Una inmanejable deuda interna, un alto déficit fiscal y recesión son los signos que definirán el estado de la economía de Costa Rica en 1997, según pronóstican expertos, si bien no hay coincidencias en torno al diagnóstico en filas del gobierno.
El ministro de Economía, José León Desanti, considera, junto con otros funcionarios, que el pais mantendrá los indicadores positivos alcanzados este año, como una inflación de 14 por ciento frente a la de casi 23 por ciento en 1995, si no se produce una debacle macroeconómica o desastres naturales.
Pero otros, como el ministro de Planificación, Leonardo Garnier, no se arriesgan y señalan que las proyecciones dependerán del escenario en que se mueva el pais el próximo año.
Economistas de la consultora económica Cefsa consideraron que, en el mejor de los escenarios posibles, la producción crecerá entre dos y 2,5 por ciento, lo cual apenas igualaría la tasa de crecimiento de la población, y que la inflación llegará a 12 por ciento.
Para lograr ese clima favorable, los economistas Miguel Loría y Felix Delgado manifestaron en un análisis publicado por el diario La Nación que es necesario limitar, en un año preelectoral, los intereses partidistas y tomar medidas de consenso contra el desequilibrio fiscal.
Este desbalance está causado, fundamentalmente, por una deuda interna equivalente a 2.500 millones de dólares cuyo servicio consume 30 por ciento del presupuesto, mantiene altos los intereses y contribuye con un déficit fiscal que cerrará en 1996 con 4,5 o cinco por ciento.
El gobierno de José María Figueres se había planteado como meta ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) cerrar 1996 con un déficit de 0,5 por ciento con respecto al producto interno bruto (PIB), lo que muestra la intensidad del desequilibrio fiscal.
La deuda interna está constituida básicamente por bonos emitidos por el Estado para financiar gasto al descubierto, y si bien el problema ha sido arrastrado durante al menos dos décadas, esta administración asegura que ha llegado el momento de darle la cara, porque, de otro modo, no habrá salida.
El gobierno de Figueres designó una comisión para estudiar soluciones al problema, la cual propuso la privatización del sistema de telecomunicaciones, las plantas de generación eléctrica, la Fábrica Nacional de Licores y tres de los cuatro bancos estatales.
A la vez, recomendó llevar la carga tributaria, hoy cercana a 16 por ciento del PIB, al 17 por ciento del producto, para lo cual se tomarían algunas medidas, entre ellas el aumento de la recaudación tributaria mediante un riguroso sistema de control.
En los primeros dos días de diciembre el gobierno convocó a un foro para escuchar la posición de diferentes sectores sociales con el fin de tomarla en cuenta en el diseño del plan oficial.
En general, la población coincide en que se debe resolver el problema de la deuda interna, pero hay una fuerte oposición a la venta de los activos del Estado.
El movimiento sindical manifestó en el foro, a través de Alvaro Montero, de la Confederación de Trabajadores de Costa Rica, la necesidad de conocer el porcentaje de la deuda que se hace inmanejable, pues sin ese dato el planteo de una solución se hace difícil.
Además, Montero acusó al gobierno de estar aplicando un chantaje para que la población apruebe medidas desesperadas, como la venta de los activos del Estado.
Figueres dará a conocer este lunes el plan que su gobierno pretende ejecutar.
El ministro Garnier afirmó que el plan incorporará dos tipos de soluciones, unas para evitar que la deuda interna siga creciendo y otras para solucionar el problema.
Sin embargo, aunque la Asamblea Legislativa la aprobara, la venta de activos insumiría entre tres o cuatro años. Según los expertos, si no se toman medidas rápidamente, a finales de 1997 la deuda interna será cercana a 4.000 millones de dólares, monto igual al de la deuda externa del pais.
Si se pone en marcha rápidamente el plan, según Loría y Delgado, el panorama económico de 1997 será parecido al de 1996: un crecimiento moderado de entre dos y 2,5 por ciento, relativa estabilidad cambiaria y de precios internos, tasas de interés reales altas y un desequilibrio fiscal de entre 3,0 y 4,0 por ciento. (FIN/IPS/mso/mj/if/96