CHINA: Decir "no" a Occidente y al mundo exterior está de moda

"Los chinos tenemos agallas. De eso es lo que trata este libro", dice Liu Dong, un taxista de unos treinta años de edad, y señala un volumen titulado "La China que dice no" abierto en el asiento de al lado.

Hablar de la fortaleza de China con sus pasajeros extranjeros es, para Liu, una forma de reafirmarse a sí mismo, aunque lo que dice parece más una línea del libro que es hoy objeto de controversia en su país y en el extranjero.

La obra, escrita por cinco jóvenes, irrumpió con fuerza en la lista de los más vendidos en septiembre de este año. Lo que China debería decir al mundo y cómo se convirtió en tema preferido de las casas editoriales.

"China todavía puede decir no", "¿Por qué China dice no?" y "Cómo China dice no" son algunos de los títulos que hacen sonar con ritmo persistente las cajas registradoras de las librerías.

El primero de esos libros, "La China que dice no", tenía que ver más con el sentimiento antiestadounidense que cunde entre la juventud china y llamó la atención de los medios de comunicación por sus capítulos titulados "Incendiemos Hollywood" y "No volaré de ningún modo en un Boeing 777".

La penetración de los productos culturales de Estados Unidos en China y la irrupción de los aviones de la empresa Boeing en los cielos del país son algunos puntos de la controversia desde que el mercado del gigante asiático se abrió al mundo exterior hace dos decenios.

La secuela de este libro, "China todavía puede decir no", escrito por los mismos autores, se dedicó a la siempre conflictiva relación entre China y Japón. En ese sentido, se exhortaba a desarrollar una "diplomacia popular" en el diferendo respecto de las islas Diaoyu.

De todos modos, los escritores acusan vehementemente a Tokio por no reconocer sus culpas en la guerra del Pacífico (1941-1945) y alertaron contra su resurgente militarismo.

"Japón es un perro fiero y mordedor. También ha sido mordido, pero nunca reconoció sus dentelladas. Aun así, nunca olvidará las que sufrió y ladrará siempre sus reivindicaciones", escribieron los autores.

Muchos consideraron esta visión demasiado extrema y poco cuidadosa.

"No somos expertos. Nuestro objetivo no es presentar nuestros argumentos de modo organizado y cauteloso, sino dar rienda suelta a nuestros sentimientos", admitió uno de ellos, Zhang Zangzang, al periódico China Business Time.

La retórica extrema de la cual este libro es un ejemplo refleja un sentimiento generalizado. Una encuesta reveló que Japón es el país menos apreciado por los chinos, seguido por Estados Unidos.

Este informe, realizado por el Centro de Investigación Social de la Comisión Estatal para la Restructuración del Sistema Económico, indica que 47 por ciento de los entrevistados puso en primer lugar a Japón y 37,7 por ciento a Estados Unidos en la lista de los menos queridos.

Esta sensación encajó con la ola de libros sobre la identidad nacional que cargan los jóvenes profesionales junto con sus teléfonos portátiles. Wang Qiang, de 31 años, manifestó que este es el momento para que China exprese sus sentimientos con fuerza.

"En el pasado, China fue débil y estaba a la defensiva. No podíamos soportar que se hablara con dureza. Pero ahora China despertó de repente del sueño del león", dijo, parafraseando el famoso refrán de Napoleón Bonaparte que la mayoría de los libros emplearon como consigna.

Pero esta tendencia despertó una amplia gama de sentimientos que van del apoyo apasionado y sin objeciones al cuestionamiento sin matices.

El periódico Beijing Youth Daily publicó hace poco un artículo titulado "Burbujas predominantes", en el que se exhortó a decir "no" a la moda de decir "no" que se impuso este año.

Wang Xiaobo, escritor y colaborador de varias publicaciones de Beijing, sonríe con sorna cuando alguien le recuerda el colorido abanico de libros que incitan a decir "no".

"¿Por qué se apresuran tanto a decir 'no'? Si alguien siente que hay gato encerrado en las relaciones del mundo exterior con China, debería hablar antes de decir 'no"', sostuvo Wang.

Pero los jóvenes intelectuales conservadores consideran que la mera idea de un diálogo en igualdad de condiciones con poderes extranjeros es una ilusión, especialmente en lo que refiere a Occidente.

Xiao Gongqin, un historiador de Shangai que se hizo célebre a fines de la década pasada al postular el "nuevo autoritarismo", afirmó que el nacionalismo en China fue, desde los orígenes de este pueblo, una respuesta a crisis nacionales provocadas por potencias extranjeras.

"El moderno nacionalismo en China nació a mediados del siglo pasado, cuando las condiciones de vida del pueblo se vieron gravemente deterioradas a causa de intimidaciones y agresiones de potencias occidentales", sostuvo Xiao en un artículo publicado por el diario China Daily.

"Los chinos, en particular los intelectuales, comprenden que solo si todo el pueblo está unido podremos combatir la agresión de Occidente", agregó.

Xiao y otros historiadores que revisaron la historia del país, especialmente la debacle de la dinastía Qing, perciben una culpa permanente en las potencias extranjeras a las que atribuyen los problemas de China.

Y aunque esta nación no es ahora la misma que en el siglo XIX, los debates generados hace 150 años acerca de la relación con el mundo exterior parecen destinados a continuar por largo tiempo.

Pero estos debates originan discusiones similares fuera de China, en un mundo que advierte cada vez con mayor fuerza que el gigante asiático es clave para la consideración de los asuntos internacionales.

"El mundo no estará mejor si China evita regirse por sus reglas", dijo Lee Kuan Yew, integrante del gabinete de gobierno de Singapur.

Para China, un país que hunde sus raíces en una antiquísima civilización, no será fácil cambiar ante las presiones exteriores, advirtió Lee.

"Pero los cambios se producirán cuando sus líderes e intelectuales se convenzan por sí mismos de que ciertas características y logros de otras sociedades beneficiarán a China", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/mj/ip cr/96

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