El hallazgo de partituras aztecas en las ruinas del Templo Mayor, recientemente rescatadas en el centro de la capital mexicana, permitirá conocer por primera vez cómo era la música de un pueblo precolombino.
Las partituras, que según expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) modifican nociones sobre el tema, serán interpretadas parcialmente el 21 de marzo en una ceremonia que se hará en ese centro ritual del imperio azteca.
Se trata de media docena de gruesos legajos de papel amate, con inscripciones nunca antes vistas por los estudiosos de la cultura azteca, y cuya lectura está siendo descifrada por especialistas desde hace un par de meses.
El hallazgo fue hecho en una cámara recientemente descubierta en el interior de las ruinas, junto con teponaxtles, caracoles, ocarinas y otros instrumentos musicales de los antiguos habitantes de esta ciudad, que se denominaba Tenochtitlan.
También se encontraron en el lugar huesos y pertenencias de frailes católicos.
El Templo Mayor de los Aztecas fue sacado a luz en la década de los 80 tras demoler las construcciones con que a partir de los conquistadores españoles había sido tapado en sucesivos períodos.
Fuentes del INAH dijeron que tras el desconcierto inicial, por las características singulares del descubrimiento, tras semanas de estudio se llegó a la conclusión irrefutable de que se trata de notaciones musicales.
A diferencia de la notación convencional occidental la partitura azteca está formada por heptagramas de longitud variable dispuestos verticalmente, y en los cuales, mediante ideogramas, se ven representados varios de los instrumentos aztecas.
Al parecer cada heptagrama corresponde a un instrumento y la música azteca fue fundamentalmente rítmica, casi carente de melodía, con armonías que los expertos estiman "elementales" en comparación con la propia de la tradición musical europea.
Junto a las partituras se encontraron accesorios diversos, presuntamente para ejecuciones dancísticas.
Los expertos coinciden en que el hallazgo confirma la función religiosa de la música y la danza entre los aztecas, pero se ignora por qué no hay referencias a las partituras en los pocos códices y otros testimonios que sobrevivieron a la conquista.
Una hipótesis provisoria, dicen los antropólogos, es que dichas notaciones guardaban para los aztecas conocimientos reservados sólo a los más altos representantes de la jerarquía religiosa. (FIN/IPS/emv/dg/cr/96