RUSIA-ASIA: Rusia voltea hacia el este para contrarrestar a EE.UU

Rusia otorga prioridad a sus relaciones con Asia respecto del resto del mundo, movida por el petróleo, los gasoductos y oleoductos, el comercio y otros asuntos relacionados con el desarrollo económico más que por la pura política.

Esa prioridad continuará en el futuro previsible. El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Yevgeni Primakov, quien se declara "orientalista", cree que Asia equilibra la balanza del poder, nivelada hacia Estados Unidos y una Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en expansión.

"Al cortejar a Asia, Primakov sigue la lógica de la economía. Los mercados de crecimiento más acelerado están allí y, además, Moscú perdió influencia en Europa oriental", dijo a IPS Viktor Kremenuyk, subdirector del Instituto Canadá-Estados Unidos de Moscú.

"Como un águila de dos cabezas, Moscú siempre tiene la alternativa de mirar al este o al oeste y de jugar la carta europea o la asiática cuando se sienta perjudicado por un bando o por el otro. Eso impide que la diplomacia rusa se vea presionada contra una esquina", agregó Kremenuyk.

Y Rusia se ha vuelto hacia Oriente, como quedó establecido tras las visitas efectuadas este mes por el ministro de Relaciones Exteriores a China y Japón.

Cuando Primakov, ex director del Instituto de Estudios Orientales de Moscú, reemplazó al "occidentalista" Andrei Kozyrev en enero, dejó claro que China sería su principal foco de atención.

El ministro reiteró su interés entre los días 17 y 19, en una gira por el gigante asiático que comenzó en Shangai y continuó en Beijing, donde se reunió con el primer ministro de China, Li Peng, el presidente Jiang Zemin y su homólogo Qian Qichen.

Moscú desea aprender de la experiencia china de desarrollo económico tanto como beneficiarse de su relación con el país, a través de la venta de tecnología rusa en la construcción de oleoductos y plantas hidroeléctricas.

El comercio entre los dos países en los primeros ocho meses de este año creció 46,5 por ciento respecto y se prevé que llegará a 7.000 millones de dólares para todo 1996, según datos oficiales rusos.

Las importaciones chinas de acero, productos químicos y aparatos espaciales de Rusia constituyen el principal componente de este crecimiento.

Otras áreas de cooperación prometedoras son la energía y la computación militar, necesaria para la modernización del ejército chino, aun equipado, en su mayor parte, por obsoletas armas diseñadas en la antigua Unión Soviética.

"Muchos expertos en Moscú creen que China podría convertirse en el principal socio económico de Rusia en el próximo siglo", dijo a IPS Gennadi Chufrin, subdirector del Instituto de Estudios Orientales de Moscú.

"Aún resta un largo camino para alcanzar la meta de los 20 millones de intercambio comercial establecida por el presidente Boris Yeltsin en su visita a China en abril. De todos modos, resulta claro que Rusia percibe en su gigantesco vecino una llave para el desarrollo de sus intereses en Asia", agregó.

El auge del comercio no habría sido posible sin la resolución de problemas políticos, como la demarcación de la frontera común de 4.300 kilómetros. Durante las décadas del 60 y el 70, además, China y la hoy disuelta Unión Soviética tenían agrias diferencias doctrinarias sobre el comunismo.

Pero Beijing y Moscú consideran ahora que el desarrollo de las relaciones bilaterales "es un factor de estabilidad importante en términos regionales y mundiales", informó un vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.

Los funcionarios rusos se congratulan el éxito en las negociaciones sobre reducción de las fuerzas militares en la frontera, de la cual se ha demarcado definitivamente 98 por ciento en lo que constituye una considerable reducción de las tensiones en el área de Asia y el Pacífico.

Primakov logró en su viaje que Li Peng visite Moscú en diciembre, así como una reunión de comisiones gubernamentales bilaterales en materia de cooperación económica previa a la cumbre entre Yeltsin y Zemin, programada para la próxima primavera boreal, también en la capital rusa.

Se prevé que los jefes de Estado firmarán entonces un acuerdo total sobre reducción de tropas en la frontera.

Además, Primakov estampó su firma en el primer documento formal relacionado con Hong Kong que haya suscrito China con un país extranjero además de Gran Bretaña. El acuerdo se refiere a la categoría del consulado de Rusia en el enclave, que en julio de 1997 retornará al dominio de Beijing.

El ministro ruso se ganó la simpatía de los gobernantes de China, cosa que no lograron los líderes occidentales.

"La impresión que dejó Primakov contrastó con el abierto desagrado que generó en anteriores visitas el secretario de Estado de Estados Unidos, Warren Christopher, y el descontento con el presidente de Alemania, Roman Herzog", observó Leonid Velekhov, experto en China del diario ruso Segodnya.

El columnista recordó que Herzog reclamó a Beijing la liberación de 14 prisioneros políticos y planteó interrogantes incómodas sobre las libertades políticas en el país asiático.

Los medios de comunicación en Beijing acusan a Washington de promover la creación de un "cinturón de seguridad" alrededor de China, que incluiría a Corea del Sur, Japón, Filipinas y Tailandia.

Durante las conversaciones, Primakov y sus contrapartes chinas consideraron "inaceptable" un "regreso al planteo de 'bloque contra bloque' o el trazado de nuevas líneas divisorias en el mundo", según la agencia semioficial rusa ITAR-TASS.

"Las prioridades de China son el sur y el este (Taiwan, Hong Kong y los mercados del Pacífico), y le es útil tener una Rusia amistosa a sus espaldas a la que apelar para minimizar la alianza entre Estados Unidos y Japón", explicó Velekhov.

En comparación con su estadía en China, la visita previa de Primakov en Japón los días 14 y 17 fue menos provechosa, aunque las frías relaciones se están entibiando.

El dominio sobre las islas Kuriles continúa ensombreciendo las relaciones entre Moscú y Tokio, que aún no firmaron un tratado de paz formal tras el fin de la segunda guerra mundial, en 1945.

Japón alega que las islas le pertenecen por un tratado de 1856, mientras Rusia sostiene que le corresponden a su soberanía tras la Conferencia de Yalta, lo cual fue ratificado en el tratado de San Francisco de 1951.

Tokio prohíbe a los empresarios japoneses entablar negocios en las Kuriles, presiona a los extranjeros para que se abstengan de hacerlo y rechaza las ofertas de Moscú de establecer "actividades económicas conjuntas" en el territorio en disputa.

Pero este conflicto podría congelarse, pues Japón está interesado en el carbón, petróleo, gas, madera y los metales no ferrosos de Rusia, y Moscú pretende acceso a la alta tecnología japonesa y captar inversiones.

La visita de Primakov logró descongelar los 500 millones de dólares de inversiones de Japón a Rusia detenidos en 1991. (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/mj/ip if/96

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