TIMOR ORIENTAL: Premio Nobel advierte escalada de tensiones

El coganador del Premio Nobel de la Paz 1996 advirtió a Indonesia sobre una escalada de tensiones en ese país y Timor Oriental, cuando el 10 de diciembre próximo reciba la distinción en Oslo.

En rueda de prensa, José Ramos Horta, quien representó al movimiento de liberación de Timor Oriental en el exterior desde que su patria fue invadida por Indonesia en 1975, denunció que Jakarta está provocando "incidentes religiosos y étnicos".

Ramos Horta se refirió a las protestas en Jakarta a comienzos de esta semana, dirigidas al otro ganador del Premio Nobel, el obispo católico de Dili, Carlos Filipe Ximenes Belo. Una muchedumbre de 4.000 personas se congregó para abuchearlo cuando asistió a una reunión de diocesanos indonesios en Jakarta.

La protesta "fue orquestada por las autoridades indonesias", afirmó Ramos Horta, agregando que el incidente generó una contrademostración de timorenses en Dili, la capital de la isla, situada en el Mar de Java.

"Esto está creando una situación que puede ser imprevisible a largo plazo", advirtió.

Señaló que la semana pasada, Belo se quejó en una comunicación telefónica de una creciente campaña en su contra.

La acción fue consecuencia de una entrevista al prelado, publicada el mes pasado por la revista alemana "Der Spiegel", que lo citó cuando dijo que los indonesios trataban a los timorenses como "esclavos" y "perros sarnosos".

Desde entonces, los miembros del gabinete indonesio y los partidos políticos que respaldan al gobierno pidieron publicamente que el obispo fuera investigado, y se lo privara del pasaporte para evitar que concurra a la ceremonia de entrega del premio en Oslo.

"Ahora quieren comerme vivo", dijo Belo a Ramos Horta por teléfono el viernes pasado.

En sus respuestas aquí, Ramos Horta, cuya distinción fue considerablemente más controvertida que aquella de Belo, demandó al presidente estadounidense Bill Clinton realizar mayores esfuerzos para promover el diálogo entre timorenses y Jakarta, que anexó el territorio en 1976 como su vigésimo séptima provincia.

Tanto Ramos Horta como Belo formularán un pedido de diálogo y propondrán un plan para lograr un acuerdo, cuando reciban el premio en Noruega. Ese plan, que Ramos Horta comparó con el pacto firmado en Oslo entre palestinos e israelíes, será similar a otro que presentó a Jakarta en 1993.

Noruega ya aceptó ayudar a una mediación del plan, según la directora de Human Rights Watch/Asia, Sidney Jones. "Si un segundo gobierno, como Noruega, colabora en la negociación, el plan podría obtener algún resultado", predijo.

Según el plan, las partes deberán acordar la congelación de discusiones sobre el estatuto final de la ex colonia portuguesa, mientras proceden a reducir la presencia militar en el territorio, mejoran el aspecto de derechos humanos por parte de las autoridades y tratan el problema creado por 100.000 inmigrantes indonesios.

Al mismo tiempo, Jakarta debería otorgar algún tipo de autonomía para Timor Oriental, bajo la cual podía elegir su propia legislatura. Despues de algunos años, los timorenses estarían en condicioneds, si lo desean, de ser integrados con Indonesia.

Esto podría depender de la evolución política de Jakarta hacia una democracia, dijo Ramos Horta, y pidió al presidente indonesio Suharto abrir el diálogo con la oposición interna del país.

"Suharto ha hecho mucho por su patria", apuntó Ramos Horta, "pero podría ser aún más grande si tiene el coraje, la sabiduría de un gran estadista, de dialogar con sus críticos".

Ramos Horta explicó que el principal propósito de su viaje fue encontrar en Nuev< York al secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, y a varias organizaciones no gubernamentales (ONG). Acotó que no pidió hablar con ningún funcionario de la administración Clinton. La ausencia de contactos con funcionarios estadounidenses se debe en parte a que se producirán cambios en los altos niveles en las próximas semanas. "No sé quién es quién", admitió. No obstante, dijo que confiaba que Clinton lo recibiera en la Casa Blanca junto con Belo, o conversara solo con el prelado, cuya posición no violenta suscita mayor simpatía en Estados Unidos. "Cualquiera sea el tenor de la discusión con Clinton, tendrá mi total aprobación", aseguró. Como la única "superpotencia sobreviviente", de todos modos, Washington tiene una "especial responsabilidad" de participar en los esfuerzos de lograr un arreglo como en Medio Oriente y Bosnia, según Ramos Horta, que enseña en la facultad de leyes de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia. En términos generales, fue amable con la administración Clinton, y elogió que revirtiera 20 años de votaciones contra resoluciones sobre Timor Oriental en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, y prohibiera la entrega de armas automáticas y vehículos blindados a Indonesia. "La administración Clinton en su segundo período podría poner en marcha otras medidas positivas… en un esfuerzo más concertado para propiciar el diálogo con Indonesia sobre Timor Oriental y reformas democráticas", expresó. Sin embargo, Ramos Horta manifestó contrariedad por otras dos decisiones de la administración estadounidense: permitir a oficiales del ejército indonesio de obtener entrenamiento militar en Estados Unidos y vender cazabombarderos F-16 a Jakarta. "Los F-16 no van a ser usados en Timor Oriental pero contribuirán al proceso regional de rearme", objetó. Ramos Horta tambien caracterizó como una "desgracia" los recientes esfuerzos de los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) para evitar discusiones públicas sobre la situación de Timor Oriental. El mes pasado, el presidente filipino Fidel Ramos prohibió el ingreso de Ramos Horta al país para asistir a una conferencia de ONG que delibera paralelamente este mes con la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico en la Bahia de Subic. La semana pasada, una reunión sobre Timor Oriental en Kuala Lumpur fue perturbada por miembros del ala juvenil del partido oficial y más de 40 delegados extranjeros que asistían a la reunión fueron deportados. Las Naciones Unidas nunca aceptaron la invasión y anexión de la isla por Indonesia y mantuvieron la resolución de que Portugal continuara como potencia administradora hasta que se decidiera el futuro institucional de Timor Oriental. La ocupación armada indonesia, según fuentes independentistas, provocó en los últimos 20 años alrededor de 250.000 muertos sobre una población insular que en 1975 era de 600.000 personas. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/ego/ip). = 11141120 DAP002

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