La ley que convirtió en delito la mutilación genital femenina en Burkina Faso es bien recibida por organizaciones defensoras de los derechos humanos, especialmente tras la detención de cuatro personas desde su aprobación.
La ley, adoptada a mediados de noviembre, fija una pena de prisión de seis meses a tres años y una multa de entre 300 y 1.800 dólares estadounidenses a quien practique la mutilación gential femenina. Si la víctima muere, la sentencia es de entre cinco y 10 años.
Parteras y enfermeras que secretamente practican la mutilación genital en gran escala en las provincias serán castigadas con la sentencia máxima y se les prohibirá practicar sus profesiones, según la establece la nueva ley.
Hasta ahora, cuatro personas fueron detenidas en cumplimiento de la nueva ley. Una de ellas, tras la hospitalización de una niña de siete años.
Muchos burkinabes dieron la bienvenida a la nueva ley, la cual esperan elimine una práctica de riesgosos efectos secundarios para las mujeres, mientras varias parlamentarias anunciaron que trabajarán en una nueva ley para hacer aún mas severas las medidas contra la operación.
Cinco por ciento de los casos diarios de complicaciones en el departamento de ginecología del hospital Yalgado en Ouagadougou, el mayor hospital del país, son causados por la intervención.
Según el doctor Michel Akotionga, 70 por ciento de las mujeres embarazadas del país han sido mutiladas, y en algunas provincias la cifra alcanza 100 por ciento.
La mutilación genital femenina se extiende en gran parte del norte y el centro de Africa, y los avances en la prohibición de la práctica son lentos.
Se practica sobre todo en países africanos con grandes poblaciones musulmanas, y algunos cristianos también la practican. Pero no hay un respaldo del Corán o la Biblia, y no se practica en países musulmanes de Asia como Bangladesh, Pakistán, Indonesia o Malaisa.
Sin alguna forma de mutilación, se alega popularmente, la mujer sucumbirá ante el deseo sexual.
Las consecuencias de la extracción del clítoris y, en la forma conocida como infibulación, de los labios de la vulva, y la costura de los tejidos alrededor de la vagina produce infecciones, gangrena, infertilidad, relaciones sexuales dolorosas, dificultades en el parto e incluso la muerte.
La nueva ley es la culminación de ocho años de campañas de concientización y trabajo duro de parlamentarias y el Comité Nacional por la Lucha contra la Mutilación (CNPE), dijo Mariane Lamizana, presidenta de la organización.
"Es una nueva arma para ayudarnos a erradicar la práctica", dijo Lamizana, cuya organización trabaja con los comités de 25 países en el Comité Interafricanos de Lucha contra Prácticas Dañinas a la Salud de la Mujer (CIAF).
Entre quienes aprueban la nueva ley se encuentra Beatrice Ilboudo, una mujer analfabeta que se niega a que sus hijas menores, mellizas de 12 años, sean mutiladas.
"Tuve dificultades con mis embarazos y no quiero que mis hijas pasen por esto. Mis primeras dos hijas fueron menos afortunadas debido a la influencia de mis familiares", dijo.
Algunos líderes tradicionales también respaldan la nueva ley, que ha sido un gran impulso a los esfuerzos de las mujeres por erradicar la práctica en las áreas rurales, bajo dominio de jefes religiosos y políticos tradicionales.
Kamsonguin Naba, el jefe de los mossi, mayoría étnica en el país y uno de los reinados tribales más antiguos de Africa Occidental, es uno de los líderes religiosos del CNPE.
"Debemos hacer que la gente comprenda que no es una costumbre y que no tiene impacto sobre las costumbres. La práctica llegó con el Islam, en los siglos XIV y XVI, y la gente la adoptó sin saber por qué", dijo el jefe tribal. (FIN/IPS/tra-en/bo/jm/pm/lp/pr-cr/96