Las Naciones Unidas lograron muy poco durante los últimos cinco años de conversaciones de paz entre Portugal e Indonesia sobre la suerte de Timor Oriental, declaró aquí José Ramos Horta, coganador del Premio Nobel de la Paz 1996.
Si bien Ramos Horta, miembro fundador del independentista Frente Nacional de Liberación para Timor Oriental (FRETILIN), dijo que agradeció al secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, por su asistencia a Timor Oriental cuando lo entrevistó este viernes, manifestó su desilusión por los pobres resultados.
"Las conversaciones no llevaron a ninguna parte", apuntó. Señalando el sombrío panorama que los gobiernos occidentales y organizaciones humanitarias perciben todavía en Timor Oriental, despues de 21 años de ocupación Indonesia, demandó "¿qué lograron hasta ahora las negociaciones?".
En una entrevista con IPS, el líder independentista, que fue laureado este año junto con el el obispo timorense de Dili, Carlos Filipe Ximenes Belo, expresó dudas que los diplomáticos indonesios alberguen alguna intención de cesar la ocupación de la ex colonia portuguesa en el Mar de Java.
El ministro indonesio de Exteriores, Ali Alatas, y sus asistentes, "probablemente querrían ver que las conversaciones progresan", opinó, "pero los diplomáticos (de Jakarta) no tienen poder de decisión".
Desde que los militares indonesios invadieron la isla en 1975 y la anexarron como su vigesimo séptima provincia en 1976, las fuerzas armadas, que cuentan en el territorio con 130.000 hombres, siguen siendo una amenaza en la vida de los timorenses, apuntó Ramos Horta.
En los primeros años de la ocupación indonesia, más de 200.000 timorenses que en la época totalizaban 650.000 perecieron a manos del ejército, según denuncias de grupos humanitarios.
El ministro portugués de Exteriores, Jaime Gama, y Alatas, se reunieron en numerosas oportunidades bajo los auspicios de la ONU para tratar la situación de Timor Oriental. De acuerdo con un mandato de la ONU, la isla debe permanecer formalmente como un territorio bajo administración de Lisboa.
Ramos Horta advirtió que si la novena ronda de conversaciones luso-indonesias, previstas para el 21 de diciembre, resultan una vez más infructuosas, entonces su facción se abstendrá de negociar.
"Si no hay progresos en diciembre… los contactos, tal como están planteados ahora, no pueden continuar", declaró a IPS. "Debemos ir al Consejo de Seguridad (de la ONU) para discutir la cuestión: es el momento que el consejo sea visto haciendo algo".
Señaló que las 15 naciones que componen el órgano ejecutivo de la ONU pidieron en 1975 la completa retirada de las tropas indonesias de Timor Oriental. Sin embargo, Jakarta ignoró la resolución.
Recientes cambios en la composición del consejo podrían actuar en favor de los timorenses. Indonesia, que ahora ocupa un escaño en el consejo, finaliza su período bienal en diciembre. Portugal, que apoya la causa de la independencia del territorio, ingresará al organismo en enero próximo.
Un diplomático portugués que no quiso ser identificado, dijo recientemente a IPS que su país tratará de plantear la cuestión de Timor Oriental al consejo, pero agregó que Lisboa abriga pocas esperanzas de progreso en las actuales conversaciones de paz mediadas por la ONU.
Lo que ahora resulta esencial, según Ramos Horta, es presionar a Indonesia para que acepte una agenda precisa de mejoras sobre el terreno, ya sea mediante la intervención directa de Boutros-Ghali o de su sucesor, si no resulta reelecto para un segundo período al frente de la ONU.
"Debe haber un plazo para la liberación de todos los prisioneros y la reducción de la presencia de tropas indonesias", apuntó Ramos Horta. Si Jakarta puede cumplir esas condiciones y reformar lo que calificó un "incompetente" servicio civil en Timor Oriental, entonces la resistencia timorense cesará sus acciones militares.
No obstante, Indonesia parece satisfecha de la marcha del proceso de paz hasta ahora y, en una declaración formulada despues del anuncio del Premio Nobel de la Paz en Oslo, la misión de Jakarta ante la ONU negó las noticias sobre represión en Timor Oriental.
Tambien señaló que en la reunión de abril, "timorenses que representaban a todos los sectores de opinión, incluso Ramos Horta, fueron alentados a participar en la administracion y desarrollo de la isla".
Jakarta calificó a FRETILIN como un grupo político "radical y violento, responsable de innombrables atrocidades" durante la breve guerra civil en 1975, e impugnó el Premio Nobel a Ramos Horta, "un hombre cuya carrera ha estado dedicada a subvertir la paz".
El líder timorense advirtió que Indonesia está tomando ahora de blanco a su coganador, el obispo Ximenes Belo, que fue enfrentado por 3.000 demostrantes indonesios durante su visita a comienzos de esta semana a Jakarta.
Aliados del presidente indonesio Suharto urgieron públicamente que el prelado, que tiene pasaporte indonesio, sea privado de la ciudadanía y deportado si continúa hablando mal de la ocupación de Jakarta, apuntó Ramos Horta.
Sin embargo, Suharto podría considerar esa medida políticamente costosa luego que su gobierno fue objeto de unánimes críticas internacionales por la matanza de 200 civiles inocentes en el cementerio de Santa Cruz, en Dili, la capital de la isla.
En 1992, las tropas indonesias abrieron fuego contra una muchedumbre que concurrió a la necrópolis para los funerales de un estudiante timorense muerto en manos de la policía local.
No solo la atribución el Premio Nobel puso la cuestión de Timor Oriental en primer plano. También la reciente controversia asociada con la rica fasmilia Riady, que aportó cientos de miles de dólares a la campaña política del presidente estadounidense Bill Clinton, ha hecho más sospechosos lo lazos entre la Casa Blanca e Indonesia.
Numerososa miembros del Congreso, incluído el titular de la cámara, Newt Gingrich, sugirieron que Washington deje de brindar entrenamiento militar a tropas indonesias y suspenda la venta de al menos nueve cazabombarderos F-16, hasta que el caso Riady sea investigado y aclarado.
"Ignoramos porqué Estados Unidos está tan deseoso de vender los F-16. La mejor manera de actuar para Washington sería congelar la entrega de armas o cualquier programa de asistencia hasta dentro de dos o tres años. Entretanto, la Casa Blanca no debería enviar señales equivocadas", dijo. (FIN/IPS/tra-en/fah/yjc/ego/ip).
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