Los lituanos podrían volver a los oscuros días del siglo XIX debido a la decadencia económica y social que amenaza con provocar una epidemia de tuberculosis, advirtieron funcionarios de Salud.
"La propagación de la tuberculosis ha colocado a Lituania en el umbral de una epidemia", afirmó Danute Gaidamoniene, funcionaria médica de Vilnius.
La amenaza de una epidemia surge cuando la enfermedad ataca a 100 personas de cada 100.000 habitantes de un país. "La cifra en Lituania actualmente es 57, pero en otras regiones llegó a más de 100", observó Gaidamoniene.
El número de casos de tuberculosis aumentó 70 por ciento en los últimos cinco años, y si esta tendencia continúa, en tres años Lituania padecerá una verdadera epidemia, advierten los expertos.
Cerca de 10 por ciento de todos los niños lituanos están infectados con el bacilo de la tuberculosis, y unos 6.000 casos se agregan cada año.
La tuberculosis es una enfermedad producida por el bacilo de Koch, cuya lesión habitual es un pequeño nódulo llamado tubérculo. El órgano más frecuentemente atacado es el pulmón.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró recientemente una emergencia mundial de tuberculosis y advirtió que al menos 30 millones de personas morirán a causa de ella en los próximos 10 años si la actual tendencia continúa.
Uno de los principales factores incidentes en la rápida diseminación de la enfermedad en Lituania es el ritmo acelerado de los cambios económicos y sociales. "La gente no cuida de su salud como antes", comentó Gaidamoniene.
Hasta 1991, cuando Lituania formaba parte de la Unión Soviética, los tuberculosos debían someterse a un tratamiento obligatorio, pero este sistema fue abolido en 1992, por considerarse una violación de los derechos humanos básicos.
"Tres cuartos de los enfermos son vagabundos, alcohólicos o ex convictos, y la mayoría de ellos se niegan a seguir el tratamiento", señaló Loreta Daukiene, médica de la clínica de tuberculosis de Vilnius.
Muchos médicos se encuentran en un dilema, porque la abolición del tratamiento compulsivo protege los derechos de los enfermos, pero desprotege a los sanos, según Daukiene.
"Cualquier persona con tuberculosis avanzada que se niegue a seguir el tratamiento puede infectar de 10 a 12 personas por año", destacó.
"No se puede encarcelar a los enfermos que rechazan el tratamiento médico porque la Convención de Derechos Humanos los ampara", aunque "no protege los derechos de quienes pueden contagiarse de esos enfermos", observó Jurate Daniene, profesor de medicina.
Mientras, los médicos notan otra alarmante tendencia. "Cada año vemos más pacientes que enferman de tuberculosis debido a una alimentación deficitaria", y muchos de ellos son pensionados o intelectuales, según Gaidamoniene.
"Parece el siglo XIX, cuando escritores y otros intelectuales morían de tuberculosis", comentó.
La lucha contra la enfermedad se hace aun más difícil debido a la falta de fondos para cuidados preventivos, y muchos hospitales ni siquiera cuentan con esos programas.
Anteriormente, cada niño debía someterse a un examen anual de tuberculosis, pero las dificultades financieras obligaron a restringir el número de pruebas a tres por persona: la primera a los 11 meses, la segunda a los siete años y la tercera a los 17.
"Los materiales necesarios para tales exámenes son muy costosos y no disponemos de recursos para realizarlos anualmente", manifestó Dane Slapauskaite, pediatra de la capital.
La falta de fondos también dificulta el tratamiento médico. Actualmente el Estado otorga a los hospitales 2,5 dólares por día para cada enfermo de tuberculosis, aunque según la OMS son necesarios 13 dólares diarios para asegurar un tratamiento mínimo.
"Lo peor es que esos 2,5 dólares a veces existen sólo en el papel, porque los gobiernos locales no disponen de los fondos", señaló Gaidamoniene. (FIN/IPS-CEE/tra-en/fj/ml/he/96