/DERECHOS HUMANOS/ESTADOS UNIDOS: Presas sufren abusos sexuales generalizados

Miles de mujeres presas en las cárceles de Estados Unidos sufren manifestaciones de abuso sexual de distinta entidad, desde inspecciones corporales inapropiadas hasta violaciones, según el grupo no gubernamental Human Rights Watch.

Esta organización con sede en Nueva York analizó la conducta de los guardias varones de seis centros femeninos del sistema carcelario estadounidense y llegó a la conclusión de que en todos ellos se cometían ese tipo de faltas.

Las prisiones de los estados de California, Georgia, Michigan, Illinois y Nueva York, así como la del distrito federal de Columbia (donde se encuentra Washington, la capital), fueron escenarios de violación, exámenes corporales inapropiados y acoso sexual de palabra.

"No se trata de incidentes aislados. Mujeres de diferentes cárceles y de diferentes estados sufren constantemente el mismo tipo de abusos, si bien no siempre a manos de los guardias varones", dijo a IPS la directora del Proyecto de Derechos Femeninos de Human Rights Watch, Dorothy Thomas.

"Realmente no habíamos pensado que descubriríamos un patrón de abuso tan inquietante", agregó Thomas. Pero sostuvo que, de hecho, la agencia no encontró cárcel femenina, tanto estatal como federal, libre de la amenaza de abuso sexual.

Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo que cuenta con guardias varones en contacto físico con presas. Las cárceles específicamente femeninas, donde viven unas 70.000 presas, tienen por lo general entre dos y tres veces más guardias masculinos que mujeres.

Los expertos sostienen que los guardias masculinos explotan frecuentemente su autoridad para obtener favores sexuales de distinto tipo.

"Suceden desde acosos verbales o cacheos inapropiados en los cuales los guardias palmean las partes íntimas de las mujeres, e incluso cosas más graves, como amenazas para forzar relaciones sexuales", enumeró Robert Gangi, director ejecutivo de la Asociación Correccional de Nueva York.

Los funcionarios también fisgonean a las mujeres mientras se bañan o intentan crear un ambiente hostil, agregó Gangi. "Con mucha frecuencia recibimos de las presas denuncias de abuso sexual, y donde hay mucho humo, hay fuego", sostuvo el experto.

Pero, de cualquier manera, pocas cárceles federales o estatales han acusado formalmente a algún guardia, ni siquiera en los casos más serios de violación.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos se comprometió el año pasado ante Naciones Unidas a mejorar las condiciones de vida de las presas, recordó Thomas. "Desafortunadamente, el gobierno, como de costumbre, hace demasiado poco y demasiado tarde", añadió.

Human Rights Watch mencionó a una presa de Illinois, a la que identificó como "Zelda", que afirmó haber sido violada tres veces en 1993 y 1994. Pero el Departamento de Cárceles se rehusó a investigar el caso porque ella no identificó a su atacante inmediatamente después de los episodios.

La negativa se produjo a pesar del pormenorizado testimonio brindado por Zelda. "Dejé de defenderme, pero él no dejó de golpearme. Primero me violó por la vagina, después por el ano y más tarde me dio vuelta otra vez", narró.

Otra mujer, "Rachel", presa en Nueva York, explicó que permite a los guardias que la acaricien e incluso mantiene relaciones sexuales con ellos porque pueden mejorar sus condiciones de reclusión.

"Siento que tengo una deuda con él", dijo respecto de uno de los guardias. "Solía traerme cosas, aunque lo hacía porque quería meterse adentro mío", recordó.

Las lesbianas y las negras son particularmente vulnerables, dijo Thomas. Las negras constituyen 52 por ciento de la población carcelaria femenina de Estados Unidos, a pesar de que comprenden apenas 14 por ciento de las mujeres del país, según Human Rights Watch.

La organización afirmó que los gobiernos estatales y el federal deben desalentar la fraternización entre guardias varones y presas a través de leyes que prohíban esas prácticas.

"Solo 27 estados prohíben expresamente el contacto sexual entre funcionarios y prisioneras en sus códigos penales", dijo Thomas.

Gangi mencionó una ley aprobada este año en el estado de Nueva York, que tipifica de "felonía" cualquier acto sexual entre funcionarios y presos. "Así se evita la excusa tan común de los guardias: 'Ella me sedujo"', explicó.

Pero Human Rights Watch sostiene que la mayoría de los códigos carcelarios son aún insuficientes porque apenas se refieren con vaguedad al "exceso de confianza" o la "fraternización" más que a prohibir explícitamente las relaciones sexuales entre la población de las prisiones y sus guardias.

La necesidad de códigos precisos se hace cada día más apremiante, pues la población carcelaria femenina aumenta con rapidez, según la organización.

La Oficina de Estadísticas de Justicia de Estados Unidos informó que la cantidad de mujeres en las cárceles del país aumentó alrededor de 400 por ciento desde 1980, el doble del crecimiento registrado en todas las prisiones.

Alrededor de un millón de personas viven en las prisiones estatales o federales de Estados Unidos, la población carcelaria más abundante del mundo. (FIN/IPS/tra-en/fah/yjc/mj/ip hd pr/96

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