Con el ofrecimiento de una bolsa de un millón de dólares por la cabeza del jefe paramilitar Carlos Castaño Gil, el gobierno de Colombia dio un viraje en su política hacia los grupos que han librado la guerra sucia contra la guerrilla.
La recompensa de 1.000 millones de pesos colombianos fue anunciada este martes por el ministro de Defensa, Juan Carlos Esguerra. "Vamos a librar plenamente la ofensiva" contra los grupos irregulares de derecha, dijo el funcionario.
Al colocar a los jefes paramilitares al mismo nivel que a los capos del narcotráfico y los comandantes guerrilleros, por cuyas capturas también se ofrecen recompensas en metálico, el gobierno de Samper procuraría propiciar la devolución de 60 soldados en poder de la guerrilla.
La retención de los soldados tras un ataque de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) a la base militar Las Delicias, en el departamento meridional de Putumayo, la madrugada del 31 de agosto, se ha convertido en un hito de la actual crisis política.
La decisión de ponerle precio a la cabeza de Castaño Gil "sólo representa un triunfo para los grupos guerrilleros que durante tanto tiempo intentaron conseguir esto", según el grupo paramilitar Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU).
En carta al presidente Samper, las ACCU advierten que, mientras su gobierno no contenga el avance de la guerrilla, esa organización se seguirá atribuyendo el derecho de enfrentarla.
Además, alertaron al mandatario que la multiplicación de las autodefensas es inevitable.
La recompensa para quien dé pistas que conduzcan a la captura de Castaño Gil conlleva también el reconocimiento de la muerte de su hermano, el legendario Fidel Castaño, varias veces dado de baja y resucitado en titulares de prensa.
Antes de la de esta semana, la penúltima muerte de Fidel Castaño había ocurrido el 22 de febrero de 1995, en la población de San Pedro de Urabá.
Ahora, sin mencionar a Fidel, el ministro de Defensa señaló a Carlos como el heredero de la comandancia del temible ejército privado.
Por "todos los datos que tenemos", Carlos Castaño es, "sin lugar a dudas, el jefe supremo de los movimientos de autodefensa que han venido operando al margen de la ley", explicó Esguerra.
En el mismo sentido, pero a su manera, el comandante de las Fuerzas Militares, general Harold Bedoya, dijo: "Hasta donde yo sepa, este Fidel parece que está muerto. Todavía no tenemos el muerto, pero parece que está muerto".
"No podemos seguir permitiendo" actos de violencia y terrorismo de quienes "resolvieron disponer de la vida de sus semejantes como si fueran Dios", dijo Bedoya, el hombre fuerte del estamento militar.
Y es que desde 1981, cuando su padre, un campesino rico, fue secuestrado por el IV Frente de las FARC y asesinado a pesar de que la familia pagó el rescate, los hermanos Castaño Gil se erigieron en dioses vengadores.
También se comportaron, a veces, como ángeles protectores y dadivosos.
A mediados de la década del 90, los Castaño Gil repartieron tierras entre las viudas de los campesinos que ellos mismos habían mandado matar, acusándolos de colaborar con el Ejército Popular de Liberación (EPL) y las FARC, con quienes se disputaban el perdominio territorial de la región.
En esa siniestra reforma agraria a su manera, Fidel Castaño adjudicó unas 10.000 hectáreas.
Las crónicas de entonces informaban que la familia Castaño Gil "donó" 7.000 millones de pesos (unos 14 millones de dólares de la época) para "beneficiar" a 2.500 familias pobres de los lugares afectados por el conflicto armado que ellos azuzaban.
Fidel y Carlos Castaño nacieron a mediados de siglo en Amalfi, un pueblo minero del nordeste del departamento de Antioquia, limítrofe con el de Córdoba, en cuya jurisdicción está la zona bananera de Urabá.
Urabá ha sido territorio de innumerables guerras, desde las que libraron los conquistadores españoles para levantar Santamaría La Antigua del Darién, primera fundación en América del Sur, hasta las actuales entre paramilitares y guerrilleros.
Entre mediados de noviembre y lo que va de diciembre, de acuerdo con datos oficiales, las ACCU habrían asesinado a 90 personas que presuntamente colaboraban con la guerrilla en cuatro departamentos de la región caribeña a los que han extendido sus dominios.
De enero a noviembre, sólo en el departamento de Sucre, las venganzas cruzadas entre guerrilleros y paramilitares cobraron 31 vidas.
En la zona de Montes de María, entre un lunes y un domingo, se registraron tres masacres en las que murieron 21 personas.
La organización militar fundada por los Castaño ha reivindicado el secuestro de por lo menos seis familiares de miembros del secretariado de las FARC, en represalia por la retención de los 60 soldados.
El día 8, en su columna del diario El Tiempo, el expresidente Alfonso López Michelsen (1974-1978) precisó algunos detalles que aclaran el pedido de recompensa por Carlos Castaño y explican lo que ocurre detrás de la escena de este nuevo episodio del conflicto colombiano.
Según López Michelsen, los soldados en poder de las FARC son "rehenes" que capitularon en el puesto militar de Las Delicias y los familiares de los comadantes guerrilleros fueron "secuestrados"por los paramilitares. (FIN/IPS/mig/mj/ip/96