Reservas ajustadas de petróleo y cambios geopolíticos en Asia Central y la región del Golfo colocan a Irán en un lugar prioritario en la agenda de Estados Unidos y el equipo de relaciones exteriores del presidente Bill Clinton, el cual comenzará a trabajar el mes próximo.
Aunque quienes favorecen la "contención" o una posición más agresiva contra Teherán siguen dominando en la Casa Blanca, un creciente número de críticos, en general pertenecientes a los intereses petroleros de Estados Unidos, insisten en que la actual política está pasada de moda.
Estos intereses se vieron favorecidos por los úlitmos y exitosos golpes diplomáticos de Teherán. La semana pasada, el presidente iraní, Ali Akbar Rafsanjani, visitó Turquía, donde firmó acuerdos comerciales y promovió un pacto por energía de 23.000 millones de dólares, en un duro golpe a Washington.
Sólo 24 horas después, el canciller de Rusia, Yevgeny Primakov, hizo su primera visita a Teherán, donde respaldó las objeciones de Irán al despliegue de fuerzas de Estados Unidos en el Golfo.
"Estas medidas no ayudan mucho", dijo este jueves un funcionario de la cancillería", y añadió que "más bien, son como una bofetada".
Por ahora, la política de Estados Unidos conserva la hostilidad.
Pese a sugerencias en octubre sobre la posibilidad de aliviar las tensiones durante la segunda presidencia de Clinton, el secretario de Estado, Warren Christopher, dijo la semana pasada en una conferencia de prensa de despedida que la posición de Washington permanece incambiada.
Christopher, negociador de Estados Unidos durante la crisis de rehenes tomados por Irán de 1980-81, ha sido quizá la voz más fuerte a favor de una línea dura contra Teherán.
Su partida y el hecho de que su sucesora, la embajadora ante las Naciones Unidas, Madeleine Albright, es protegida del ex asesor de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski, podría presentar una apertura.
Brzezinski ha hecho un llamado a "una mirada crítica y revisionista de nuestra política hacia Irán", subrayando que "necesitamos una buena relación estratégica con Irán" para lograr estabilidad en el Golfo Pérsico.
Además, esa relación es necesaria para acceder "a Asia Central, donde hay enormes depósitos de energía que serán importantes en las próximas dos décadas", dijo en septiembre a la cadena televisiva de noticias CNN.
Este punto de vista se hace eco de los argumentos cada vez más fuertes de empresas petroleras estadounidenses, varias de las cuales obtuvieron ganancias millonarias en Azerbaiján, Kazajstán y Turkmenistán, tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Pero estas empresas aún deben diseñar una forma segura de llevar el petróleo al mercado. Rusia, la principal ruta hacia el oeste, insiste en grandes concesiones financieras, mientras Irán, con la ruta más corta y directa, está fuera de juego debido al embargo comercial de Estados Unidos.
Ante la creciente demanda de petróleo en Asia y la incapacidad de las fuentes tradicionales en el Golfo de aumentar la producción, "los mercados petroleros se han vuelto cada vez más precarios", dijo J. Robinson West, presidente de la Petroleum Finance Company.
El precio del combustible para calefacción y la gasolina han aumentado constantemente en los últimos meses.
"Para bajar los precios y promover mayor estabilidad en el mercado mundial de petróleo", escribió recientemente West en el New York Times, "más petróleo debe fluir desde una variedad de fuentes a través de la mayor cantidad posible de rutas".
Asimismo, "aunque parezca difícil, Washington debe reexaminar su estrategia hacia Irán, el mayor y más estable país de la región", sostuvo el empresario.
Este argumento ha sido impulsado por crecientes temores de inestabilidad en otros países del Golfo, donde más de 20.000 tropas estadounidenses están desplegadas desde la guerra de 1991. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/lp/ip/96