El presidente de Guatemala, Alvaro Arzú, es reconocido por las "audaces acciones" que condujeron al fin de la guerra civil más antigua de América Central en un informe publicado por la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
El mandatario es elogiado por su osada purga de la policía y el ejército guatemaltecos, así como por reconocer públicamente que las fuerzas de seguridad de su país cometieron graves violaciones a los derechos humanos durante décadas con total impunidad.
El lanzamiento en Washington del séptimo "Informe Mundial" de HRW, con sede en Nueva York, coincide con la firma en Oslo de un acuerdo declarando el cese del fuego definitivo a 36 años de guerra civil en Guatemala.
El informe, publicado a poco del Día de los Derechos Humanos, a celebrarse el 10 de diciembre, describe la actuación de 74 países en la materia.
Además de elogiar a varios gobiernos y organizaciones por sus avances, condena a Estados Unidos y otras potencias del Norte industrial por no defender los derechos humanos en partes clave del mundo durante 1996, sacrificando a menudo sus fines declarados por utilidades comerciales a largo plazo.
HRW acusa a las principales potencias de "presentar demasiado a menudo una fachada de política de derechos humanos en lugar de realizar un esfuerzo auténtico por promoverlos".
El informe es particularmente duro con la indiferencia de los países industrializados hacia los abusos cometidos en Chechenia, China, Bosnia-Herzegovina y Medio Oriente, y condena también la debilidad de los esfuerzos por ajusticiar a los responsables de graves crímenes en Bosnia y Ruanda.
En el caso de China, las principales potencias argumentan que una excesiva condena a la represión de disidentes o nacionalistas tibetanos podría provocar un aborto de las reformas económicas, exponiendo al pueblo chino a un aumento del poder del Partido Comunista.
Para fines de 1996, sin embargo, "no hay señales de progreso sobre los derechos humanos en China", destaca el documento.
En Chechenia, los países más poderosos se niegan a ejercer presión para detener la sangrienta represión de los rebeldes por temor a poner en riesgo la presidencia de Boris Yeltsin.
Mientras, en Medio Oriente, los abusos cometidos por la Autoridad Nacional Palestina, Siria e Israel, incluido el bombardeo indiscriminado del sur del Líbano, fueron minimizados en interés del proceso de paz, argumentan las potencias.
Este enfoque "presume que los derechos humanos pueden comprarse a bajo costo y que la inconveniencia de tolerar abusos hoy puede compensarse con el respeto a los derechos mañana, pero no es así", sostiene el informe.
Pero no todo es oscuro en el panorama de los derechos humanos de 1996, según HRW, que cita importantes avances en varios países en desarrollo y destaca la eficaz represalia de los consumidores contra corporaciones transnacionales que explotan la mano de obra infantil y violan los derechos de los trabajadores.
Además de destacar los avances de Guatemala, el grupo elogia a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica, la cual, armada de citaciones judiciales y poder de amnistía, se transformó en "la más poderosa comisión de la verdad jamás establecida".
También alaba a India por adoptar medidas tendentes a acabar con la violencia comunal, por obtener la primera condena por el homicidio de un sij, cometido en Delhi tras el asesinato de Indira Gandhi, y por reinstaurar una investigación de la matanza de más de 1.000 personas en los disturbios de Bombay, en 1992-93.
El informe también cita "una nueva fuente de apoyo a la causa de los derechos humanos" en el creciente interés de los consumidores y los medios por los derechos de los trabajadores en partes del mundo previamente ignoradas.
"Dado que los productos comprados en un país pueden haber sido fabricados por víctimas de la represión en otro, el mero acto del consumo puede considerarse como complicidad de esa represión", destaca el documento.
"Hasta que los derechos humanos se transformen en parte integrante de la demanda de paz, comercio y democracia, el mundo permanecerá plagado de intolerancia, represión y violencia, subyacentes a muchas de las actuales crisis", concluye. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/ml/hd/96