El interés de las potencias mundiales en evitar que países como Iraq desarrollen armas biológicas olvida la amenaza de su utilización por grupos terroristas y sectas.
Las inspecciones más exigentes podrían ser eficaces, a medida que la tecnología para producir armas biológicas es poco sofisticada, de pequeña escala y fácil de ocultar, en relación a las armas nucleares o químicas, advierten expertos.
Un ataque con armas biológicas es inminente, sostienen algunos, como el microbiólogo Raymond Zilinskas, del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Maryland, y miembro del equipo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) encargado de supervisar la destrucción masiva de armas en Iraq después de 1991.
"Es una cuestión de tiempo. Realmente no entiendo cómo no ha sucedido antes", afirma el microbiólogo.
El uso de armas biológicas fue prohibido en 1925, con el Protocolo de Ginebra, y su fabricación y almacenamiento está prohibido por la Convención de Armas Biológicas de 1972.
La semana pasada una conferencia sobre la Convención de 1972, llegó a su fin sin un acuerdo tras varios días de un debate sobre problemas de verificación e inspección en que a menudo se planteó el problema de Iraq.
Iraq fue acorralado después de la guerra del Golfo de 1991 por un equipo de la ONU mandatado para identificar y eliminar las armas iraquíes de destrucción masiva, al cual se le otorgó derechos de inspección sin precendentes.
La Convención de Armas Biológicas fue firmada en los años '70, en momentos en que los comandantes militares de ambos bandos en la guerra fría consideraban las armas biológicas demasiado impredecibles y lentas como para ser útiles, incluso para terroristas.
Pero las cosas cambiaron desde entonces, afirma Brad Roberts, experto en armas biológicas del Instituto de Análisis de Defensa con sede en Viriginia, Estados Unidos.
Nuevos actores aparecen en la escena, grupos que no están interesados en la legitimidad política, sino en dar un golpe que mate la mayor cantidad posible de personas, dijo Roberts.
Los últimos años han sido testigos del desarrollo de varios grupos peligrosos. Entre ellos, varios creen que superarán "el día del juicio" y están dispuestos a acelerar su llegada.
En Estados Unidos, los llamados "supervivientes" evolucionaron en los asesinatos masivos de las "milicias", una de las cuales fue responsable del antentado contra oficinas de la policía federal en Oklahoma en abril de 1995.
Uno de los cultos del juicio final, la secta japonesa Aum Shinrikyo, utilizó gas nervioso contra pasajeros inocentes el año pasado en el subte de Tokio, y según informaciones, algunos de sus integrantes viajaron a Africa a buscar muestras del virus Ebola para utilizarlo como arma.
Zilinskas señala que las armas biológicas son fáciles de producir e indetectables, y que la biotecnología, antes considerada conocimiento de unos pocos, es ahora un lugar común.
Un cuarto de tonelada de un agente bacterial preparado, desecado y prensado al tamaño de una partícula es capaz de aniquilar en un ataque a los habitantes de una gran ciudad, señaló el experto.
Las armas nucleares pueden ser difíciles de obtener, pero es fácil comprar agentes biológicos y producirlos en el laboratorio, e incluso se presentan en la naturaleza, advirtió Barbara Seiders, del programa de reducción de la amenaza biológica del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico, con sede en Richland, Washington.
Una lista de las enfermedades que pueden ser utilizadas como armas biológicas fue presentada en 1993 por la Oficina de Evaluación Tecnológica de Estados Unidos (OTA).
En la lista figuran las pestes, la tularemia (similar a una plaga), el botulismo, (causado por una toxina de la bacteria Clostridium botulinum, que envenena los alimentos), y el ántrax, el agente de guerra biológico desarrollado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia durante los años de la guerra fría.
La isla escocesa de Gruinard, donde Gran Bretaña puso a prueba su propio ántrax permaneció infectada durante décadas después de los experimentos.
El ántrax es primariamente una enfermedad del ganado causadoa por el Bacillus Anthracis. Puede matar a seres humanos en su forma convencional, pero normalmente afecta a personas que manipulan heces de animales, y causa desagradables úlceras en la piel.
No obstante, transportado en el aire, -el ántrax neumónico- puede matar a 90 por ciento de los infectados si no reciben tratamiento.
Los síntomas incluyen vómitos, fiebre, tos y dificultades de respiración. En las etapas iniciales los antibióticos pueden ser de gran ayuda. De lo contrario, las víctimas mueren en pocos días a causa de hemorragias, inmposibilidad de respirar o intoxicación.
Unos 100 kilogramos de esporas de ántrax diseminadas desde un avión en vuelo sobre Washington mataría más de tres millones de personas, según estimó el informe de 1993 de la OTA.
El programa de armas biológicas de Iraq se basó en el ántrax, y estaba bien avanzado antes de 1990, según Rolf Ekeus, presidente de la Comisión Especial de la ONU creada para la eliminación de las armas iraquíes.
Zilinskas afirma que las técnicas de producción de ántrax son sencillas, y estudiantes universitarios podrían aislar el bacilo de pasturas del ganado, para utilizarlo luego en las armas.
Las esporas podrían ser dejadas en los túneles de subte de una ciudad, y el movimiento de aire producido por los trenes las secaría y esparciría, matando posiblemente a miles de personas.
Con esta amenaza en mente, el Departamento de Defensa de Estados Unidos está preparando un programa de vacunaciones contra el ántrax y otros potenciales agentes biológicos.
Pero esto es sólo para proteger a las tropas en situaciones de combates. La protección de la población es mucho más difícil, ya que la inmunización contra enfermedades indeterminadas no sería práctica. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/lp/ip/96