BIRMANIA: El régimen militar pretende seducir a monjes budistas

Aislado por los gobiernos de Occidente y acorralado por una oposición interna cada vez más enérgica, el régimen militar de Birmania apela ahora al budismo con la esperanza de que obtendrá así respaldo de miles de religiosos.

Pero siete años después de que los soldados asesinaron a 11 monjes budistas disidentes y arrestaron a cientos en la brutal represión al movimiento democrático, el clero birmano aún se resiste a los generales. Y, lo que es peor, la población no les cree.

La evidencia del cortejo del gobierno a los religiosos es evidente, en las calles de Rangún. Un ejemplo es la dorada pagoda Shwedagon, que data del siglo XI, en el corazón de la capital, que ahora brilla, pues fue renovada a un costo millonario para goce de birmanos y turistas.

No hace mucho, el templo fue profanado. En julio de 1989, el régimen que gobierna este país donde predomina el budismo theravada levantó barricadas para evitar que los peregrinos se acercaran.

Los disturbios que siguieron a la decisión del Consejo de Restauración de la Ley y el Orden del Estado (SLORC) derivaron en la muerte de 11 monjes y 17 estudiantes y el cierre de la pagoda durante cinco días.

Ahora, el SLORC efectúa donaciones a los templos y concede privilegios a los monjes, lo que se considera parte de una estrategia dirigida a evitar que los religiosos ejerzan influencias "equivocadas" sobre sus acólitos.

Los monjes budistas han respaldado movimientos democráticos durante el régimen del general Ne Win (1962-1988). En 1990, apoyaron abiertamente a la Liga Nacional por la Democracia (NLD), el partido de Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la paz.

El SLORC intenta ahora aniquilar la base de apoyo de Suu Kyi.

El régimen ofrece incentivos financieros para que los entre 300.000 y 500.000 monjes y monjas budistas del país estén de su lado con la finalidad de que la devota población del país crea que protege a sus instituciones y líderes religiosos.

Día a día, la televisión controlada por el gobierno propala imágenes de altos militares que oran en templos de todo el país y visitan a autoridades religiosas.

El régimen intenta así mejorar su mala reputación y mostrar una cara buena, tras asesinar y arrestar a montañas de personas desde que tomó el poder en 1988.

"El único propósito de estas actividades es mostrar a la gente que el Tatmadaw (ejército) es muy religioso. Nadie les cree. La gente sabe que la finalidad es detener la actividad política de los monjes", dijo Zou Win, un taxista de Rangún.

Pero los que rechazan la zanahoria pueden sufrir el palo en sus espaldas. Desde 1988, dos años antes de las elecciones que ganó en forma abrumadora la NLD sin poder acceder luego al gobierno, los monjes birmanos fueron sistemáticamente torturados y reprimidos por el régimen.

Se estima que miles de personas, entre ellos cientos de monjes, murieron cuando el ejército disparó contra manifestantes en 1988. Otros cientos de monjes más se dirigieron a la frontera para escapar de la represión.

Ese mismo año, U Kawainda, respetado monje de Mandalay célebre por su lucha por los derechos humanos, fue arrestado, acusado de integrar el Partido Comunista Birmano. Murió en prisión pocos meses después, y se sospecha que fue por efecto de la tortura.

En agosto de 1990, en las conmemoraciones del segundo aniversario del movimiento democrático de 1988, más de 7.000 monjes y novicios de Mandalay manifestaron en las calles. El ejército abrió fuego contra ellos e hirió a docenas.

La respuesta inmediata de la Unión de Monjes de Mandalay Sangha Sammagi fue rehusarse a atender a militares o sus familiares y rechazar las invitaciones a ceremonias religiosas organizadas por el SLORC.

La junta disolvió y prohibió las organizaciones Sangha, que nuclean a monjes independientes, y fundó una en su propio provecho, Sangha Mahanayaga, cuyas autoridades tienen poder para disciplinar y castigar a cualquier integrante crítico con penas de prisión entre seis meses y tres años.

Al mismo tiempo, los comandantes de las fuerzas armadas fueron autorizados a acusar a monjes de "actividades inconsistentes con el budismo en detrimento de la religión" ante tribunales militares. Las penas van de tres años de prisión a la muerte.

Unos 400 monjes fueron arrestados en Mandalay, y la represión continúa.

Para obligar a los monjes díscolos a unirse a Sangha Mahanayaga, el SLORC prohibió entregar donaciones y obligó a otros religiosos a aislarlos. Aquéllos que se plegaron al régimen recibieron dinero en efectivo o regalos, como autos o viajes.

Se informó que el SLORC tiene espías dentro de los monasterios para estar al tanto de las actividades de los templos.

El general Ne win, quien derrocó al primer ministro electo U Nu en 1962, fue quien señaló a monjes y estudiantes como enemigos. Eso no se debió tanto a su independencia sino a la actividad política en la que se involucraron durante siglos. (FIN/IPS/tra- en/tg/ral/ip cr hd/96

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