Los neocomunistas reivindican con orgullo esa posición "pasada de moda" en Italia, el único país de Europa occidental donde juegan un papel importante.
Estudiantes, amas de casa, antiguos partisanos e intelectuales que asisten al tercer Congreso de Refundación Comunista, que se celebra en Roma del 12 al 15 de este mes, se muestran orgullosos de un partido que se creó dos años después de la caída del muro de Berlín.
Refundación Comunista surgió en 1991 de una división del Partido Comunista, que se convirtió dos años más tarde en el Partido Democrático de Izquierda (PDS) y se integró a la Internacional Socialista.
Hoy es la cuarta fuerza del país, detrás del PDS, Forza Italia y Alianza Nacional, las dos grandes fuerzas de la coalición de centroderecha.
Los asistentes al Congreso hacen largas colas para comprar camisas con la imagen del Che Guevara y pequeñas banderas de Cuba.
Más de 250 personas componen las 105 delegaciones de países de todo el mundo, como Vietnam, Argentina, Brasil, Rusia, China, Cuba, Corea del Norte, Senegal, Eritrea, Francia, Japón, Israel y Palestina.
Sin embargo, asisten pocos obreros, la mayoría de los cuales se quedaron en el PDS.
Con 35 diputados y 11 senadores, el respaldo de Refundación Comunista fue fundamental para que se pudiera constituir en mayo pasado el gobierno de centroizquierda de Romano Prodi, y continúa siéndolo actualmente.
La coalición de gobierno está encabezada por el PDS y la integran además los Verdes, un grupo formado por antiguos miembros de la desaparecida Democracia Cristiana y nuevas fuerzas políticas de centro.
En el Senado, el gobierno se encuentra a un escaño de la mayoría absoluta y la Cámara de Diputados cuenta con 284 de los 630 representantes.
Refundación Comunista, que no forma parte del gobierno, le otorga un apoyo muy crítico, y le concede sus determinantes votos en el parlamento sólo cuando ha obtenido parte de sus exigencias.
El secretario general de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti, reivindicó en el discurso inaugural del Congreso que el gobierno no hubiese tocado los derechos de los jubilados en la ley de presupuesto del próximo año, que está discutiendo el parlamento.
La coalición opositora de centroderecha utiliza estas permanentes discusiones para afirmar que el gobierno está en manos de los comunistas.
Aunque preciso que el PDS no es un adversario, ni mucho menos un enemigo, Bertinotti, un elegante ex sindicalista, le advirtió a sus dirigentes que no trataran de anexarse a su partido y sostuvo que existe una gran distancia entre las dos fuerzas: "nos divide el análisis del presente y del futuro".
En su discurso, lanzó un desafío al secretario del PDS, Massimo D'Alema, quien estaba sentado en la primera fila junto Prodi. Se ha abierto "un desafío por la hegemonía y vencerá quien sepa dar la respuesta más eficaz a la crisis de la sociedad".
Confirmó el apoyo al gobierno, aunque aclaró que no temen pasar a la oposición, lo que en este momento provocaría la caída del gobierno.
Entre sus "compañeros" de ruta destacó la figura Papa Juan Pablo II, que con sus "aperturas importantes sobre el tema de los países pobres ha hecho una crítica a la supremacía del mercado".
Cuando el Papa no acepta la lógica de la nueva pobreza "habla del capitalismo de nuestro tiempo", subrayó Bertinotti. (FIN/IPS/jp/ag/ip/96