El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se acerca a la aprobación de la participación de su país en una propuesta fuerza internacional a ser enviada a Zaire y Ruanda para brindar ayuda humanitaria a cientos de miles de refugiados.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se prepara para despachar tropas, aunque los hechos en el terreno plantean nuevas interrogantes sobre el objetivo de la operación.
En conferencia de prensa en la Casa Blanca, este viernes Clinton señaló que aún no ha dado la "luz verde" final a la misión.
No obstante, destacó que "la nación más poderosa del mundo no debe dar la espalda a tantas personas desesperadas y a tantos niños inocentes en riesgo".
Clinton añadió que Washington no está demandando un cese al fuego formal entre las partes en combate en el este de Zaire como precondición de que el representante de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe una resolución autorizando la operación.
Washington había sugerido este jueves que buscaba un cese al fuego antes de aceptar el despliegue de soldados estadounidenses.
"Lo que queremos saber es que al menos hay receptividad ante nuestra llegada allí", dijo el presidente.
El secretario de Defensa, William Perry, añadió en la misma conferencia de prensa que "es importante" que los gobiernos de Zaire y Ruanda "nos den no sólo su consentimiento, sino también su cooperación", y señaló que ambos gobiernos ejercen influencia sobre grupos de milicias que actúan en el área.
La declaración de Clinton se produjo en medio de una creciente confusión sobre la situación en la región. Tras un combate durante la noche del jueves entre los rebeldes de Zaire respaldados por Ruanda y milicias hutu en el campo de refugiados de Mugunga, hasta 400.000 refugiados huyeron hacia Ruanda.
El desplazamiento masivo se produjo tras la decisión de líderes de milicias hutu y miembros del ex ejército de Ruanda liderado por tutsis de abandonar el campo y retirarse hacia el oeste de Zaire.
Autoridades de organizaciones de ayuda en Washington recibieron la noticia con alivio.
Steve Richards, del Comité de Rescate Internacional, dijo que "hoy se está probando" la afirmación de grupos de asistencia según la cual una vez que los militantes armados hutu perdieran el control sobre la población de refugiados, estos regresarían a Ruanda.
Clinton describió las informaciones como "muy buenas noticias preliminares sobre las perspectivas de que los refugiados puedan volver a Ruanda".
Pero, advirtió, las informaciones son preliminares y "aún debemos mantener nuestra presencia allí para facilitar esto y asegurar que, cuanto antes, brindemos todo lo necesario a los refugiados".
El movimiento de refugiados, no obstante, también planteó dudas sobre el objetivo preciso de la fuerza internacional sobre la cual debate el Consejo de Seguridad.
En entrevista difundida por la cadena Cable News Network (CNN), el presidente de Ruanda, Pasteur Bizumungu, sugirió que Kigali cambió de parecer con respecto a la misión. Una fuerza internacional "ya no es necesaria", dijo, y solicitó en su lugar "ayuda de emergencia".
Trabajadores de agencias humanitarias afirmaron que aún no hay pruebas de que los militantes hutu hayan decidido liberar cientos de miles de refugiados que presumiblemente permanecen bajo su control en áreas al sur de Goma, incluyendo los que huyeron de Bukavu y Uvira tras los ataques de rebeldes zaireños, el pasado mes.
Más de un millón de hutus ruandeses huyeron a Zaire en 1994 tras el derrocamiento del gobierno hutu por el Frente Patriótico Ruandés (FPR), dominado por los tutsis, en julio de 1994. El FPR lanzó su ofensiva final tras el genocidio, respaldado por el gobierno, de hasta un millón de tutsis y hutus moderados.
Los campos de refugiados del este de Zaire son controlados por el ejército del anterior gobierno ruandés y milicias hutu que participaron en el genocidio. Estas fuerzas intentan ahora reconstruir su poderío militar, y ya comenzaron a realizar incursiones en Ruanda.
Andrew Natsios, jefe de ayuda humanitaria de Washington durante la presidencia de George Bush y actual jefe del grupo de ayuda World Vision, con sede en Seattle, opinó que el despliegue de una fuerza internacional en el área serviría para "restaurar la confianza para que la gente vuelva a sus hogares".
"Creemos que la intervención militar es aun más necesaria ahora", dijo Natsios, ya que la fuerza de hasta 15.000 soldados serviría como recurso logístico en Goma, para crear corredores que permitan hacer llegar ayuda humanitaria a los refugiados desplazados hacia el interior de Zaire, y para calmar los ánimos en la frontera.
"Los refugiados se acercarían a las fuerzas de paz, porque éstas representan seguridad y ayuda de emergencia", observó, y añadió que mientras los rebeldes zaireños y el gobierno de Ruanda controlen el área, Washington no tiene por qué temer hostilidades.
Mientras el Consejo de Seguridad de la ONU se disponía este viernes a enviar a Zaire una fuerza encabezada por Canadá, organizaciones de asistencia humanitaria advertían contra el establecimiento de una fecha precisa para el repliegue de las tropas.
Natsios opinó que el retiro de los cascos azules debería sujetarse a las condiciones del área. "No deberían fijarse fechas arbitrarias", subrayó.
Miembros de agencias humanitarias destacaron que, además de enviar soldados, la comunidad internacional debería comprometerse a brindar ayuda al desarrollo a largo plazo, apoyar el tribunal internacional creado para juzgar a los responsables del genocidio de 1994 e intensificar sus esfuerzos diplomáticos para resolver los conflictos de la región. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/lp-ml/ip pr/96