El principal economista del opositor Frente País Solidario de Argentina (Frepaso), Arnaldo Bocco, criticó al gobierno de Ecuador por emular el plan de convertibilidad que desarrolló en su país el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.
"La mejor manera de salir de la convertibilidad es no entrando nunca en ella", dijo Bocco en un seminario sobre el plan económico impuesto por el presidente de Ecuador, Abdalá Bucaram, realizado en la Universidad Católica de Quito.
Bucaram, quien asumió la presidencia el 10 de agosto, se propone aplicar la convertibilidad monetaria al estilo argentino a partir del 1 de julio de 1997, lo que generó un intenso debate en este país andino.
En tres sesiones celebradas esta semana ante auditorios colmados, una serie de expositores consideraron en el recinto universitario el nuevo plan económico de de Bucaram, sus expectativas, riesgos y retos y la posición de la sociedad frente a ella.
El plato fuerte del seminario fue la conferencia sobre la experiencia argentina a cargo de Bocco, profesor de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y coordinador del equipo económico del Frepaso, coalición política de centroizquierda opositora al gobierno de Menem.
Bocco, quien residió en Quito durante varios años a inicios de la década del 80, fue invitado por el Instituto Latinoamericano de Ciencias Sociales.
El economista argentino, además, brindó conferencias en la Cámara de Comercio de Quito, ante empresarios de Guayaquil y Cuenca, profesionales del partido socialdemócrata Izquierda Democrática, diputados de oposición en el Congreso y ante otros foros.
Bocco señaló que algunos de los argumentos esgrimidos por el gobierno de Ecuador a favor de la convertibilidad no son verdaderos.
Considerar que la convertibilidad generará disciplina fiscal y convergencia entre las tasas de interés internas y las del mercado internacional, así como asegurar que los pocos problemas de Argentina se originan en la falta de flexibilidad del mercado laboral, son, para Bocco, afirmaciones carentes de sustento.
El economista reveló que en Argentina, mientras la tasa de interés pasiva se ubica este año entre 4,5 y cinco por ciento, la tasa activa para empresas medianas es de 18 por ciento y para las empresas de primera línea (con facturación mayor de 1.000 millones de dólares) es de entre 11 y 12 por ciento.
Para Bocco, aplicar la convertibilidad no significa obtener el equilibrio fiscal, pues la experiencia argentina demuestra que todo lo recaudado por gobiernos populistas a través de impuestos y privatizaciones "se lo gastan, y, aparte, se endeudan para gastar más".
Bocco afirmó que apenas cuatro de los 200 países y territorios del mundo tienen un sistema de convertibilidad.
Estos son, dijo, "Lituania y Estonia, que están comenzando a ser países, Hong Kong, que no se sabe si es un país, y Argentina, que era un país y ahora es un subsidiario de la globalización".
El experto reconoció que "la convertibilidad funciona cuando la tasa de cambio es suficientemente atractiva para generar un flujo de exportaciones mayor que el de importaciones" y si las condiciones internas de la economía atraen suficiente capital extranjero.
Pero para lograr esas metas no es indispensable la convertibilidad sino otro tipo de reformas que necesariamente deben hacerse en los países de América Latina y, entre ellos, Ecuador, sostuvo Bocco.
Para el economista argentino, la convertibilidad no es un medio para alcanzar la disciplina fiscal. El equilibrio fiscal es el supuesto mínimo de la convertibilidad, cuyo óptimo es el superávit, explicó.
Sin embargo, consideró que nada hay más politizado que el presupuesto fiscal, escenario, en cualquier régimen, de la constante lucha de intereses, pugna que no se elimina por la convertibilidad.
El efecto inicial de la convertibilidad en Argentina, aplicada a partir de 1991, fue muy positivo, reconoció Bocco, pues bajó la hiperinflación de 3.000 por ciento a entre 24 y 25 por ciento, luego a 12 por ciento y al siguiente año a seis por ciento.
Argentina tendrá este año por primera vez en su historia inflación negativa, que será de menos 0,2 por ciento. Sin embargo, ésta es la expresión máxima de dos años de recesión y colapso del sistema de precios relativos, según el economista.
El déficit fiscal, incrementado desde 1994, provocó un aumento de la deuda externa de 62.000 millones de dólares en ese año a 94.000 millones en 1996, según Bocco.
Los bonos que el gobierno de Argentina prevé colocar en 1997 para solventar su déficit generará un aumento de la deuda externa a alrededor de 110.000 millones de dólares, agregó.
Argentina sufre la máxima recesión en la historia de ese país, tras una caída de 12 por ciento del producto interno bruto (PIB) en doce meses que provocó el despido de 1.200.000 trabajadores, afirmó el economista.
Entre 1989 y 1995 desaparecieron 25.000 establecimientos industriales por fusión y extinción, recordó Bocco, quien sostuvo que la caída de la participación del sector en el PIB de 30 por ciento en 1980 a 21 por ciento en 1996 indica un proceso de desindustrialización de la economía.
A su vez, recordó el aumento de la desocupación, que, según cifras oficiales divulgadas este viernes, alcanzó en octubre 17,3 por ciento de la población económicamente activa.
La expresión más cruda del efecto de la convertibilidad en Argentina, según Bocco, es el crecimiento de la pobreza, simultánea a una concentración de la riqueza.
Entre 1989 y 1995, el ingreso del 20 por ciento más rico de la población pasó de 40,7 por ciento a 56 por ciento del ingreso total, con una renta por persona de 28.000 dólares al año.
En contraste, el ingreso del 20 por ciento más pobre pasó de 7,9 por ciento del ingreso nacional en 1989 a 3,56 por ciento en 1995, con una renta por persona de 2.000 dólares anuales.
La clase media perdió cinco por ciento de la distribución del ingreso pues los 15.000 millones de dólares que antes disfrutaba de ingreso en promedio pasaron a las clases más ricas.
Pero, enfatizó Bocco, el sistema impositivo es aun más injusto que la distribución del ingreso, porque los pobres pagan en proporción a sus ingresos más impuestos que los ricos. El quintil más pobre paga impuestos por 29 por ciento de sus ingresos, mientras que el más rico paga apenas 21 por ciento.
Los grandes perdedores en la Argentina han sido los industriales, los productores agropecuarios y, sobre todo, los asalariados, especialmente desde 1994, sostuvo el economista.
Según Bocco, la convertibilidad no fue la única causa de la crisis que vive Argentina, pues a ella se sumó la reforma estructural y la avidez de los grandes grupos empresariales que estuvieron detrás de las privatizaciones.
"Catorce o quince grupos económicos se quedaron con el grueso de las empresas privatizadas", afirmó el economista. (FIN/IPS/mg- goc/mj/if/96