MACAO: Retiro de Portugal pone fin a la presencia europea en Asia

Cuando el reloj de la catedral de Macao marque la medianoche del 19 de diciembre de 1999, la bandera de Portugal será arriada y en su lugar se izará la de China, lo que pondrá fin a cinco siglos de presencia europea en Asia.

Al igual que en Africa, los portugueses fueron los primeros europeos en llegar, pues Vasco da Gama arribó a India en 1498, y serán también los últimos en retirarse.

Luego de décadas de ausencia en los medios de comunicación portugueses, Macao fue durante 1996 el centro de crónicas cotidianas, ricas en pronósticos, análisis y aun chistes.

Los obreros porgueses especializados en la restauración de las típicas calles de Macao, cubiertas de pequeños cuadrados de piedra, son los protagonistas de la más reciente broma en el enclave.

"¿Por qué siempre hay tanta gente mirando la obra?", preguntan. "Porque los chinos nunca antes vieron portugueses trabajando", se contestan.

La prisa con que se implementan desde hace un año las obras para la apertura del aeropuerto y la restauración de calzadas y edificios de arquitectura luso-china son una muestra de que los portugueses desean dar la mejor imagen posible de Macao antes de que pase a dominio de Beijing.

En los tres años que faltan para la entrega del territorio, "Portugal intentará salir con dignidad de su última herencia colonial", que, paradójicamente, nunca fue colonia sino un "territorio chino bajo administración portuguesa", explicó el diario Noticias, de Lisboa, en una de sus últimas ediciones.

A pesar del normal desarrollo de las negociaciones iniciadas en 1990, la agenda del comité conjunto que considera los detalles del traspaso debe resolver definitivamente varios asuntos que tendrán consecuencias en la vida futura de la población local tras el cambio de banderas en 1999.

A la cabeza de esa lista figuran las cuestiones vinculadas a la nacionalidad y a los derechos humanos, de cuyos debates aún no ha salido humo blanco.

Del medio millón de habitantes apretujados en los 19 kilómetrtos cuadrados del enclave (63 veces más pequeño que la vecina colonia británica de Hong-Kong), 28 por ciento tiene ciudadanía portuguesa y 68 por ciento la nacionalidad china.

Apenas 140.000 personas son portadoras de pasaporte de Portugal. Una minoría que se estima en 9.000 personas utilizan la lengua portuguesa como propia.

Lisboa sostiene que, además de quienes nacieron en Macao y tienen ancestros portugueses, los chinos que cuentan con un bagaje cultural preponderentemente lusitano deberían tener la posibilidad de optar por la nacionalidad portuguesa después de diciembre de 1999.

Con relación a los derechos humanos, todavía no existe un acuerdo sobre el futuro de la población bajo la bandera de Beijing, a pesar de que Macao se insertará en China bajo la premisa de "un Estado, dos sistemas", similar al régimen que tendrá Hong Kong dentro de seis meses.

Los principales cuestionamientos proceden de la organización humanitaria Amnistía Internacional, que advirtió al gobierno de Portugal sobre la posibilidad de que China implante la pena de muerte dentro de tres años, aunque Beijing se expresó en sentido contrario.

El debate sobre nacionalidad y derechos humanos comenzó este año en el comité conjunto, pero analistas locales pronosticaron que solo después de junio de 1997, cuando los británicos entreguen Hong Kong, podrá haber respuestas de Beijing sobre estas cuestiones.

El gobernador de Macao, general Vasco de Rocha Vieira, expresó este mes en Lisboa que Portugal requerirá "mucha paciencia, determinación y firmeza" para abordar los asuntos pendientes.

Macao, según el gobernador, "es hoy una pieza singular" en el contexto mundial, por su "tolerancia, encuentro de culturas y convivencia de civilizaciones", lo que reducirá, en buena medida, los problemas que, en cambio, debieron enfrentar Londres y Beijing respecto de Hong Kong.

El primer ministro de China, Li Peng, dijo en Lisboa hace dos años que los occidentales que consideran que Macao es insignificante frente a Hong Kong cometen un "craso error".

Es cierto que el peso económico de Hong Kong es muy superior al de Macao, pero, "en términos políticos, no existe tal diferencia y, para nosotros, son importantes por igual", sostuvo Li Peng.

Las negociaciones que desarrollarán los portugueses durante los próximos tres años con China no serán ni lejanamente tan difíciles como las que se refirieron al complicado proceso de Hong Kong.

Los propios textos de enseñanza china describen con esmero la diferencia que manifestaron británicos y portugueses cuando se instalaron en sus costas.

Los portugueses, primeros europeos en llegar a estos territorios en 1557, recibieron de los mandarines de Cantón el permiso para fundar Macao y abrir la puertas de China al resto del mundo.

Casi 300 años mas tarde, y a apenas 70 kilómetros de distancia, los británicos fundaron Hong Kong, que desde entonces ha sido un clásico enclave colonial. El proceso que culminará con la entrega de este territorio a China dentro de seis meses ha sido marcado por sobresaltos.

La cesión a Portugal de la península y las dos islas que constituyen Macao no fue un acto de generosidad por parte de China, sino su manera de agradecer un servicio prestado y, a la vez, asegurar el futuro comercial del gigantesco país.

En esa época, la flota portuguesa de Oriente controlaba el Mar de China, tras eliminar de sus aguas a piratas malayos y chinos. La presencia disuasiva de los galeones lusitanos en la zona permitió a China activar el comercio con sus vecinos.

A través de Macao y, luego, de las colonias portuguesas fortificadas en los estrechos de Malaca y de Ormuz, de Mombasa (Kenia) y Ciudad del Cabo (en la actual Sudáfrica), la ruta marítima a Europa era controlada por Lisboa y las mercaderías chinas podrian acceder con facilidad a ese mercados.

Así nació el estatuto de "territorio chino bajo administración portuguesa", que, cuando sea devuelto, habrá regido durante 442 años sin que se registraran conflictos graves.

Eso sucedió porque, a pesar de que fue la primera potencia naval del mundo hace tres siglos, Portugal nunca aspiró a un dominio de tipo colonial.

Portugal "transportó los valores europeos, pero nunca intentó imponerlos por la fuerza". El régimen actual de Macao "parte de valores occidentales, pero asimila tambien datos de la cultura oriental", explicó el gobernador Rocha Vieira.

Lisboa deberá resistir en estos tres años la presión china para garantizar que los intereses ecónomicos portugueses en Macao, en especial el aeropuerto en construcción, serán salvaguardados hasta el 2050, coinciden analistas.

Lisboa pretende tambien seguridades para mantener la "lusitanidad" de Macao y, desde allí, apoyar iniciativas culturales en Timor Oriental (anexado por Indonesia), Goa, Diu y Damao (India) y Malaca (Malasia) donde el idioma portugués, ya moribundo en Asia, sobrevive aún a duras penas. (FIN/IPS/mdq/mj/ip/96

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