BRASIL: Reeleción de Cardoso sepultará tradición latinoamericana //Balance y Perspectivas//

El presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso busca obtener un segundo mandato, sumándose a sus pares Carlos Menem, de Argentina, y Alberto Fujimori, de Perú, y sepultando definitivamente la tradición latinoamericana de vetar la reelección.

Reflejo de la inseguridad democrática de la región, esa prohibición de permitir la continuación de una persona al frente del Poder Ejecutivo es una vieja norma constitucional que empezó a caer en esta década y puede tener un golpe de gracia en Brasil en los próximos meses.

En América Latina en general, la alternancia en la presidencia se hizo sinónimo de democracia, tras prolongadas dictaduras, aunque en algunos casos, como México y Colombia, el mecanismo no ocultaba la continuidad del mismo grupo o partidos en el poder.

En Brasil el rechazo a la reeleción nació junto con la república, instituída en 1989 por un golpe de Estado que derrocó a un emperador que habia liderado el naciente estado independiente por más de 50 años. Y se consolidó luego de una dictadura que duró de 1930 a 1945.

La regla fue respetada incluso por el régimen militar entre 1964 y 1985. Cinco generales se turnaron en la presidencia, distinguiéndose de colegas latinoamericanos que monopolizaron el poder por largo tiempo o lo abandonaron derrocados por golpes o crisis incontrolables.

Esa tradición sirve de argumento a quienes intentan impedir que Cardoso permanezca en el poder cuatro años más. La primera batalla, iniciada a comienzos de este año, concoerá su desenlace en enero o febrero.

Se trata de aprobar una enmienda constitucional que permita al presidente, gobernadores estaduales y alcaldes candidatearse a un segundo mandato.

"Es el tema político más relevante del momento", afirmó el presidente de la Cámara de Diputados, Luis Eduardo Magalhaes, respondiendo a la oposición que cuestiona la convocatoria extraordinaria del Congreso para enero, época de receso, con el fin de votar la enmienda.

La Constitución sólo admite tal convocatoria en ce interés público relevante".

La reelección no cumple ninguna de esas condiciones, al interesar únicamente al grupo en el poder, argumentan opositores como la diputada Sandra Starling, líder en la Cámara del izquierdista Partido de los Trabajadores.

Magalhaes atribuyó relevancia económica a la cuestión. Los inversionistas extranjeros necesitan conocer las reglas del juego, sostuvo.

El ministro de Planificación, Antonio Kandir, previó un crecimiento espectacular de la economía, de hasta ocho por ciento al año, si se aprueba la reelección de Cardoso. Sin ello el desempeo se limitará a menos de cinco por ciento, como prevé la mayorií de los analistas.

Cardoso enfrenta algún riesgo al insistir en votar la enmienda.

En caso de fracaso el gobierno se verá debilitado, al desatar con un año y medio de antelación la campaña para las elecciones fijadas para fines de 1998. En lugar de ganar cuatro años adicionales de poder perderá los dos próximos, que serán acaparados por disputas electorales.

La aparente mayoría que tiene el gobierno en el Congreso no es segura. La política brasileña se caracteriza por la ausencia de disciplina partidaria y posiciones de principio. Lo que cuenta son las circunstancias y los intereses inmediatos.

En este caso, la coalición oficialista de siete partidos grandes y medianos se fractura según las perspectivas electorales de 1998.

El alcalde de Sao Paulo, Paulo Maluf, virtual candidato presidencial, quiere que su conservador Partido Progresista Brasileño vote contra la reelección de Cardoso, aunque sea parte del oficialismo.

Pero no se opone a la enmienda. Sólo pretende que los actuales gobernantes no puedan ser candidatos en 1998, que la reelección sea posible exclusivamente para los electos según las nuevas reglas. Esta tesis es defendida también por opositores de izquierda.

La polémica se centra en la persona de Cardoso, está en tela de juicio "prorrogar" o no su gobierno, por más que el presidente insista en discutir la reelección como un principio, una alternativa a que tiene derecho el electorado.

El tema ganó fuerza, llevando a un segundo plano las reformas económicas y administrativas que el gobierno consideraba indispensables para consolidar la estabilización y promover el desarrollo del país.

Este añO termina con una nueva encrucijada, cuyo desenlace repercutirá también fuera de Brasil.

Menem manifestó en repetidas oportunidades su apoyo a la reelección de Cardoso y la calificó de "muy conveniente" para el Mercado Común del Sur, que Brasil y Argentina integran junto a Paraguay y Uruguay.

Con el liderazgo regional de Cardoso, es probable que su reelección sea más que la simple repetición de la hazaña de Menem y Fujimori, contribuyendo decisivamente a difundir en América Latina una costumbre política característica de otros países, como por ejemplo Estados Unidos. (FIN/IPS/mo/dg/ip/96

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