/AMBIENTE/SALUD: Cambio climático, lluvias y dengue, una conexión posible

Los cambios climáticos que se advierten en toda la Tierra como consecuencia del calentamiento planetario ya parecen tener mortíferos efectos por la difusión de enfermedades, mucho antes de que puedan apreciarse el derretimiento polar, la inundación de tierras bajas u otros fenómenos.

El médico Simon Hales y su equipo de la Escuela Wellington de Medicina de Nueva Zelanda afirman que las epidemias de dengue en las islas del Pacífico Sur tienen estrecha relación con el cambio climático, el cual a su vez depende del sistema meteorológico llamado Oscilación Austral de El Niño (ENSO).

ENSO consiste en un sistema meteorológico cíclico que se mueve entre dos extremos -sequía y lluvias excesivas- en períodos que duran entre dos y siete años. El sistema es responsable de más o menos 40 por ciento de las variaciones de temperatura y caída de agua en el Pacífico.

En un extremo, la temperatura y las lluvias están por debajo del promedio en el Pacífico occidental, y por encima de él en el Pacífico central y oriental, mientras que el patrón se invierte en el otro extremo.

"Esto ofrece la oportunidad de estudiar una fuerte incitación climática de las enfermedades infecciosas en partes vulnerables del planeta", escribió Hales en una carta que publicó este mes The Lancet, prestigioso periódico médico británico.

La fiebre del dengue, que se difunde por la picadura del mosquito aedes aegypti, se ha extendido por todo el planeta en las últimas décadas, siendo ahora la enfermedad transmisible por un portador más importante del mundo.

La enfermedad acecha a 3.000 millones de personas cada año en en el sudeste asiático, América, China y, más recientemente, Africa.

Según Hales, en la mayoría de esas regiones influyen también otros factores como la pobreza, la densidad de la población, la urbanización y la infraestructura de salud, además del clima.

Sin embargo, esos otros factores no han cambiado mucho en el Pacífico desde 1970, lo que significa que, probablemente, el clima por sí mismo sea responsable del aumento del dengue. La investigación de Hales muestra una fuerte correlación entre ENSO y el incremento de esta enfermedad.

"Esta demostración sugiere que tendremos un problema cada vez mayor si el clima terráqueo continúa calentándose tal como ha pronosticado el Equipo Intergubernamental sobre Cambio Climático", expresó Hales.

"El dengue empeora después de producirse un fuerte viento monzón", comentó el doctor Bruce Knudsen, de la División de Control de Enfermedades Tropicales de la Organización Mundial de la Salud.

En apoyo de su afirmación citó el ejemplo de la epidemia que sacudió a India este año, que sólo en Nueva Delhi afectó a 9.000 personas. "Y el año pasado se produjo un brote masivo en Estados Unidos, después de los huracanes", añadió Knudsen.

No obstante, subrayó que el aumento del dengue en todo el mundo "va más allá de las condiciones del tiempo".

El mosquito portador de la enfermedad crece en las pequeñas acumulaciones de agua estanca que se forman con preferencia en las áreas urbanas más pobres.

"Después de las lluvias quedan cantidades de receptáculos de agua, especialmente en las zonas de viviendas precarias", dijo Knudsen a IPS en una entrevista telefónica.

No obstante, en los últimos años el dengue ha aparecido también en áreas rurales, en particular en China y el sudeste asiático. Para ironía del propio Knudsen, éste es uno de los resultados del éxito en la aplicación de estrategias de desarrollo.

En muchos países se han construido diversas formas de juntar agua para usos rurales y para ponerla al alcance de las familias campesinas. Estas acumulaciones de agua son el hábitat ideal para el aedes aegypti.

En la actualidad hay unos 100 países donde el dengue es endémico, y en 44 de ellos existe la forma más grave de la enfermedad, la fiebre hemorrágica del dengue (DHF).

Mientras que los síntomas del dengue son similares a los de una gripe, la DHF produce hemorragias internas generalizadas, que en al menos cinco por ciento de los casos conducen a la muerte, en particular entre los niños pequeños.

Cada año se registran entre 20 y 50 millones de casos. "Pero la cantidad verdadera debe ser más alta, probablemente, porque en algunos países el dengue no es una enfermedad que se denuncie", explicó Knudsen.

El combate contra el dengue exige un enfoque comprehensivo que incluya, entre tantos otros aspectos, la consideración del cambio climático.

Knudsen señaló que el extremo meteorológico de El Niño que trae lluvias parece ser mucho más frecuente y durar más tiempo. "El pronóstico de enfermedades sobre la base de los sistemas del tiempo surge como un área de trabajo totalmente nueva", reconoció Knudsen. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/arl/he-en/96

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