negocios.
"Tenemos muchos, muchos proyectos en concreción. Sé de muchos estadounidenses, cristianos y judíos ortodoxos, que están interesados en visitar el lugar", dijo Bedein, quien se trasladó al asentamiento de Efrat desde Filadelfia hace 26 años.
Estas ideas están muy verdes como para dar frutos en esta temporada navideña, pero Bedein y Qawamsmeh ya están planeando excursiones a Hebrón, donde están enterrados los patriarcas del judaísmo, Abraham, Isaac y Jacob, y a Belén, donde nació Jesucristo, en los primeros meses de 1997.
El problema es la violencia esporádica que surge entre la diminuta colectividad judía enquistada en el centro de Hebrón y sus poco hospitalarios vecinos palestinos.
Los informes de la televisión que llegan a los noticieros de todo el mundo reflejan los frecuentes choques, lo que provocó temor en muchos potenciales turistas.
Y Belén, bajo control de la ANP desde la pasada Navidad, tiene una imagen de peligro persistente a los ojos de los viajeros, alimentada por los cinco días de tiroteos entre soldados israelíes y policías palestinos en septiembre.
Muchos norteamericanos y peregrinos de todo Occidente cancelaron sus exucrsiones de Navidad por esos días. La caída de las reservas hoteleras en Belén fue en picada.
Pero esta reputación, según Bedein, es injusta. "Es como si te llevaran por la peor calle de Estados Unidos y te dijeran que todo el país es así. La gente termina pensando que estamos por acá con armaduras y chalecos a prueba de balas, y eso no es verdad", dijo.
Al trabajar juntos, personas de ambos bandos podrían cambiar sus opiniones negativas mutuas. Como como socios, los colonos se desharían de su imagen de fanáticos religiosos y los palestinos de la calificación de "terroristas".
"Los colonos dirán a los turistas que no hay problemas, no hay combates ni hay pedreas aquí", dijo Qawasmeh.
Los palestinos también obtendrán beneficios adicionales, como el acceso al mundo exterior que las autoridades de Israel les niegan por medidas de seguridad.
Aunque el cierre de las "fronteras" se levante, los palestinos no pueden abandonar Cisjordania o Gaza sin un permiso del gobierno de Israel. Los ómnibus de Qawasmeh, por ejemplo, no pueden llegar hasta Jerusalén.
Pero la incipiente cooperación no convierte el conflicto en una historia rosada. Qawasmeh afirmó que no quiere establecer negocios serios con Bedein hasta que el ejército israelí se retire de Hebrón, como debió haber hecho hace nueve meses de acuerdo con el pacto de paz de Oslo.
El empresario también sostuvo que no quiere trabajar con "colonos". Pero se trata de una cuestión de palabras. Para Qawasmeh, Bedein y otros israelíes con los que hace negocios son "judíos que aceptarían vivir en territorio bajo control palestino".
Bedein dijo que esta definición era "interesante". "Si nos metieran en un cuarto para que nos pusiéramos de acuerdo sobre cuestiones políticas, nos volveríamos locos. Pero en materia de negocios podemos hacer muchas cosas", dijo. (FIN/IPS/tra- en/dho/rj/mj/ip if/96