Las batallas del régimen de Sudán en 13 años de guerra civil apuntan a la mayoría africana no musulmana en el sur, pero los líderes islámicos del país afirman que los sureños son respaldados por vecinos aliados del enemigo real, Estados Unidos.
El escenario puede no haber sido verdadero en el pasado, pero ciertamente parece real ahora. Este mes, el gobierno de Estados Unidos anunció lo que sería su primer esfuerzo por desestabilizar un país africano desde el fin de la guerra fría.
Casi 20 millones de dólares en equipos militares estadounidenses serán enviados a Etiopía, Eritrea y Uganda, cuyos gobiernos respaldan a grupos guerrilleros sudaneses.
Los rebeldes también anunciaron una ofensiva conjunta. Durante el curso de la guerra, se dividieron en varias facciones que se han enfrentado unas contra otras.
Pero en Octubre, dos grandes facciones, la Alianza de Fuerzas de Sudán y el Beja Congress se sumaron a la principal facción del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), liderada por John Gargang, para coordinar operaciones militares contra Jartúm.
La guerra mató a más de 1,3 millones de sudaneses y desplazó a tres millones.
George E. Moose, subsecretario de Estado para Asuntos Africanos, negó que los equipos de Estados Unidos estén destinado para los rebeldes, diciendo al Washington Post que "estamos asistiendo a estos gobiernos en su propia defensa".
Pero un funcionario del Pentágono señaló en una entrevista con el diario estadounidense que "tres gobiernos han dicho que quieren desintegrar el régimen (sudanés)".
Según el Washington Post, muchos en Estados Unidos creen que las armas finalmente quedarán en manos de los rebeldes, ya que muchas son apropiadas para fuerzas guerrilleras.
Hace un año se prometieron 15 millones de ayuda militar, pero los primeros embarcos sólo llegarán al este de Africa alrededor de Navidad. El atraso, explicó un funcionario, se debió en parte a que Estados Unidos quiso primero cerrar su embajada en Jartúm para reforzar la seguridad de los diplomáticos estadounidenses.
Otros 4,7 millones se añadieron al año fiscal 1997, iniciado el 1 de octubre.
Fuentes del Congreso y la administración han dicho que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Consejo Nacional de Seguridad son las fuerzas conductoras de la línea dura.
La CIA afirma que unos 4.000 radicales islámicos reciben capacitación militar en Sudán, incluyendo el grupo palestino Hamas.
Estados Unidos considera a Sudán en segundo lugar después de Irán como auspiciante del terrorismo internacional.
El Consejo de Seguridad de la ONU demandó que el gobierno de Sudán extradite a tres sospechosos del intento de asesinato el año pasado del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, los cuales, según se cree, recibieron respaldo de Sudán.
Las sanciones de la ONU para aislar el régimen y restringir los viajes oficiales se impusieron en abril y fortalecieron en agosto.
Pero es la apertura de un frente norte desde Eritrea lo que causaría que el régimen de Sudan "cayera por su propio peso", según un funcionario del Pentágono.
El presidente de Eritrea, Issaias Afewerki, quien lideró una guerra de 30 años por la independencia del país de Etiopía, instaló campos de entrenamiento para formar una nueva fuerza guerrillera.
Eritrea está estratégicamente ubicada para lanzar ataques guerrilleros al puerto de Jartúm, carreteras y otros objetivos, dijo el funcionario.
Más de 3.000 guerrilleros están desplegados en Eritrea, según estimaciones de Estados Unidos. En julio, destruyeron dos puentes, aunque la radio oficial de Sudán, SUNA, dijo que las fuerzas sudanesas impidieron los ataques.
Mientras, desde Etiopía, fuerzas del SPLA capturaron en abril los asentamientos sudanentes de Tami, Shima y Uza. Las autoridades de Sudán confirmaron el ataque, pero responsabilizaron a fuerzas etíopes y no a los rebledes.
Etiopía negó la participación, y acusó a Sudán de desplegar tropas cerca de su frontera.
Uganda, el otro país que recibirá asistencia militar estadounidense, intercambió fuego de artillería en su frontera con Sudán varias veces este año.
Además, informó que refugiados sudaneses fueron atacados y asesinados en campos en Kitgum, al norte, por rebeldes del Ejército de Resistencia del Señor, quien, dijo, recibe apoyo de Sudán.
En Egipto, al norte, el presidente sudanés, Omar al-Bashir, se reunió con Mubarak durante la cumbre árabe en junio. Pero un asesor de Mubarak dijo que las relaciones no serían restauradas. Egipto ha ordenado a Sudán la reducción de su personal diplomático, al igual de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Canadá.
Arabia Saudita, que no ha tenido buenas relaciones con el régimen de Sudán, informó en julio el cierre de las oficinas de la oposición sudanesa en Riyadh.
Las autoridades de Sudán afirman que la agenda real de los gobiernos vecinos es minar la soberanía del país y las creencias religiosas de su pueblo, y lanzaron una campaña de "movilización pública", la cual recluta a la fuerza a jóvenes para grupos paramilitares.
En octubre, el estado también decretó leyes islámicas más estrictas. Hombres y mujeres no pueden sentarse juntos en público y los hombres no pueden mirar a mujeres que practican deportes.
Pero según el experto del Foro Africano sobre Asentamientos Humanos Abdul Maliq Simone, "la ira de la gente aumenta ante la presión del Estado que busca desintegrar la solidaridad comunitaria".
Este mes el gobierno elevó el precio de la gasolina y el gas de cocina, mientras la inflación aumentó a 83,9 por ciento, a partir de 71 por ciento en diciembre del año pasado. (FIN/IPS/tra-en/dh/kb/lp/ip/96