La iniciativa de un grupo de acción comunitaria obligó a las autoridades de una región del noreste de Rusia a convocar un referendo para decidir si se permite al Estado culminar la construcción de una nueva planta nuclear.
El referendo será el primero de este tipo en Rusia y se realizará en la región de Kostroma el 8 de diciembre, el mismo día de la elección del gobernador.
La Constitución de 1993 prevé la realización de una consulta popular mediante la presentación de una petición firmada al menos por 10.000 ciudadanos.
El grupo comunitario, que se autodenomina "En nombre de la vida", comenzó a recabar firmas a comienzos de esta década para detener la construcción de la central, y realizó una intensa campaña en favor del referendo desde la aprobación de la nueva Constitución.
La construcción de la planta se inició cerca de la localidad de Chistye Bory, unos 250 kilómetros al noreste de Moscú, en el distrito de Buy, dentro de Kostroma. La región es menos desarrollada industrialmente que el resto de la cuenca del Volga.
"Su principal riqueza consiste en los abundantes bosques, los lagos y ríos limpios y el aire no contaminado", destacó Eduard Gismatullin de la organización ambientalista Greenpeace Rusia, que apoya la campaña por el no a la planta nuclear.
"Todos esos recursos estarán bajo una constante amenaza si se termina de construir la central nuclear de Kostroma", advirtió.
Las obras de la Unidad 1 comenzaron en 1981, y las de la Unidad 2, en 1988. La construcción, con un costo estimado de 21,3 millones de dólares, se detuvo en 1990 por decisión del gobierno local, pero se reinició en 1992 como resultado de la presión de la industria nuclear en favor de la nueva planta.
Sin embargo, las obras no avanzaron mucho, y el sitio consiste actualmente en una oficina administrativa, cuartos para vivienda y ciertos equipos. Oficialmente, la construcción es financiada por el Estado ruso, aunque ningún fondo fue asignado hasta el momento.
La planta tendría originalmente ocho reactores RBMK-1000 del tipo de Chernobyl, pero tras el accidente de esa planta se decidió instalar reactores de agua presurizada VVER-1000, considerados más seguros.
Grupos ambientalistas sostienen que el proyecto está situado sobre una falla tectónica, lo cual vuelve a la zona propensa a terremotos, y además su reservorio de agua estará cerca del río Kostroma, que desemboca en el Volga.
El nivel de las aguas subterráneas que alimentan a las fuentes locales es demasiado alto y el terreno de las obras es inestable y propenso a movimientos de tierra, argumentan los activistas.
Cuando se iniciaron las obras, los residentes locales no eran conscientes de los peligros y alegremente dejaban sus empleos para trabajar en la construcción de la central, donde ganaban mejores salarios.
"Cerca de 85 por ciento de los trabajadores de 28 localidades cercanas comenzaron a trabajar en el complejo nuclear", y esto "dejó a las granjas colectivas sin fuerza de trabajo", explicó Gismatullin.
Para 1993, sin embargo, el mensaje ecológico se había hecho sentir, y en junio del mismo año se inició la recolección de firmas, que llegaron a sumar 16.000.
Posteriormente, 6.000 de esas firmas fueron declaradas nulas por las autoridades regionales, y ante este escollo los ambientalistas decidieron iniciar nuevamente el procedimiento.
Los activistas lograron recabar 36.525 firmas para comienzos de este año, cifra demasiado alta para ser ignorada por el parlamento distrital.
Como resultado, el 8 de diciembre los ciudadanos del distrito de Buy, con 800.000 habitantes, deberán decir "sí" o "no" al emplazamiento y la construcción de una central de energía nuclear en su lugar de residencia. (FIN/IPS/tra-en/ai/rj/en/96