La escasez de maestros e instalaciones, así como los desastres naturales, están teniendo un severo impacto en el sistema vietnamita de enseñanza, especialmente en la post- Guerra Fría porque las becas de la ex Unión Soviética quedaron congeladas.
Las oportunidades educativas en la comunista Vietnam disminuyeron considerablemente despues del colapso de la Unión Soviética en 1991, cuyas universidades estatales brindaron asistencia a muchos países del área del extinto Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME).
El CAME fue la contrapartida socialista de la Comunidad Económica Europea, y estuvo formado por la ex Unión Soviética, ex Alemania Democrática, ex Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Cuba, Vietnam y Mongolia.
Algunos académicos dijeron que las autoridades vietnamitas fueron lentas en zanjar la brecha, en un momento que la demanda por alta enseñanza aumentó debido al nuevo ambiente competitivo emanado de las reformas económicas de mercado en el país.
Estudiantes y hasta trabajadores se muestran especialmente propensos a ampliar sus estudios en economía y seguir cursos relacionados con temas económicos, como tambien el aprendizaje de idiomas extranjeros.
Sin embargo, los padres chocan con dificultades para asegurar una educación básica a sus hijos, si bien el empobrecido gobierno lucha para brindar fuentes de financiación alternativas al sistema.
«La educación vietnamita está experimentando una parálisis cuantitativa y una declinación cualitativa», reconoció el Ministro de Educación, Tran Hong Quan, durante un discurso pronunciado el mes pasado ante la asamblea nacional.
La admisión se produjo en momentos que los diputados consideraban el proyecto de una nueva ley de educación que incluyera incentivos fiscales a donantes del sistema de educación, e introdujera impuestos especiales que, supuestamente, deberán pagar las compañías que operan en el país.
En 1996, el gobierno fijó alrededor de 650 millones de dólares al Ministerio de Educación, seis por ciento más que en 1995.
Sin embargo, el ministerio registró un aumento del 12 por ciento en la cantidad de estudiantes matriculados. Ese factor, agregado a la escalada de la inflación, significa que, en términos reales, el gasto actual por estudiante bajó el 20 por ciento.
Según el ministerio, hay 10,7 millones de alumnos en escuelas primarias, 5,8 millones en institutos de enseñanza media, y 500.000 en universidades y establecimientos de alta enseñanza.
Los estudiantes están matriculados en 14.000 escuelas, las cuales se ven obligadas a adoptar un sistema de rotación porque no cuentan con suficientes salones de clases para acomodar a todo el alumnado.
Además, está el problema de escasez de maestros. Muchos han dejado sus empleos mal pagados -ganan entre 20 y 30 dólares por mes- para trabajar como secretarios e incluso recepcionistas de hotel en el sector privado.
Como resultado, durante el año académico 1995-1996, el Ministerio de Educación registró un déficit de 58.000 maestros en escuelas primarias y 48.000 a nivel de enseñanza media.
Muchos padres se quejaron que cierta cantidad de maestros ya no imparten lecciones básicas durante las horas regulares de clase, sino insisten que los estudiantes asistan a cursos adicionales por los cuales los alumnos deben pagar aranceles extraordinarios.
Los desastres naturales tambien afectaron el sistema.
El mes pasado, el Ministerio de Educación quiso obtener 7,7 millones de dólares en concepto de financiación de emergencia para reparar escuelas dañadas por tifones e inundaciones.
En 15 provincias septentrionales, un total de 1.270 aulas de clase quedaron completamente destruídas y otras 1.437 sin techo por las lluvias y tifones anuales. El ministerio otorgó el dinero pero deberá ser descontado del presupuesto 1997.
El legado de la asistencia soviética dió lugar a otras resquebrajaduras obvias en el sistema de enseñanza. El apoyo soviético se concentró sobre todo en los campos científicos y de la ingeniería, ignorando tópicos como ciencias sociales, administración de empresas e idiomas extranjeros, que ahora tienen gran demanda.
Muchos expertos opinan que el estado de pobreza del país amenaza la capacidad del sistema estatal de alta enseñanza para afrontar la integración regional, sobre todo porque quedó muy rezagado en la esfera tecnológica.
«Afrontamos problemas tan básicos como la falta de libros de texto y facilidades de laboratorio», declaró Hoang Xuan Sinh, titular de la universidad privada Thang Long, en Hanoi. «Todos esos factores contribuyeron a que la educación esté en crisis. Como resultado, los niveles acádemicos están a la cola de otros países».
No obstante, mientras los expertos discuten las tendencias en la alta enseñanza, sobre todo el impacto tecnológico en el modo que los alumnos deberán aprender en el futuro, en las aulas universitarias las necesidades son más básicas.
Según estadísticas oficiales, alrededor del 87 por ciento de los docentes universitarios tienen un nivel básico. Menos de la mitad enseñan asignaturas que competen enteramente a su área de conocimientos, mientras otros enseñan materias sobre las cuales no recibieron formación de ningún tipo.
«La calidad de la educación está muy por debajo de las demandas de recursos humanos en estrategias de desarrollo», lamentó el primer ministro Vo Van Kiet, en un discurso pronunciado ante el parlamento a fines de octubre. (FIN/IPS/tra-en/sb/cpg/ego/ed).
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