La pobreza, el cambio climático, la desertificación, el cuidado de los suelos y la potenciación de la mujer son citados entre una amplia gama de cuestiones técnicas y políticas, mientras los delegados a la Cumbre de la Alimentación buscan la clave en la lucha contra el hambre.
Muchos son los caminos que conducen a la seguridad alimentaria, definida como la siutación en que los habitantes del planeta tienen acceso a alimentos nutritivos para llevar una vida saludable y activa, a juzgar por las propuestas de distintos organismos.
"El combate contra la desertificación es central en la promoción de la seguridad alimentaria", afirmó el Secretariado Interino de la Convención para Combatir la Desertificación, con sede en Ginebra, participante en la cumbre de Roma, que se celebra desde el 13 y hasta el 17 de noviembre.
Sin quedarse atrás, la Organización Meteorológica Mundial afirma que "la adaptación mejorada de la producción de alimentos, particularmente la variabilidad climática (..) tiene la clave para mejorar la seguridad alimentaria de la población mundial".
El vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, sostiene que el mantenimiento y la restauración de la fertilidad del suelo es "un reconocido elemento clave en el desarrollo de la seguridad alimentaria mundial y los sistemas agrícolas sostenibles".
El secretario general de la Comunidad Británica de Naciones Emeka Anyaoku, en su discurso ante la cumbre, enumeró siete factores responsables de la existencia de 840 millones de personas con hambre del mundo.
La trampa de la pobreza es uno de ellos. El hambre crónica se debe a la pobreza más que a la falta de alimentos. En Africa Subsahariana, por ejemplo, alrededor de 55 por ciento de la población, o 300 millones de personas, permanecerán por debajo de la línea de la pobreza en el 2.000.
En el sur de Asia, unos 500 millones de personas viven bajo la línea de la pobreza, la mayoría en India. La gente pobre del mundo gasta casi 80 por ciento de su ingreso en alimentos, y aún así vive bajo la amenaza de la escasez estacional de comida y el aumento de los precios.
Las mujeres producen gran parte de los alimentos en los países en desarrollo, pero se encuentran entre las personas más hambrientas del mundo, y a menudo son las últimas en comer dentro de sus familias.
En una sociedad patriarcal que a menudo minimiza su contribución, las mujeres ya no se contentan con ser los actores invisibles del desarrollo, y buscan ser reconocidas como agricultoras.
Las mujeres aportan alrededor de 80 por ciento del trabajo en la producción local de alimentos en Africa, entre 50 y 60 por ciento en Asia y entre 30 y 40 por ciento en América Latina.
A la vez, el número de mujeres que vive por debajo de la línea de la pobreza aumentó 50 por ciento desde los años '70. Más de 70 por ciento de los 1.300 millones de personas pobres en el mundo son mujeres, revelando una creciente tendencia a la feminización de la pobreza.
En el comercio, las cifras lo dicen todo. Desde 1974, el intercambio agrícola mundial aumentó de 148.000 a 458.000 millones de dólares.
Pero la participación de los países en desarrollo en las exportaciones mundiales (excluyendo pesca y forestación) cayó de 40 por ciento a comienzos de los años '60, a 27 por ciento en 1993.
En los países más pobres, las importaciones de alimentos absorben actualmente más de un tercio de las ganancias de las exportaciones.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estima que el costo de las importaciones será, para los Países de Bajos Ingresos y Déficit Alimentario, 55 por ciento mayor en el 2000 que en el período 1987-89.
Sobre el factor climático, la Organización Meteorológica Mundial advirtió que el fracaso para aplicar el conocimiento científico al funcionamiento del medio ambiente, el clima y el agua, puede socavar intentos de lograr la seguridad alimentaria.
El avance del desierto, y la degradación de tierras áridas y semiáridas debido a varios factores, incluyendo variaciones climáticas y actividades humanas, amenaza la forma de vida de más de 1.000 millones de personas en más de 100 países.
Alrededor de 135 millones de personas corren riesgos de ser expulsadas de sus tierras. La situación es especialmente dramática en Africa.
Alrededor de 70 por ciento de los 5.200 millones de hectáreas de tierras secas utilizada para la agricultura en el mundo ya han sido degradadas, planteando una amenaza directa a la seguridad alimentaria.
La disminución de la fertilidad del suelo es un factor limitante de peso en la producción agrícola, particularmente en Africa Subsahariana. También causa una pérdida de la biodiversidad y los hábitat, la salinización de represas y reservas de agua y la contaminación costera.
Otros "temas clave" incluyen, para la Comunidad Británica de Naciones, la falta de compromiso político mundial, recursos indadecuados, el alto crecimiento demográfico en países vulnerables, las guerras civiles, los desastres naturales o causados por el hombre en regiones alimentariamente inseguras, el desconocimiento del papel de la mujer y la falta de participación de los pobres en los programas de desarrollo. (FIN/IPS/tra-en/dds/fn/lp/dv/96