El Bolsón es un pequeño pueblo del sur de Argentina que hasta hace poco era símbolo de vida natural. Ahora, su nombre es sinónimo de contaminación, enfermedad y muerte, y la psicosis colectiva amenaza ser más letal que la propia endemia que sufre.
Habitantes de las ciudades, cansados de la contaminación, huían hacia allí para vivir de la venta de artesanías, mermeladas de fruta o verduras y pollos orgánicos. Pero un virus que vive en excrementos, orina y saliva de ratas de campo causó en la localidad la muerte de 10 personas en los últimos dos meses.
El "hantavirus" se contagia cuando, en lugares cerrados y sin ventilación, una persona inhala los vapores de los excrementos de las ratas infectadas.
Los síntomas son fiebre, cansancio, tos y vómitos. El enfermo corre serio riesgo de morir por problemas respiratorios. Hasta ahora se confirmaron 18 casos y 10 muertes.
El presidente de Argentina, Carlos Menem, se trasladó hasta allí este lunes. Comió cerezas ante las cámaras de televisión y los fotógrafos, dijo que se habían lanzado versiones sin un debido conocimiento y prometió ayudar a los pobladores.
Pero las medidas prometidas no parecen sintonizar con las urgencias de El Bolsón.
Este poblado se ubica en una zona montañosa, a más de 1.700 kilómetros de Buenos Aires. Allí residen 20.000 personas, 70 por ciento de las cuales vive del turismo. Todos saben que los próximos meses serán fatales, pero no por el hantavirus.
Todas las reservas de hoteles y pasajes para la temporada de verano que comienza en diciembre fueron canceladas. Los misioneros que cada año viajan allí para visitar a los más pobres y repartirles alimentos anunciaron que no lo harán este año. La caridad tiene sus límites.
Los artesanos se manifiestan desesperados ante las perspectivas del futuro inmediato. Cuentan que en las ferias de otras regiones del sur del país ya son discriminados, y que si los turistas no viajan a El Bolsón no tendrán a quién ofrecerles sus creaciones.
Los productores de verduras y frutas, requeridos siempre por sus prácticas de cultivo sin pesticidas, tampoco logran colocar sus mercaderías en ningúna ciudad de la región, ni tampoco los productores de pollos o mermeladas caseras.
Claudia Camba y su esposo tienen una granja "ecológica" en El Bolsón. Pero no saben qué hacer con las 3.000 aves que criaron esta temporada. Nadie las quiere, ni regaladas, a pesar de que los científicos aseguran que el mal no se transmite a través de los alimentos.
"Desde hace dos meses venimos observando que en San Carlos de Bariloche (la ciudad turística mas importante del sur del país, que apenas a 60 kilómetros de El Bolsón) cada día nos compraban 10 por ciento menos", reveló Camba.
"No compramos alimentos de El Bolsón", rezan los carteles que cuelgan los encargados en las puertas de algunos restaurantes de Bariloche.
Camba consideró que la visita de Menem, quien permaneció en El Bolsón hasta este miércoles, fue un "show" periodístico. El presidente se trasladó allí con todo su gabinete y durmió en una lujosa cabaña cuyo precio es de 180 dólares por noche, pero no tuvo contacto con los productores.
"No nos sirve que prometan aplazar el pago de impuestos, porque si no podemos colocar nuestra producción, cuando llegue el vencimiento ya estaremos en la quiebra", explicó.
Tampoco les parece adecuada la promesa presidencial de crear 80 fuentes de trabajo. El cierre de una sola granja que no pueda colocar su producción implica que unas 100 personas queden sin empleo directo o indirecto.
Los médicos del hospital de la zona, uno de ellos afectado por el hantavirus y ya recuperado, aseguraron que no cuentan con elementos para cumplir las mínimas medidas de bioseguridad internacional para estos casos.
Menem prometió la ampliación de la red de agua potable, inversiones en escuelas y en instalaciones de gas, reparación de la ruta de acceso, medidas para la prevención de incendios forestales y una campaña de publicidad para que los productos de El Bolsón recuperen la confianza de los consumidores.
El presidente admitió que una de las ideas de su gabinete consiste en comprar la producción de El Bolsón para proveer a comedores escolares donde almuerzan los niños de escasos recursos económicos. (FIN/IPS/mv/mj/en/96