BIRMANIA: Un año nuevo decisivo para la democracia //Balance y Perspectivas//

Si el malestar estudiantil de este mes en Rangún es un indicio, 1997 bien puede ser un año decisivo para el movimiento democrático birmano.

Mientras el paso de la actividad política fue lento durante gran parte de 1996, la confrontación estudiantil probó cuán inestable es la situación y cómo resulta fácil que degenere en choques callejeros como los ocurridos en 1988, cuando nació el movimiento democrático.

Las demostraciones, que comenzaron a fines de octubre, se produjeron a raíz de una discusión entre estudiantes del Instituto Tecnológico de Rangún y un comerciante, en la cual intervino la policía reprimiendo severamente a los alumnos.

Si bien en un primer momento los estudiantes exigieron medidas contra funcionarios policiales, muy pronto formularon otras demandas políticas como el cese de la prohibición de centros universitarios y poder expresar sus puntos de vista en la prensa oficial.

La junta militar adoptó una dura posición, y los estudiantes salieron repetidamente a las calles. Muchos fueron arrestados y algunos centros de alta enseñanza se clausuraron en Rangún y otras partes de Birmania.

Funcionarios birmanos culparon del malestar al Partido Comunista, al Frente Democrático Estudiantil y otros "traidores". Sin embargo, ambas organizaciones cuentan con una escasa presencia en el país debido a muchos años de represión, por lo cual la acusación de la junta fue vista más bien como una muestra de paranoia.

Un respetado intelectual birmano que vive exiliado en Bangkok, dijo a IPS que "Birmania está absolutamente madura para un levantamiento. Todo lo que necesitamos es la espoleta para provocar la explosión".

El movimiento estudiantil surgió en medio de un serio deterioro de la economía birmana el año pasado, con una inflación anual del 40 por ciento. Los precios de los productos básicos son ahora los más altos desde 1988.

Muchos culpan de la inflación a la política de liberalización del gobierno, que produjo un rápido flujo de inversiones extranjeras en el último cuadrienio.

La junta confió que las inversiones foráneas trajeran prosperidad y borraran de la cabeza de la gente el deseo de libertad política. No obstante, hasta ahora, los únicos que se beneficiaron con las inversiones son los miembros de la clase militar y un puñado de hombres de negocios.

A mediados de 1996, las inversiones extranjeras totalizaron 3.300 millones de dólares y, a pesar de que muchas compañías estadounidenses y europeas se retiraron del país, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) siguió aportando dinero.

La economía birmana enfrentó problemas el año pasado debido tambien al impacto de los boicots organizados contra las multinacionales que operan en el país. Los fabricantes de cerveza Heineken y Carlsberg, así como el gigante informático Apple, entre otros, se marcharon debido a la presión en sus propias metrópolis.

Estados Unidos asumió tambien una creciente línea dura contra la junta militar. En octubre, el presidente Bill Clinton aprobó una ley que prohibe nuevas inversiones en Birmania si el régimen lesionaba o arrestaba a Aung San Suu Kyi, líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND).

La decision de Washington se produjo a raíz de una represión militar contra dirigentes y partidarios de la LND, que obtuvo una abrumadora mayoría en las elecciones generales de 1990. Los comicios fueron impugnados por la junta militar.

En diciembre, la Unión Europea (UE) anunció tambien que estaba suspendiendo todas las concesiones comerciales otorgadas hasta ahora a Birmania.

No obstante, durante su reunión anual en Jakarta, los líderes de ASEAN reiteraron finalmente su compromiso de aceptar a Birmania como miembro de la asociación. La decisión fue precedida por insólitos titubeos del organismo regional.

Tanto el primer ministro de Singapur, Goh Chok Tong, como el presidente filipino, Fidel Ramos, formularon declaraciones sugiriendo que Birmania "todavía no está lista para convertirse en miembro". Significativamente, ASEAN no fijo aún fecha de admisión.

Aparte de la preocupación por un eventual deterioro de su imagen internacional, la reluctancia se debió tambien al hecho que ASEAN, con inversiones por más de 1.300 millones de dólares en Birmania, se encuentra cada vez más frustrada por la lenta evolución económica que se registra en ese país.

Los hombres de negocios de ASEAN, que invirtieron sobre todo en el turismo birmano y el sector hotelero, están preocupados por el impacto del boicot global contra la junta y sus actividades comerciales, fuertemente dependientes del flujo turístico.

"No haremos ninguna nueva inversión hasta que mejore la situación", dijo un alto ejecutivo de una compañía de bienes raíces con sede en Tailandia.

Para verguenza de la junta, las demostraciones estudiantiles tambien dieron por tierra con el lanzamiento oficial de la publicitada campaña "Visite Birmania este año".

Agentes de viaje y operadores turísticos registraron gran cantidad de cancelaciones despues de los disturbios e, irónicamente, los únicos turistas que visitan actualmente Rangún son aquellos que quieren ver tanques patrullando todavía áreas claves de la capital.

En el frente político, un sector de creciente preocupación para el régimen es indudablemente la situación de las diferentes treguas pactadas con grupos étnicos rebeldes en los últimos años.

Un notable "éxito" para la junta en 1996 fue el acuerdo de paz con el notorio traficante de drogas Khun Sa, que desistió tanto de la lucha armada por la independencia como del control territorial en el estado septentrional de Shan, a cambio de una amnistía.

Sin embargo, numerosos informes indican una creciente agitación en las filas de otros grupos étnicos debido a que el gobierno militar no está cumpliendo con las condiciones del cese del fuego.

En diciembre, el partido del Nuevo Estado Mon se dividió acerca de la tregua. Un grupo disidente acusó a la junta de proseguir con el trabajo forzado y el desplazamiento de gente para facilitar el tendido de un oleoducto dentro de su territorio, situado junto a la frontera birmano-tailandesa.

"Las treguas son acuerdos temporales", apuntó U Kyi Maung, vicepresidente de la LND. "Los grupos étnicos están todavía armados y en cuanto el gobierno quiera intimidarlos, devolverán el golpe".

No obstante, el peso del acoso militar durante este año fue realmente sentido por la propia LND.

Tras la liberación en 1995 de la secretaria general de la Liga, Suu Kyi, tras seis años de arresto domiciliario, muchos observadores pensaron que eso podría reflejar un cambio de actitud de la junta.

Sin embargo, en mayo de 1996, cuando el partido se aprestaba a realizar su primer congreso nacional, los militares lo reprimieron una vez más y arrestaron a más de 250 miembros de la LND.

Posteriormente, otros 800 partidarios fueron detenidos y Suu Kyi, por primera vez desde su liberación, recibió la advertencia de no pronunciar sus acostumbrados discursos de fin de semana frente a su residencia en Rangún.

La inseguridad del régimen no solo se debe a la fuerte base opositora de la LND en todo el país, sino tambien a su decisión de abandonar la convención nacional patrocinada por el gobierno para redactar una nueva constitución de Birmania.

El país carece todavia de una constitución, pero la junta se encuentra en dificultades porque a menos que la LND participe en su redacción, la nueva ley fundamental será considerada una estafa por el pueblo y la comunidad internacional.

La LND, por su parte, acusó a los militares de controlar el proceso de redacción de la carta magna sin ningún respeto por los principios democráticos.

Como la presión internacional continúa ejercitándose contra el régimen, y aumentan las demandas de cambio por parte de la oposición, los militares que gobiernan Birmania se ven arrinconados. El año próximo dirá si la junta dará poderes a la oposición democrática, o arriesgará la violencia en todo el país. (FIN/IPS/tra-en/tg/kd/ego/ip).

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