Tras la firma del acuerdo formal de paz firme y duradera entre representantes del gobierno y la guerrilla que puso fin a 36 años de sangriento conflicto armado interno, Guatemala comienza "el capítulo más difícil de cumplir" de su historia reciente.
"Tenemos que construir una nación que fue desgarrada en sus entrañas mismas", dijo el presidente Alvaro Arzú en su discurso que cerró el acto de firma de la paz.
"Llegó el momento de la reconciliación y la solidaridad, de desterrar la barbarie y de cimentar la prosperidad y la concordia", agregó, pero recordó que perdonar no significa olvidar aquellas imágenes de violencia y dolor.
Arzú anticipó que el cumplimiento de los acuerdos firmados se dará a largo plazo pues se está muy lejos de lograr los niveles de bienestar para las grandes mayorías, pero que estos documentos son un compromiso complejo que encierra "un proyecto de nación formidable".
"Y ahora a trabajar", dijo el mandatario a la multitud reunida.
El acto de firma de la paz se llevó a cabo el domingo en el interior del Palacio Nacional, sede del gobierno, mientras en la Plaza Mayor festejaban unas 40.000 personas, en su mayoría indígenas, campesinos y estudiantes simpatizantes de la insurgencia.
"La consolidación de la paz será una tarea costosa y prolongada. El pueblo enfrenta a un difícil período de transición y en nombre de Naciones Unidas les prometo en apoyo continuo", dijo el secretario general saliente del foro mundial, Boutros Boutros Ghali.
Ernesto Zedillo, presidente de México, quién habló en representación del grupo de Países Amigos del Proceso de Paz, hizo un llamado a la comunidad internacional para que apoye el cumplimiento de los acuerdos.
El grupo de Países Amigos lo formaron, hasta el domingo, México, Colombia, Venezuela, Noruega, Suecia, Estados Unidos y España.
Por su parte, el ahora ex comandante guerrillero Rolando Morán (Ricardo Ramírez), quien pronunció un discurso en representación de la Unidada Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), afirmó que la lucha armada fue inevitable y necesaria cuando la democracia se eliminó.
"Aceptamos que el costo para recobrar el camino perdido fue alto", admitió.
El conflicto armado, que se inició en 1960, causó 150.000 muertos, un millón de desplazados internos y millares de viudas, huérfanos y refugiados.
Em virtud de los acuerdos firmados, el gobierno reafirmó su compromiso con el respeto y la observancia de los derechos humanos, admitió que la población desarraigada tiene derecho a vivir en el territorio nacional y se comprometió a asegurar su retorno y reasentamiento.
El texto firmado establece que la población tiene derecho a conocer la verdad sobre las violaciones a los derechos humanos y reconoce la identidad y derechos de los pueblos indígenas dentro de la construcción de una nación multiétnica, pluricultural y multilingue.
En medio de la algarabía que se vivió la noche del domingo en la Plaza Mayor, Arzú y el comandante guerrillero Rolando Morán , encendieron al pie de la bandera guatemalteca la llama de la paz. (FIN/IPS/cz/dg/ip/96