Las islas del Caribe, cuyo sol, mar y arenas atraen dólares del turismo de todo el mundo, enfrentarán decisivos desafíos ambientales en 1997.
En toda la región, las playas están bajo severa presión de la contaminación de tierra y mar. Un derramamiento de petróleo en la costa de Puerto Rico, la destrucción de arrecifes de coral en Jamaica, y el vertido indiscriminado de basura de cruceros en Trinidad y Tobago presentan parte de los problemas.
Pero lo peor aún no ha llegado, sostienen ambientalistas, y destacan que la contaminación marina será la mayor prueba para la región en los próximos 12 meses.
El problema tiene dos caras, y es parcialmente creado por los desechos generados en cruceros, y en parte por basura arrojada al mar.
Sea cual fuere la causa, la contaminación puede tener efectos significativos en la salud de la población de la región, advierten los defensores del medio ambiente.
"En todo el mundo, unos 5,2 millones de personas mueren anualmente debido a enfermedades relacionadas al desecho de basura. De ese número, cuatro millones de las víctimas son niños", señaló un portavoz de la Red de Periodistas Ambientalistas del Caribe.
Un total de 6.300 viajes de crucero llegan al Caribe cada año, y cada uno produce 10 veces más basura por persona que en tierra, asegura Barry Wade, gerente general de Environmental Solutions Limited, la primera empresa ambiental de Jamaica.
"Es innegable que los desechos portuarios, tanto aéreos como marítimos, son una continua fuente de contaminantes peligrosos que amenazan la vida marina, la salud humana y el ambiente si no son tratados apropiadamente", admitió el ministro de Trabajo de Trinidad y Tobago, Sadiq Baksh.
La basura generada en tierra también es fuente de preocupaciones. Un estudio de fines de 1996 sobre contaminantes encontrados en las playas de Jamaica reveló que 45,8 por ciento de la basura marina era de origen doméstico, y 45,6 por ciento producida por las personas que concurren a las playas.
Sólo 8,6 por ciento de la basura en las playas de Jamaica proviene de cruceros y barcos pesqueros.
La mayoría de los desechos marinos de Jamaica se encuentra en la costa norte, en los balnearios turísticos, y es directamente proporcional a la actividad humana.
Los objetos más comunes encontrados en el estudio de Environmental Solutions fueron botellas de plástico, latas de metal, cajas de cartón y vasos y bolsas de plástico.
El porcentaje es mayor en relación a un estudio similar en California, donde 54,7 por ciento de la basura es plástico, mientras en Jamaica la proporción es de 60 por ciento, dijo Wade.
El problema no es particular de Jamaica, y se extiende a todo el Caribe.
En Haití, según el ingeniero Frantz Benoit, sólo 40 por ciento de la basura de Puerto Príncipe se recoge y desecha de formas respetuosas del medio ambiente. "El resto se vuelca al mar. La situación es aún peor en la segunda ciudad, Cap Haitien, donde sólo se recolecta 20 por ciento de la basura generada", afirmó.
Pero los ambientalistas mantienen las esperanzas, y creen que en 1997 podría adoptarse una convención que declare el mar Caribe "área especial" libre de desechos.
Este acuerdo, de ser ratificado, impediría que barcos y cruceros vertieran su basura en las aguas territoriales de las islas, y en el resto del mar.
La disposición sobre el área especial fue anexada a la Convención Internacional para la Prevención de la Contaminación de Barcos (MARPOL) en 1993. La Convención procura ocuparse de contaminantes marinos como petróleo, sustancias líquidas nocivas, aguas de saneamiento y basura.
Pero los gobiernos de la región han sido lentos en la firma del documento, mientras los analistas afirman que ahora es más importante que nunca ratificar la Convención.
Sólo ocho países caribenos firmaron la convención, y de ellos, la mayoría no tiene montada la estructura necesaria para aceptar y procesar la basura de los barcos que llegan, dijo Wade.
Uno de los requisitos de la convención es que los puertos de los países del Caribe deben brindar una recepción adecuada a la cantidad y el tipo de basura de los cruceros.
El ejercicio es costoso, pero varios países caribeños que no firmaron la convención enfrentan las consecuencias de la disminución del turismo debido a la contaminación. (FIN/IPS/tra-en/ms/cb/mk/lp/en/96