BALCANES: El déficit democrático de la paz firmada /Balance y Perspectivas/

Los Balcanes entran en 1997 en medio de una mayor presión sobre los líderes que gobiernan Serbia y Croacia para que cambien sus métodos políticos, pero esta vez por parte de sus propios pueblos.

Si ha de llegar en los próximos 12 meses el cambio político que se espera, con esa presión interna deberá coincidir, sin embargo, una similar resistencia de las potencias occidentales.

Después de haberse pacificado frágilmente a la región, el tema de la paz pudo haber desviado la atención del problema político central, que no es otro que la naturaleza autoritaria de los partidos políticos nacionalistas de Serbia, Croacia y Bosnia.

La meta de la paz llevó al reconocimiento del poder que ejercen el presidente Slobodan Milosevic de Serbia y el presidente Franjo Tudjman de Croacia.

El enfoque occidental vino de hecho a respaldar a los dictadores balcánicos y su política de modelar estados étnicos.

El punto de vista de los nacionalistas sobre la guerra en Bosnia -no una agresión de estados vecinos contra un miembro de las Naciones Unidas sino un conflicto interno sobre "viejas animosidades étnicas"- fue aceptado en el marco internacional, especialmente el europeo.

Al crear una "república" serbobosnia dentro de Bosnia- Herzegovina, autorizando "relaciones especiales paralelas" entre Serbia y los serbios de Bosnia y Croacia y los croatas de Bosnia, los tratados de paz dieron a estos líderes mucho de aquello por lo que habían luchado.

Los líderes de los partidos nacionales de Bosnia fueron confirmados este año en las elecciones, admitiéndose en general que no se había alcanzado en realidad ningún ideal democrático.

No se cumplieron los acuerdos de paz en cuanto al retorno de los refugiados a Bosnia ni en cuanto a la libertad de circulación de personas por todo el Estado.

Ahora es el pueblo de la región el que, por sí mismo, empieza a enfrentarse a la política consagrada el año que termina. Ya llevan semanas las demostraciones callejeras de la oposición en la República de Serbia, en protesta contra la anulación de las elecciones municipales que Milosevic había perdido.

En Croacia, donde Tudjman se encuentra gravemente enfermo de cáncer de estómago, unas 120.000 personas se manifestaron en Zagreb para protestar por la clausura temporal de una emisora radial estudiantil.

La oposición política en los Balcanes se centra de manera prioritaria en las cuestiones económicas cotidianas, en especial la deteriorada economía de Serbia después de cinco años de sanciones internacionales. Pero la cosa va más lejos.

"La gente ha entendido que tiene un potencial en sus manos, y ha abierto su mente a la comprensión del verdadero proceso de la democracia", opinó Sonja Licht, directora ejecutiva del Instituto Open Society, que trabaja por la paz en Belgrado.

La tensión aumenta en Serbia, a medida que se suman a la protesta pacífica nuevos sectores de la sociedad. La coalición opositora Zajedno (Juntos) eleva el tono de sus demandas, y ha pasado de la confirmación de las elecciones que ganó en las grandes ciudades, a la renuncia de Milosevic.

El Comité Helsinki por los Derechos Humanos en Serbia ha llamado a la protesta popular "Marcha de los Inocentes".

Hace sólo un mes, el electorado serbio dio a Milosevic una amplia victoria en las elecciones parlamentarias federales yugoslavas (Serbia y Montenegro). Esto le permitiría cambiar la Constitución de la nueva Yugoslavia, instalándose el año próximo como presidente de la Federación.

Sea cual sea la forma en que terminen las actuales demostraciones opositoras -una gran concesión política o un acuerdo de compromiso- por fin se ha encendido una chispa de democracia, en Serbia y en la región balcánica.

Esto plantea ahora un reto a la comunidad internacional. Se trata de saber si también es capaz de recoger seriamente esa bandera democrática. Ello significaría ejercer la más firme presión sobre Serbia y Croacia.

Un experto de la Unión Europea dijo que "Belgrado y Zagreb deben entender que el camino a Europa pasa por Sarajevo".

Esto significa adhesión a las prácticas democráticas en las próximas elecciones municipales que se realizarán en Bosnia, la imposición de fuertes condiciones en toda medida de ayuda, y un claro apoyo a los medios de comunicación independientes.

Aun más importante será el decidido apoyo internacional al tribunal que juzga los crímenes de guerra, incluyendo el arresto de los acusados.

Sería al menos una pequeña satisfacción vindicatoria, si el sufrimiento de los que murieron pudiera contribuir a la construcción de la democracia, y de esa forma, de una paz duradera. ———- (*) Anthony Borden es director ejecutivo del Instituto de Información sobre la Guerra y la Paz (Londres), y editor de la revista WarReport que publica esa institución. (FIN/IPS/tra-en/wr/rj/arl/ip/96

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